Aquí se trata de bestialismo y de política, actividades no tan lejanas una de la otra. La Santa Iglesia da una definición magistralmente lacónica de bestialismo. Dice: "Est coitus cum bruto". Coito con animal. Añade que también incurre en bestialismo quien tiene "concubitus cum daemone in forma humana", o sea coito con un demonio que presenta apariencia humana. Pero el caso más frecuente es el de hacerlo con animales. En Australia, por ejemplo, si las ovejas fueran indemnizadas por el acoso sexual de sus pastores, ya tendrían mucha lana. (Perdón por el infame juego de palabras). Así como hay cosas que son inefables y sin embargo no se pueden explicar con palabras, también hay cosas inexplicables que no tienen ninguna explicación. Recordemos el caso del granjero que bebía su copa, solitario, en la cantina del pueblo. Una y otra vez repetía, como estribillo, la misma frase: "Hay cosas que no se pueden explicar". El cantinero, intrigado, le preguntó por qué iteraba con tanta insistencia esa declaración. "Porque es la verdad -respondió el hombre-. Hay cosas que no se pueden explicar". Y luego relató su caso: "Estaba yo ordeñando una vaca en la granero. La res derribó con la pata izquierda el cubo de la leche. Con una cuerda le até esa pata, abierta, a una estaca. Seguí ordeñando la vaca, pero el insumiso animal volvió a derribar la cubeta, ahora con la pata derecha. Se la amarré, también abierta, a otra estaca. Continué ordeñándola, y en seguida tumbó la tina con la cola. Ya no tenía yo cuerdas, de modo que me quité el cinturón y procedí a atarle con él la cola, levantada. Por la falta de cinto se me cayó el pantalón. Y ahí estaba yo, de pie frente a la parte trasera de la vaca, levantándole la cola, ella con las patas abiertas y yo con el pantalón bajado hasta los tobillos, cuando en eso entró mi esposa. Hay cosas que no se pueden explicar". Es cierto. Hablando de política, yo no me explico por qué Enrique Peña Nieto no ha bajado en las encuestas, y por qué no ha subido Andrés Manuel López Obrador. El priista ha cometido errores garrafales; su partido se ha visto sacudido últimamente por escándalos tremendos, y sin embargo Peña Nieto mantiene su puntuación prácticamente inalterable. En cambio López Obrador ha ido con paso firme en su recorrido por el País; tiene un discurso consistente, programas y planes de acción concretos, y ha dado a conocer un eventual equipo de trabajo formado por personas de valer. Aún así no parece avanzar mucho en la consideración de los votantes, al menos de los que en las encuestas participan. Tal se diría que a Peña Nieto la gente le cree demasiado, y a AMLO le cree demasiado poco. ¿Cómo explicar eso? Todo tiene una explicación. ¿Por qué las prendas de mujer llevan los botones en el lado contrario que las prendas de hombre? Porque en la Edad Media -esa edad que el positivismo llamó "oscura" y que es una de las más luminosas de la historia- los botones era artículos de lujo, y sólo podían usarlos la gente de elevada condición. Los hombres se vestían por sí mismos; las mujeres, en cambio, eran vestidas por sus damas. Los botones de las prendas femeninas, entonces, estaban dispuestos no en relación con la persona que era vestida, sino con quien la vestía. En el caso de Peña Nieto y López Obrador la explicación sería ésta: puede más la imagen que el razonamiento. Se impone mayormente la visión que la razón, sobre todo cuando la visión la hace la televisión. Terminemos con otro cuentecillo que trata de lo que no se puede explicar. Un tipo llegó a la cantina y pidió una botella de tequila. Se la dio el tabernero, y el hombre -glu glu glu- se la bebió entera. Luego pidió media botella de tequila, y la apuró. En seguida solicitó un cuarto de botella de tequila, y también se lo tomó. A continuación pidió un octavo de botella de tequila, y bebió su contenido. Luego pidió un dieciseisavo de botella tequila, y se lo echó al coleto. Luego un treintaidosavo, e hizo igual. El cantinero ya no se pudo contener. Le dijo al individuo: "Oiga, amigo: no me explico su modo de beber". "Yo tampoco me lo explico -tartajeó el sujeto-. ¡Mientras menos tomo más pedo me pongo!". FIN.