La esposa de don Languidio comentaba con cierto dejo de admiración y envidia: "¡Qué afortunada es mi vecina!". Tiene lavaplatos, planchador automático y marido, ¡y los tres le funcionan!''... A aquel niño le decían "El pollito''. Nació exactamente a los 21 días de que se casaron sus papás... Doña Gorgolota, esposa de don Chinguetas, recibió una herencia, y con ella hizo construir un pequeño edificio comercial con dos locales: uno que daba al frente de la calle, y otro a la parte posterior. Su marido era dueño de un pequeño comercio, y se dispuso a ocupar el local trasero. El de adelante se ofrecería en alquiler. Así, la señora puso un letrero anunciando que ese local estaba disponible. Se presentó un posible arrendatario. "Señora -le dijo-, entiendo que va usted a arrendar la parte de adelante''. "Así es -contesta ella-. Estoy ofreciendo el local delantero''. Pregunta el visitante: "¿No podría yo ocupar el de atrás?''. "No -responde la señora-. Ése es nada más para mi esposo"... Una muchacha fue a París y regresó encantada. "Los franceses son muy caballerosos -le contó a su familia-. Siempre te besan la mano''. Declara el papá: "La intención podrá ser buena, pero la puntería es pésima''... Sherlock Holmes y su amigo mister Watson iban pasando por una escuela primaria. Dice el amigo: "Me pregunto qué clase de escuela será ésta''. "Elemental, mi querido Watson" -responde el genial detective... Babalucas fue a la Ciudad de México. El taxista que lo llevó al hotel le propuso una adivinanza para hacer conversación en el trayecto: "A ver, señor: estoy pensando en alguien que es hijo de mi papá y de mi mamá, pero que no es mi hermano ni mi hermana. ¿Quién es esa persona?''. Después de pensar mucho Babalucas se dio por vencido. El taxista, riendo, le dio la respuesta: "¡Soy yo!''. Cuando Babalucas regresó a su pueblo les propuso la misma adivinanza a los amigos que se juntaban todas las tardes en la peluquería. "A ver -les dijo-. Estoy pensando en alguien que es hijo de mi papá y de mi mamá, pero que no es mi hermano o mi hermana. ¿Quién es esa persona?''. "Eres tú" -le dijeron. "No -opone Babalucas-. Es un taxista que conocí en la Ciudad de México". Mesalinia y Meretricia eran dos chicas de la mala vida. Un día Mesalinia se sorprendió al ver a su amiga en patines por la calle. "¿Por qué vas en patines?'' -le preguntó. Contesta Meretricia: "Ahora estoy en el mercado sobre ruedas''... El juez de lo familiar interrogaba al marido que demandaba la disolución del vínculo matrimonial. Le preguntó: "¿Por qué quiere usted divorciarse de su esposa?''. Replica con hosco acento el individuo: "La sorprendí en los brazos de un desconocido''. La señora se defiende: "Desconocido para él, señor juez''... Libidio, galán proclive a la concupiscencia de la carne, llevó en su automóvil a Susiflor, muchacha ingenua y candorosa, a un romántico paraje llamado "El ensalivadero", al cual solían concurrir todas las noches numerosas parejas de enamorados (o simplemente de acalenturados). Se oía ahí continuamente lo que parecía canto de grillos campiranos, pero en verdad era el ruido de zippers de pantalones y de faldas, si me es permitido dar esa clara, aunque sincera explicación. Le preguntó el labioso amador a la púdica doncella: "Susiflor: ¿conoces aquella frase bíblica según la cual no hay nada nuevo bajo el Sol?''. "Sí la conozco -respondió ella-. Está en el Eclesiastés, Coheleth o Libro del Predicador, capítulo primero, versículo 10 de la Vulgata. 'Nihil sub sole novum'''. Sin dejarse impresionar por ese conocimiento de la Escritura, el salaz sujeto propuso entonces otro tipo de conocimiento, precisamente el que se llama bíblico. Le dijo: "¿Me permites enseñarte que bajo la Luna sí hay muchas cosas nuevas para ti?''. Rocko Fages, pastor de la Iglesia de la Tercera Venida (no confundir con la Iglesia de la Tercera Avenida, que permite el adulterio a condición de que no se cometa en el lecho conyugal de los adúlteros), era enemigo mortal del baile. Sostenía la tesis de los puritanos según la cual bailar es fuente de inmoralidades y abierta incitación a los deleites de la carne. Por eso tenía estrictamente prohibido el baile a los miembros de su iglesia. Cierto día entró en el salón de actos de la iglesia, y sorprendió a un muchacho y una chica haciendo el amor sobre el piso. Ipso facto los expulsó de la congregación. "¿Qué sucedió, reverendo?'' -le preguntó un hermano. "¡Casi nada! -respondió furioso el predicador-. ¡Sorprendí a ese muchacho y esa chica follando en el piso del salón! ¡Si no hubiese llegado yo en ese momento, seguramente después se iban a poner a bailar!''... FIN.