El ciempiés macho le dijo al ciempiés hembra: "Quiero cuchi-cuchi". Respondió la hembra cruzando las piernas: "¡No y cien veces no!". Solicia Sinpitier, madura señorita soltera, iba por la calle cuando un desconocido la abordó y la invitó a tomar una copa en un bar que estaba cerca. Dijo la señorita Sinpitier: "No puedo aceptar una invitación así de un perfecto extraño". En seguida, tomando del brazo al individuo, añadió con un suspiro: "Pero en fin, vamos. Después de todo nadie es perfecto". La novia de Uglicio le comunicó: "Perdóname: no puedo casarme contigo". Él se afligió: "¿Hay alguien más?". "¡Tiene qué haberlo! -prorrumpió con desesperación la chica-. ¡Tiene qué haber alguien más!". Relató Babalucas: "Cuando fui a la India me mordió una serpiente". Le preguntó alguien: "¿Cobra?". "No sé ahora -replicó el badulaque-. Entonces lo hacía gratis"... Tengo en muy alta estima a las encuestas. Creo que son el mejor exponente de la rica diversidad que hay en el País. Lo mismo que las huellas digitales y las partículas que forman los copos de la nieve, no hay una encuesta que sea igual a otra. Un cierto amigo mío, criticón y misógino, dice que incluso algunas tienen veleidades de mujer, y cambian de la noche a la mañana. Por estos días todas las encuestas dan el primer lugar a Peña Nieto, con ventaja que va de 7 a 20 puntos sobre Andrés Manuel López Obrador, el candidato que le sigue. Lejos de mí la temeraria idea de poner en duda los resultados obtenidos por las casas encuestadoras, así sean esos resultados tan diversos entre sí. Pienso, sin embargo, que por una razón u otra las encuestas no están reflejando cabalmente lo que sucede. Viajo por el extenso territorio de la Patria, y percibo en todas partes una intensa corriente de opinión favorable a López Obrador. "Lo nuestro está muy macizo", dice él. (Albureros, absténganse). Y no le falta razón. Si yo fuera priista desconfiaría de lo que dicen las encuestas. Aunque todas dan por seguro el triunfo de Peña Nieto yo sigo pensando que nada está decidido todavía, y que al final puede alterarse la aparente lógica de los acontecimientos. Se me dice que la victoria del mexiquense está ya firme porque lo apoyan fuerzas económicas muy poderosas. Más poderosas aún son las fuerzas económicas que están apoyando a López Obrador, aunque él se ostente como el candidato de los pobres. Me gustaría, sí, que cualquiera de los candidatos ganara por un amplio margen. Eso, a más de evitar posibilidades de conflicto, legitimaría plenamente al vencedor y le aseguraría apoyos de consideración. Por desgracia temo que no será así. La elección será muy cerrada, considero, y su resultado mostrará que las encuestas no son pronósticos, augurios, vaticinios, agüeros, predicciones, oráculos o profecías, sino retratos de un momento, y que lejos de ser fotografías de estudio son meras instantáneas que no alcanzan a reflejar cabalmente la complejidad de ese ente tan difícil de captar: la realidad. Sintetizo toda esa gárrula palabrería en la manida frase que puse aquí al principio de la campaña -hace 44 millones de spots-, y que creo vigente todavía: la moneda está en el aire... Ganimedes consiguió trabajo de mesero en Ritzie's, el restorán de más moda y lujo en la ciudad. Estaba sirviendo la sopa en una mesa de elegantes invitados cuando sucedió un penoso incidente: a una linda chica se le salió del escotado vestido uno de sus atractivos encantos pectorales, y cayó en el plato de la sopa. Sin dar muestra alguna de turbación, con actitud profesional, Ganimedes tomó en su mano la dicha parte de la joven, la secó con una servilleta y la volvió a su sitio, cubriéndola después con el vestido. Seguidamente regresó a la cocina como si nada hubiera sucedido. No había pasado ni un minuto cuando llegó el maître hecho una furia. "¿Cómo se te ocurrió hacer eso, mentecato?" -le dijo con enojo. "Señor -respondió Ganimedes-, creo que hice lo que debía. No podía dejar en el plato de la sopa la parte que a esa señorita se le salió del vestido". "Es cierto -reconoció el maître-, Pero cuando en el Ritzie's sucede algo así jamás usamos la mano. Para eso está la cuchara sopera"... FIN.