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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

"¿Cuándo perdiste tu virginidad?". Esa pregunta le hizo Sor Bette, religiosa de la Orden de la Reverberación, a una chica de tacón dorado a quien entrevistó en el curso de sus tareas apostólicas. Respondió la muchacha: "Sinceramente, madre, no lo recuerdo". "¿Cómo? -se asombró la monjita-. Es imposible que hayas olvidado el día en que sucedió un acontecimiento de tanta importancia en tu vida". "De veras, madre -repite ella-. No sé decirle cuándo perdí la virginidad. Los hombres, ha de saber usted, no tienen sello fechador ahí donde le platiqué"... Un individuo se presentó lleno de angustia ante el psiquiatra. "Doctor -le dijo-. Tengo un complejo de inferioridad. Mi caso debe ser único en el mundo''. "No lo creo -respondió el analista-. Muchas personas tienen complejo de inferioridad''. "Sí -dice el sujeto-. Pero yo soy argentino''... El amigo de la familia daba el pésame a la afligida viuda. "Es una lástima que se nos haya ido el compadre'' -le dijo. "Sí -responde la mujer entre sus lágrimas-. Pero me consuelo pensando que por lo menos ahora voy a saber dónde pasa las noches''... El profesor de Física indicó: "Cuando Arquímedes descubrió la ley que lleva su nombre gritó: '¡Eureka!'. Eso significa: "¡Lo encontré!''. Una de las alumnas dice a su compañera: "Ya me imagino el grito cuando se inventó la píldora anticonceptiva: '¡A darle!'''... Florilí era muchacha muy ingenua. Su amiga Rosibel tenía más experiencia. Una noche Florilí llegó extasiada: había conocido a un guapo chico del cual se enamoró a primera vista. "¡Amiga! -anunció entusiasmada-. ¡Esta noche por fin me picó el gusanito del amor!''. Le pregunta Rosibel: "¿Y qué tal estaba el gusanito?''... El consejero matrimonial amonestó al señor: "Su esposa asegura que el origen de los problemas en su matrimonio está en el futbol. Se queja de que usted no habla más que de futbol: que todo lo ve a través del futbol. "No es cierto -responde el tipo. Mi mujer está fuera de lugar"... ¿Qué le dijo Adán a Eva la primera vez que la vio sin ninguna hoja encima? Le dijo muy asustado: "¡Hazte a un lado! ¡Quién sabe hasta dónde vaya a llegar esto!''. (No le entendí)... Si a un observador imparcial le preguntan cuál de los candidatos presidenciales está haciendo mejor uso de los tiempos y espacios a que tiene derecho en los medios de comunicación, según las prescripciones de la errática legislación electoral que padecemos, ese observador deberá reconocer que la mejor campaña es la de Enrique Peña Nieto. La idea de realizar su propaganda en modo regional, atendiendo a las necesidades de cada parte del país, le quita lo abstracto a sus propuestas y ofrecimientos, y les da carácter muy concreto. Eso de hablar de fortalecer la libertad, la democracia y la justicia suena muy bonito, pero cuando en vez de insistir en esas nebulosidades se dice que se hará tal o cual obra en tal o cual ciudad, o que se emprenderá esta o aquella tarea en este o aquel Estado, eso cambia mucho: el candidato asume un compromiso concreto, y los ciudadanos se sienten inclinados a votar por él en espera de que cumpla lo ofrecido. Los otros candidatos deberían también aterrizar sus propuestas, como suele decirse, si no quieren quedarse en el aire... A Celiberia Sinvarón, madura señorita soltera, le salió un pretendiente. Ella, sin embargo, no se encandiló, ni concibió vanas ilusiones ni fantasías quiméricas. El paso de los años la había hecho un poco menos romántica y un poco más realista. Así, le dijo a su presunto: "No me casaré contigo, Borsalino, sino hasta que hayas juntado un millón de pesos. Necesito que me garantices seguridad económica''. Respondió él, sumiso y enamorado: "Te quiero tanto, Celiberia, que de inmediato empezaré a ahorrar. Haré los mayores sacrificios para juntar ese dinero''. Unos meses después Borsalino fue a cenar en casa de Celiberia. La cena estuvo deliciosa. Hubo vino, música suave y tenue penumbra en la habitación. Una cosa llevó a otra, y a poco estaba Celiberia en brazos de su galán gozando por primera vez en su vida de los eróticos deliquios que depara a los amantes el arrebato de la pasión incandescente. "¡Casémonos ya, mi amor!'' -le pidió él con vehemencia. Celiberia trató de resistirse: "Te dije que no me casaré contigo sino hasta que juntes un millón de pesos. ¿Cuánto tienes ahorrado?''. Contesta muy triste Borsalino: "3 mil 500 pesos''. Y dice Celiberia respirando agitadamente en el trance de amor: "Entonces cuando quieras nos casamos, papacito. Al cabo ya te falta poco''... FIN.

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