"¡Mal amigo! -le reclamó lleno de indignación don Astasio a don Pitoncio-. ¡Al regreso de mi viaje me enteré de que mi esposa y tú han estado durmiendo juntos!". Replicó, solemne, don Pitoncio al tiempo que se ponía una mano sobre el corazón: "Astasio, amigo mío. Te juro que te informaron mal. No pegábamos los ojos en toda la noche"... Pirulina hacía un razonamiento bastante razonable para explicar su conducta casquivana. Decía: "Debes usar lo que te dio la Madre Naturaleza antes de que te lo quite el Padre Tiempo"... Les contó el señor a sus amigos: "Fui a París con mi esposa. Ustedes saben cómo es eso de los viajes: siempre llevas algo que no necesitas"... Terminado el trance de amor el muchacho, preocupado, le preguntó a la chica: "Dime, Rosibel: ¿estás usando alguna protección?". "Claro que sí -responde ella-. Siempre cargo mi pata de conejo"... Dick Busypecker, seductor salaz, le hizo una proposición indecorosa a la señorita Prigstiff, dama de muy buen ver pero de mal tratar. Ella se puso hecha un obelisco. (Nota de la redacción: Una vez más se equivoca nuestro amable colaborador. Lo que quiere decir es: "Se puso hecha un basilisco"). "¿Por quién me toma usted, señor mío? -respondió furiosa la señorita Prigstiff-. ¡No soy una mujer pública!". "Está bien -concedió, magnánimo, el lujurioso Busypecker- Lo haremos en privado"... Enrique Peña Nieto tiene a su favor a la televisión, pero tiene en contra la resistencia de muchos mexicanos que piensan que no es bueno para México que el PRI vuelva al poder. Si tal sucede, aducen, las cosas continuarán sin cambio: los ricos seguirán aumentando su riqueza, y ningún alivio tendrán las condiciones de vida de los mexicanos pobres. Peña Nieto, consideran quienes así razonan, es patrocinado por los magnates del dinero y del poder, y servirá a los intereses de ese reducido grupo que domina la vida mexicana y cuyos poderosos integrantes no quieren que cambie la situación en que vivimos. El triunfo electoral del PRI, afirman los críticos de ese partido, no traerá consigo la atención del mayor problema que tiene este país: el de la injusticia social. Ciertamente se debe decir que la imagen que tiene el candidato priista no es la de alguien que se haya mostrado sensible a las carencias y penalidades que sufren millones de mexicanos; antes bien esa imagen da idea de un político cuyo compromiso es con los más privilegiados. Ciertamente hay también muchos mexicanos que temen un cambio radical, y piensan que México podría llegar a ser como es ahora Venezuela bajo la dominación de Chávez, cuyo régimen ha atentado gravemente contra la libertad, el orden jurídico y la democracia. Pero aun así Peña Nieto no puede confiar en que esos temores lo favorezcan, y deberá presentarse como un candidato popular -así se presentaban antes los abanderados priistas-, si no quiere que el apoyo y patrocinio de los pocos le quiten la simpatía y el voto de los muchos... Don Algón invitó a su nueva amiga a pasar un fin de semana con él en una playa. Ya en la habitación del hotel, e iniciadas las acciones del caso, se dio cuenta, desilusionado, de que los aparentes encantos naturales de la chica eran en realidad bastante artificiales. Le dijo algo mohíno: "Pensé que tu belleza era tuya. Ahora veo que esa hermosura era mentira". Ella se defendió: "Tú también eres un mentiroso. Diste un nombre falso cuando te registraste en el hotel"... Muy afligido lord Bighorns le dijo a su chofer: "Estoy consternado, Aurigio. Descubrí que mi esposa, lady Highrump, me está engañando con el guardabosques". "Haga lo que yo, milord -le recomendó el tal Aurigio-. También a mí me duele que milady me engañe, pero cuando estoy con ella finjo que no sé nada. ¿Para qué echar a perder el rato?"... El agente viajero le dijo a su niño: "Duérmete, hijito, porque ya va a venir Juan Pestañas". "¡Éjele! -se burló el chiquillo-. ¡No se llama Juan Pestañas! ¡Se llama Afrodisio Pitongo, y vive en el 14!"... El encargado del censo le preguntó a la criadita de la casa parroquial cuál era su función ahí. "Realmente no lo sé -respondió sinceramente desconcertada la muchacha-. El sacerdote viejecito dice que soy su ama de llaves. El otro, de menos años, dice que soy su mucama. ¡Y el más joven dice que soy su sacrilegio!"... FIN.