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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

El joven caminante pasó la noche en la casa de un granjero y su mujer. Como no había cama extra el matrimonio invitó al huésped a compartir con ellos su lecho. Acostados ya los tres, y luego de un buen rato, el muchacho oyó de pronto que la señora le decía al oído: "Arráncale un pelo del bigote a mi marido. Si no despierta podremos hacer lo que yo quiero y tú también". El invitado hizo lo que decía la mujer, y como el granjero no dio señales de vida se llevó a cabo el inmoral connubio. Poco después la señora le pidió al joven que hiciera de nuevo la prueba del bigote. El granjero tampoco reaccionó esta vez, y los ilícitos amadores repitieron la ocasión. Hubo -previo arrancón de pelo del bigote- una tercera refocilación. Cuando la mujer, insaciable, le pidió al viajero que le arrancara otro pelo a su marido, el granjero habló por fin, y dijo con enojo: "Es malo que estén haciendo lo que hacen, pero es peor que usen mi bigote para llevar el marcador"... Incontables tesoros guarda la discoteca de Radio Concierto, emisora cultural que mi familia y yo fundamos en Saltillo. Tenemos desde cilindros de Edison hasta grabaciones realizadas con las últimas tecnologías. Hay en nuestra colección discos grabados en 16 y 80 -no 78- revoluciones por minuto, que en su tiempo deben haber sido muy revolucionarios. Podemos oír la voz de La Gatita Blanca cantando "Alegre trompetería", con sus picarescas coplas: "Tengo un jardín en mi casa / que es la mar de rebonito, / pero no hay quién me lo riegue, / y lo tengo muy sequito. / Si usted tiene regadera / yo lo invito a trabajar, / porque como es tan chiquito / tiene poco qué regar". Suena para nosotros la garganta criolla de Carmen García, a la que cantó López Velarde, y nos llega, como venida de ultratumba, la voz de Elvira de Hidalgo, maestra que fue de María Callas. Ayer me puse a bucear en ese insondable piélago de música, y hallé aquella canción traviesa que se llama "Lulu's back in town", de la película "Broadway gondolier", filmada en 1935. Después de Dick Powell la cantaron Frank Sinatra y The Mills Brothers. Thelonius Monk gustaba de improvisar en torno de su sencilla melodía variaciones que sonaban atonales o dodecafónicas. Los Muppets hicieron una deliciosa creación de esa cancioncilla que habla del regreso de una mujer ausente. Viniendo a las realidades de estos días, tan llenos de ásperos sonidos y de furiosas furias, hubo un momento en que pareció que Josefina Vázquez Mota se había ausentado de la campaña electoral. Algunos tropezones, y la falta de apoyo de quienes más debían respaldarla, hicieron que descendiera al tercer sitio en las encuestas. Ahora, no cabe duda, ha regresado. Su afortunada participación en el segundo debate, y el llamado que hizo a las mujeres -también picaresco, y que seguramente molestó a algunas feministas- para que nieguen "el cuchi cuchi" a sus maridos en caso de que se abstengan de votar, le dieron presencia y la pusieron otra vez en el escenario. Josefina, no Quadri, representa la verdadera candidatura ciudadana en esta contienda electoral, y la única opción no comprometida con los grandes y poderosos intereses que están en juego tras las candidaturas de sus dos principales adversarios, Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador. Así como un voto por Quadri es un voto para Elba Esther Gordillo, un voto por el priista es un voto para las televisoras, y un voto por López Obrador es un voto para quienes, enemigos de las televisoras, buscan tener también su tajada del gran pastel televisivo. En ese juego de vencidas entre los dueños del País, Josefina Vázquez Mota es una candidata auténticamente ciudadana que vale por sí misma y no por el partido que la postula o los poderes fácticos que la patrocinan. No dudo que haya corrientes -algunas quizá ocultas- que la promuevan. Pero ha mostrado independencia y capacidad para tomar sus propias decisiones. Aun navegando contra la corriente, Josefina está figurando nuevamente en la carrera por la Presidencia. Ojalá en la recta final figure más... Un agente viajero que comerciaba en diversas mercancías llamó por teléfono a su esposa, a la que hacía tiempo no le enviaba dinero, y le anunció muy contento: "¡Vendí 20 colchones y 100 calzones de mujer, y me gané 15 mil pesos!". "¡Uh! -replicó ella con desdeñoso acento-. Yo con un solo colchón y sin calzones me he ganado en este mes ya cerca de 100 mil"... FIN.

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