Esta es la historia del joven Sem Enthal y del octogenario don Pitulfo. Era Sem un mancebo en flor de edad, de lacertosa musculatura y estatura procerosa. Solía jactarse de su viripotencia. Era capaz, decía, de las mayores hazañas en esas batallas amorosas que al decir de Góngora se libran en campos de pluma, o sea en colchones. Oyó hablar Sem de un cierto señor de 80 años llamado don Pitulfo, de quien se rumoraba que a pesar de su avanzada edad había conservado incólume la libídine propia de la juventud. Fue a desafiarlo Sem. Le propuso que cada uno de ellos pasara una noche en una habitación con una chica de tacón dorado. Cada cual apuntaría en la pared el número de acciones de erotismo que con su respectiva muchacha consumara. Quien tuviera el mayor número sería el ganador. Se llevó a cabo el insólito certamen. Sem Enthal cubrió tres veces el compromiso en el curso de la noche. Puso, por tanto, tres rayitas en la pared. Cuando a la mañana siguiente salió de la habitación, la puerta del cuarto de don Pitulfo seguía aún cerrada. "Pobre viejo! -se condolió el toroso mozallón-. ¡Tan agotado quedó por el esfuerzo que ni siquiera ha podido levantarse!" Diciendo así se retiró del sitio, seguro de su triunfo. A eso del mediodía apareció el octogenario. Fue al cuarto que había ocupado Sem Enthal y vio las tres rayitas en la pared. Se puso muy triste don Pitulfo. "Caramba! -exclamó desolado-. Ciento once. ¡Me ganó por tres!" (Nota explicativa: Don Pitulfo era asiduo bebedor de las miríficas aguas de Saltillo)... me preguntan cómo veo hoy a los tres principales candidatos a la Presidencia les diré francamente mi opinión. (El columnista espera a que alguien le pregunte cómo ve hoy a los tres principales candidatos a fin de decir francamente su opinión. Nadie, sin embargo, parece interesarse en lo que opina el escritor. Nadie hace la pregunta. ¡Ah, estos tiempos de indiferencia, desgana, apatía, desidia, indolencia, abulia y dejadez! Nadie se interesa ya en nada. Si pregunto cuál es la capital de Dakota del Sur seguramente mi interrogante caerá en el vacío. ¿No me lo creen? Miren: "Cuál es la capital de Dakota del Sur?" Silencio. Y luego: Plop. ¿Lo ven? Mi pregunta cayó en el vacío). No obstante esa pereza de mente y voluntad externaré francamente mi opinión acerca de cómo veo hoy a los tres principales candidatos a la Presidencia. Y en pocas palabras la diré. Peña Nieto se ha mantenido. Josefina se ha detenido. Y López Obrador me tiene sorprendido. Voy a explicarme. El candidato priista está jugando a la segura. Se limita -para usar el lenguaje del futbol- a cuidar la portería. Y es que las encuestas evidencian una clara ventaja en su favor, y no quiere arriesgar nada. Por eso rehúye encuentros y debates. Si desde el punto de vista democrático eso está mal, desde el punto de vista de estrategia es lo que conviene a su candidatura. Por lo que a Josefina se refiere, parece haber perdido el buen paso que llevaba. Se diría que Calderón le ha heredado su mal fario -mala suerte-, y se le ve desconcertada y vacilante. Gente de su propio partido, empezando por el mismo Presidente, da la impresión de jugarle las contras, y esa imagen de falta de disciplina partidista y de unidad la está perjudicando mucho. En cambio a López Obrador se le ve firme y consistente. Va avanzando; gana terreno día a día aun en sectores que antes le eran muy adversos. Si yo fuera priista no me confiaría en lo que dicen hoy los números. Una cosa son las encuestas, reflejo de un momento determinado, y otra es la realidad que fluye bajo las apariencias. Veo en las redes sociales una tendencia muy marcada en favor de AMLO, y un franco rechazo al regreso del PRI al poder. Creo que quienes piensan que 'este arroz ya se coció' deberían mostrar mayor cautela antes de dar por seguro el cocimiento. Así veo las cosas hoy por hoy. Es una lástima que nadie me haya preguntado cómo veo las cosas. Pero así andan estos tiempos en que... (Nota de la redacción: Nuestro estimado colaborador se extiende por 14 páginas más en consideraciones acerca de cómo andan estos tiempos, consideraciones que pese a su interés nos vemos en la penosa necesidad de suprimir por falta de espacio)... FIN.