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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Dos hermanos gemelos se inscribieron en el servicio militar. El médico que les hizo el correspondiente examen físico se sorprendió al ver que ambos jóvenes estaban dotados con espléndida munificencia en la parte correspondiente a la entrepierna. Admirado -y envidioso también, hay que decirlo-, les preguntó la causa de tan opima superabundancia. "Es cosa de familia" -respondió uno de ellos. "¿El padre de ustedes -inquirió el facultativo- estaba igualmente dotado?". "No -dice el otro gemelo-. Esto nos viene por parte de madre". "¿Cómo por parte de madre?" -se asombró el doctor-. "Sí -explica el gemelo-. Mamá tenía solamente un brazo, y de alguna parte nos tenía que agarrar para sacarnos del baño cuando éramos bebés"... El pasado jueves llegó a su fin en Roma el simposio a que convocó Benedicto XVI para analizar el tema de la pederastia, uno de los mayores problemas que la Iglesia Católica ha afrontado en los últimos tiempos. En ese encuentro participó más de un centenar de conferencias episcopales de todo el mundo, y una treintena de órdenes religiosas. Momentos muy dramáticos tuvo la reunión: los participantes hubieron de escuchar el testimonio de una mujer que a los 13 años de edad, enferma en un hospital, fue abusada sexualmente por el sacerdote que supuestamente debía darle auxilio espiritual. "La misma mano que tocaba mi sexo -declaró la testigo- era la que a la mañana siguiente me daba a comulgar el cuerpo de Jesús en la hostia". La convocatoria hecha por el Papa fue valiente, y valerosas también sus conclusiones. En primer lugar la Iglesia reconoció el yerro en que cayó al proteger a sus miembros que incurrieron en ese grave crimen, aquél que Jesús condenó con la mayor severidad cuando dijo que más le valía al que lo cometiera atarse al cuello una rueda de molino y arrojarse al mar. En segundo lugar, la misma Iglesia admitió que la pederastia, a más de ser un pecado, es un delito, y que quien lo cometa debe quedar sujeto a la justicia civil. Para un laico decir eso es obviedad, pero representa un giro de 180 grados en la política tradicional -y tremendamente errónea- de una institución que se hacía de la vista gorda ante los abusos consumados por los suyos, y toleraba, y aun daba amparo, a los culpables. Un acto penitencial fue éste, a mi modo de ver, con examen de conciencia de la Iglesia, sincera contrición de sus culpas y propósito firmísimo de enmienda. Pienso, sin embargo, que el problema no terminará si no desaparecen dos causas que en buena causa lo originan: el recelo con que la Iglesia ha visto a la mujer, y el celibato obligatorio. Esa hostilidad ha sometido a las mujeres a una discriminación que riñe al mismo tiempo con la razón y la justicia. El celibato, por su parte, atenta contra la ley de la naturaleza, que a los ojos del creyente es ley divina, y que en forma coercitiva aparta a los célibes de la corriente de la vida, por la cual todos los seres vivos tienden a cumplir un ciclo natural: nacer, crecer, reproducirse y morir. Con mucho valor actuó el Papa Benedicto al convocar a este simposio. Con más valor actuará el pontífice que, así como Juan XXIII puso a la Iglesia a tono con el mundo, la ponga en acuerdo con los dictados de la naturaleza, por encima de cualquier elaboración que, a más de no pertenecer a la esencia de la doctrina cristiana, obedece meramente a conveniencias de orden temporal... Himenia Camafría, madura señorita soltera, quería casarse a toda costa. Le salió un pretendiente con intención de formalizar el compromiso. Himenia se puso feliz, pues iba a perder el "it": de ser señorita pasaría a ser señora. Poco antes del desposorio, sin embargo, el novio le hizo una tremenda confesión. Le dijo: "Quiero que sepas que soy un licántropo o werewolf. Tres días al mes me convierto en Hombre Lobo: el cuerpo se me llena de una pelambre hirsuta; me aparecen colmillos y garras; aúllo como Lon Chaney a la vista de la luna llena, y salgo a devorar gente". "No te apures -le dijo la señorita Himenia al Hombre Lobo-. Yo también tengo tres días al mes en que no me aguanta nadie"... FIN.

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