"Sufrí un ataque erótico en la noche lóbrega". El juez único del pueblo quedó estupefacto al oír esa denuncia. Quien la hacía era Solicia Sinpitier, madura señorita soltera, vecina del lugar. El asombro del juzgador fue grande porque la frase que usó la señorita al presentar su queja era un perfecto verso triscaidecasílabo, vale decir de 13 sílabas. El letrado tenía ciertos humos de poeta -era autor de una oda "A la energía eléctrica" que siempre le pedían que declamara en las fiestas cívicas-, y sabía que es difícil hallar versos de 13 sílabas en el parnaso nacional. Únicamente conocía un soneto escrito en ese metro, aquel de don Antonio Caso cuyos primeros versos dicen: "Era un ascético varón el árbol triste / que en el secreto de su pena se anonada...". El juez contó con los dedos las sílabas de aquella frase: "Sufrí un ataque erótico en la noche lóbrega", y encontró que para efectos retóricos de métrica tenía ciertamente 13 sílabas. Pero venció la tentación de irse por los caminos de la poética y le pidió a la señorita Sinpitier que precisara en términos más llanos su denuncia. Lo hizo la querellante. Dijo que la noche anterior -por cierto una de las más oscuras del invierno- iba ella atravesando un solar baldío cuando le salió al paso un individuo que la hizo caer mediante la maniobra que en lucha libre se conoce como "zancazo", golpe fuerte asestado con la pierna que hace venir al suelo al oponente. (Con un zancazo le ganó Flong Dong el campeonato oriental welter a Whack Jerkoff). Cuando la tuvo en el suelo el incivil sujeto procedió a saciar en ella sus lúbricos instintos de pasional libídine. Preguntó el juez: "¿Podría usted identificar a su atacante?". "Sí, Su Señoría -respondió la señorita Sinpitier-. Quien abusó de mi fue Babalucas, el tonto del condado". "¿Cómo lo sabe? -inquirió el jurisperito-. Ha declarado usted, y de eso quedó constancia en autos, que el lujurioso asalto por su persona padecido se llevó a cabo -uso sus propias palabras- 'en la noche lóbrega', y ha precisado aindamáis que la tal noche -vuelvo a emplear los términos en que usted misma se produjo- 'era de las más oscuras del invierno'. Si tales tinieblas reinaban ¿cómo supo que la persona que abusó de usted es Babalucas?". Responde sin vacilar Solicia: "Porque tuve que decirle cómo"... Yo tengo la impresión de que a Enrique Peña Nieto sus asesores no le están diciendo cómo. Su declaración en el sentido de que si llega a la Presidencia procurará que haya mejores telenovelas provocó que cayera sobre él una andanada de críticas y chocarrerías procedentes de esas nuevas Furias o Erinias que son las redes sociales. Las Furias eran divinidades infernales que tenían cabelleras de serpientes y llevaban puñales en las manos, encargadas de las venganzas de los dioses. Las Erinias, por su parte, castigaban a los hombres que cometían yerros más o menos graves, a quienes perseguían como rabiosas perras. El candidato priista debe cuidar más sus expresiones si no quiere seguir perdiendo puntos en esas modernas Casandras que son las encuestas... Snobbish Hokum, joven intelectual, leyó el libro "Dos años al pie del mástil", de Richard H. Dana (1815-1882), y decidió embarcarse, como él, en un velero bergantín a fin de conocer la vida del mar. Sólo que a diferencia del autor norteamericano, que se enroló en la marina mercante, Snobbish se dio de alta en un barco pirata comandado por el feroz bucanero Barbanegra. Supo el novel nauta que la navegación duraría siete meses -irían hasta el Estrecho de Torres-, y preguntó al capitán del barco qué hacían los marinos para sedar la natural concupiscencia de la carne. Le dijo Barbanegra: "¿Ves aquel barril que está al pie de la entena de mesana, y que tiene un agujero? Los marineros lo usan para tal efecto. Cualquier día de la semana podrás utilizarlo tú, excepción hecha de los jueves". "¿Por qué los jueves no?" -preguntó, curioso, Snobbish. Le contestó el pirata: "Porque ese día te toca a ti estar dentro del barril"... FIN.
