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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

"Mi marido compró una cama de agua" -le dijo una señora a su vecina. "¡Ah, picarón! -comentó la otra con travieso acento-. Y dime: ¿qué hace en ella?". Responde, mohína, la señora: "Se acuesta y... nada"... Aquel radiólogo era tan pobre que ni siquiera tenía aparato de rayos equis. Ponía a los pacientes contra la ventana y les tomaba una foto con su celular... Doña Pasita iba en el autobús. Puso a su lado una bolsa de papel de estraza que llevaba. Subió un señor, e iba a sentarse ahí. Doña Pasita le advirtió: "Cuidado con los huevos, caballero". Preguntó el señor: "¿Lleva usted huevos en esa bolsa, buena mujer?". "No -contestó doña Pasita-. Llevo mis agujas de tejer"... En la oficina de Babalucas tienen fax. Le advirtió el tonto roque al nuevo empleado: "Ten cuidado con tu corbata. Si la máquina te la pesca quién sabe a dónde te mande"... En lo alto del Monte Sinaí le dijo Moisés a Yahvé: "Déjame ver si entendí bien, Señor. Los árabes tendrán todo el petróleo, y nosotros tendremos que cortarnos la puntita de nuestra ¿qué?"... Doña Porcia, señora bastante entrada en kilos, se inscribió en una clínica para bajar de peso. "¿Por qué viene usted aquí?" -le preguntó la encargada. Responde ella: "Es que a mi esposo le gusta hacer el amor con una mujer delgada". "Ya entiendo -dice la otra-. Quiere usted bajar de peso para atraer la atención de su marido". "No -aclara doña Porcia-. Vengo porque me lo pidió mi esposo. Mientras yo estoy aquí él hace el amor con la mujer delgada"... Con moderado asombro leí la noticia del apoyo que dio Manuel Espino, exdirigente nacional del PAN, al candidato del PRI. Ahora estoy en Ábrego, lejos del inmundanal ruido, y escucho en la cocina a las mujeres hablar de una pequeña planta que aquí se da silvestre, y que en Saltillo podía conseguirse en el vivero llamado "Plantas de Ornato Tovar". (Algunos llegaban ahí y preguntaban: "Perdone: ¿está don Ornato?"). Esa planta que digo se llama "vergonzosa". La tocas apenas con el dedo y sus hojas se cierran con pudor de virgen. "Es que le da vergüenza", comenta doña Rosa. "Por lo menos en las yerbitas queda alguna" -acota por lo bajo su marido, el socarrón de don Abundio. Cosas se ven ahora de mucha novedad. Peña Nieto atrajo a Espino y Arce, que apenas ayer eran sus enemigos. López Obrador atrajo a Romo y Sada, que antes lo miraban con recelo. Josefina es la única que no ha logrado atraerse a sus malquerientes, Madero y Calderón. Lord Feebledick regresó a su casa después de terminada la cacería de la zorra, y sorprendió a su mujer, lady Loosebloomers, concelebrando el antiguo in and out con Wellh Ung, el lacertoso mancebo encargado de la cría de los faisanes. "Bloody be! -profirió con enojo Feebledick, que no olvidaba los juramentos aprendidos en el Quinto de Lanceros de Calcuta-. ¿Así pagas, desdichado, la confianza que a pesar de tu aspecto he puesto en ti?". "No pensé que tendría que pagarla, milord -respondió sinceramente apenado el toroso joven-, pero si ésta no es la manera correcta de hacer el pago, dígame por favor cómo he de hacerlo". "¡Ciertamente no en este modo, grandísimo truhán!" -rebufó lord Feebledick. "Por favor, marido -intervino en ese punto la señora-. Cada quién paga como puede". "Y tú dispuesta siempre a hacer el cobro ¿no? -refunfuñó mi lord-. Lo que este imberbe joven necesita es aprender valores que lo guíen por el camino de la vida. Escucha, jovenzuelo". Y así diciendo milord procedió a recitarle al mocetón el poema "If", de Rudyard Kipling. ("If you can keep your head when all about you / are losing theirs and blaming it on you...", etcétera). Al final de la declamación le preguntó lady Loosebloomers a su esposo: "¿Has terminado ya, marido? Porque este muchacho no acaba todavía, y me disgusta que la servidumbre deje inconclusa su tarea. No quiero Schuberts en mi casa". Respondió lord Feebledick: "Iba en seguida a recitarle al joven "The rime of the ancient mariner", de Coleridge, otro poema también muy aleccionador, pero tienes razón: no interrumpamos al operario en su trabajo. Dejaré los versos para mejor ocasión". Y así diciendo milord salió de la recámara y fue al salón fumador a disfrutar su pipa y a leer el Times... FIN.

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