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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Dos señoras intercambiaban confidencias íntimas. Le dice una a la otra en son de queja: "El acto del amor con mi marido dura 15 segundos". Exclama la otra con asombro: "¿Tanto?"... Babalucas le contó a un amigo: "Sueño con hacer 100 millones de pesos vendiendo tacos de moronga, como mi papá". Pregunta el otro con asombro: "¿Tu papá hizo 100 millones vendiendo tacos de moronga?". "No -responde el badulaque-. Pero también soñó"... Viene en seguida un chiste peladillo. Las personas que no gusten de leer chistes peladillos deben saltarse hasta donde dice: "Los entendidos dan por hecho que la elección presidencial está ya decidida", etcétera... Tarzan y Jane se encontraron por primera vez en medio de la selva. Ella se prendó al punto de aquel apuesto salvaje inocente, y procedió a iniciarlo en las sutiles artes del amor. Terminado el trance le dijo con voz ensoñadora: "Después de lo que hemos hecho, quizá tenga yo un hijo". "¿De veras? -preguntó el salvaje inocente-. ¿Significa eso entonces que también Chita podrá tener un hijo?".... Los entendidos dan por hecho que la elección presidencial está ya decidida. La ventaja de Peña Nieto, piensan, es tan grande que ningún otro candidato -o candidata- podrá remontarla ya en las pocas semanas que faltan para el primero de julio. Yo, que no soy un entendido, pienso que el resultado final no está decidido aún. Los eventos de los días pasados muestran que todavía pueden suceder muchas cosas que podrían alterar los números que ahora muestran las encuestas. Seis semanas parecen poco tiempo. En política son una eternidad... Aquellos casados no habían podido tener hijos. Todas las noches se la pasaban... rezando -como dijo Alejandro Casona- para pedir el anhelado fruto de su amor. El amor se daba, pero el fruto no. Su aflicción era muy grande, y mayor porque en el departamento que estaba inmediatamente arriba del suyo vivía una pareja que había procreado ya ocho retoños, y uno más que venía en camino. Cierto día el señor sin hijos cobró aliento, y con pena y todo, como se dice, buscó al poderoso genitor vecino suyo y le pidió un consejo para lograr que su esposa quedara embarazada. "Consígase un taco de billar" -le sugirió sin más el tipo. "¿Un taco de billar?" -repitió, desconcertado el otro. "Sí, un taco de billar -confirmó el vecino-. De preferencia un Balabushka, que es la marca de los mejores y más caros tacos de billar del mundo, de procedencia rusa. La ocasión lo amerita". Preguntó el señor sin hijos, cuyo gran desconcierto continuaba: "¿Cómo puede ayudarme a tener familia un taco de billar, por más que sea un Balabushka de procedencia rusa?". "Es muy sencillo -respondió el sujeto-, con tal que siga usted mis instrucciones". Prometió lleno de ansiedad el otro: "Las seguiré al pie de la letra. Y a la mano también, si es necesario". "Perfectamente -declaró el vecino-. Mire usted: hoy en la noche invite a su esposa a cenar en un buen restorán, de los de lujo. Procure que en la cena hay viandas de las consideradas afrodisíacas, tales como ostras y mariscos en general, arúgula, aguacate, etcétera. La cena deberá estar rociada con vinos generosos". "La rociaré abundantemente -volvió a ofrecer el otro-, con regadera, si se necesita". "A continuación -prosiguió el vecino sin hacer caso de ese lapsus- lleve a su esposa a bailar en el mejor centro nocturno, y al estar bailando musítele al oído aquella canción que los unió. ¿Cuál fue?". Responde el señor: "Fue: 'Mexicanos, volad presurosos...' Nos conocimos en la iglesia". Recomendó el vecino: "Búsquese otra canción un poco más romántica; por ejemplo 'Ponme la mano ahí, Macorina', u otra cualquiera igualmente sentimental". "Muy bien -dijo el esposo-. Pero, el taco de billar ¿para qué es?". Replicó el paterfamilias: "Espere usted un poco. De regreso en su departamento abra una botella de champaña, y brinde con esposa por su felicidad. Luego tómela en brazos, como hizo Rhett Butler con Scarlett O'Hara, y llévela a la cama. Desvístala; bésela con ardor y acaríciela con sabiduría". "Para eso de acariciarla con sabiduría -solicitó el señor- ¿podría usted darme un instructivo?". "Déjese llevar por sus impulsos de varón -aconsejó el vecino-. La mano a veces sabe lo que el cerebro no. Cuando su esposa esté ya ardiendo de pasión, y poseída por el deseo sensual, entonces sí: tome usted el taco de billar y dé con él unos golpes en el techo. Al oír esa señal yo bajaré inmediatamente y le haré el amor a su mujer. Le aseguro que ahora sí quedará embarazada"... FIN.

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