En la pantalla el apuesto galán cinematográfico besó a la actriz con un prolijo y apasionado beso a boca abierta, salivoso, lingüístico, de sacristán -tocó la campanilla- y LP, o sea de larga duración. Al ver aquello la esposa le reprochó a su marido: "¿Por qué tú no me besas así?". Contesta secamente el individuo: "A él le pagan". Una chica era cinéfila consumada. Su novio tuvo un accidente, y le enyesaron los brazos y las manos. Le pregunta ella, compungida: "¿Significa eso que ya no te interesará ir al cine?". Himenia Camafría y Solicia Sinpitier, maduras señoritas solteras, vieron anunciada en la cartelera la película "Terremoto" (1974, con Charlton Heston y Ava Gardner; mediocre guión de Mario Puzo, el mismísimo que escribió "El Padrino"). No encontraban el cine donde se exhibía, y le dijeron a un borrachito que pasaba: "Queremos ver 'Terremoto'". "Perdonen ustedes, señoritas -respondió cortésmente el temulento-. Por ahora tendrán que conformarse con verme repedo". La esposa de Babalucas le propuso: "Vamos al cine. Pasan 'La huella delatora". "¡Si serás ignorante! -la corrige el tonto roque-. Se dice 'La huella de la vaca'". Me gustan los recuerdos. ¡Te hacen sentir tan agradablemente triste! Casi siempre hablo de lo que me sucedió hace muchos años, porque de lo que hace unos días me sucedió ya no me acuerdo. El tiempo es gran pintor, y pone en technicolor lo que originalmente fue en blanco y negro. Las grises realidades de hoy serán las doradas nostalgias de mañana. Y es que en los tiempos de secano brilla más el pasado esplendor de la hierba, aquel que dijo Wordsworth: "Though nothing can bring back the hour / of splendor in the grass, of glory in the flower, / we will grieve not, rather find / strenght in what remains behind". Traduzco a mi manera: "Pues aunque nada nos puede devolver la hora del esplendor en la hierba, de la gloria en la flor, no guardaremos luto, antes bien hallaremos fortaleza en la memoria de las cosas que fueron". Dice una frase consagrada: "Alguna vez recordaremos esto y nos reiremos". Lo cierto es que con más verdad tendríamos que decir: "Alguna vez recordaremos esto y lloraremos". "Nessun maggior dolore", escribió Dante. Mas veo que estoy ya divagando. Mejor explicaré el motivo de mis palabras sobre la nostalgia. Seguí las incidencias de esa temprana anunciación del Oscar que es la entrega de los Globos de Oro, y me causó una íntima alegría -nostálgico que soy, lo dije ya- el hecho de que fuera premiada como mejor película de comedia "The artist", una cinta francesa que tiene dos insólitas características: es en blanco y negro, y es muda. Hasta donde recuerdo -puedo estar equivocado-, nunca una película silenciosa ha ganado el Oscar, y sólo dos en blanco y negro han conquistado modernamente la estatuilla: "El departamento", 1960, y "La lista de Schindler", 1993. El próximo día 24 conoceremos las nominaciones a los Oscares, y el 26 de febrero se darán a conocer los premios en la tradicional ceremonia de la alfombra roja. Si "The artist" gana el premio, el mundo del cine habrá rendido homenaje a una película que es un homenaje al cine, esa imitación de la vida que luego la propia vida imita. Sigue ahora un relato inconveniente. Don Poseidón, ranchero acomodado, pero rústico, se compró una gallina viva en el mercado para llevarla a su rancho. Antes de tomar el autobús, sin embargo, fue al cine, y sabedor de que no le permitirían entrar con la gallina se la puso bajo el pantalón, en la entrepierna. A la mitad de la función la tal gallina sacó la cabeza por entre los botones de la bragueta del sujeto. Junto a él estaban sentadas dos mujeres. Le dice una a la otra, al oído: "Al hombre que está a mi lado se le salió una cosa entre las piernas". "No la mires -le indica la otra-. Todas son iguales". "Ya lo sé -replica la primera-. Pero ésta es la primera que veo que come palomitas". FIN.