Una madura soltera contrajo matrimonio. Había aspirado siempre a casarse con un intelectual, pues era mujer de libros, pero nadie de la academia se interesó por ella, de modo que vino a caer finalmente con un hombre de escasa cultura apellidado Busyprick. El primer día de casados, después de haber hecho el amor toda la noche, él despertó a su flamante esposa y le contó: "Mi padre solía decir que al empezar el día el marido debe hacerle el amor a su mujer". Y en efecto cumplió la recomendación paterna. Cuando llegó al mediodía del trabajo el hombre le dijo a su esposa: "Mi abuelo decía siempre que al volver del trabajo al mediodía el marido debe hacerle el amor a su mujer". Otra vez aplicó el consejo del abuelo. Regresó por la noche, y dijo a su esposa: "Mis tíos decían que al volver del trabajo por la noche el esposo debe hacerle el amor a su mujer". Seguidamente le informó que un primo suyo le dijo que después de cenar el hombre debía hacerle el amor a su mujer. Y ya en la cama le manifestó que otro primo declaró una vez que en el curso de la noche el esposo debía hacerle por lo menos tres veces el amor a su mujer. Días después la señora se topó con una amiga. Le dijo ésta: "Supe que te casaste con un hombre que no tiene mucha educación". "Es cierto -respondió la señora con sonrisa de oreja a oreja-. Pero viene de una familia maravillosa"... A lo mejor estoy aprendiendo ya este riesgoso oficio que tanto se parece al del volatinero o alambrista: el oficio de escribir en los papeles públicos. Lo digo porque creo que hice bien mi tarea en lo que atañe a la elección presidencial. La prueba es que unos lectores me reprocharon ser peñanietista; otros me tildaron de ser chepinista, y los demás de ser lopezobradorista. De partidarios de los tres candidatos conservo mensajes, algunos muy molestos, respetuosos todos, en que me juzgan mal por haber escrito bien acerca de los otros dos. Cuando dije que había comido con Peña Nieto el mundo se me vino encima. Cuando manifesté mi admiración y afecto por Josefina Vázquez Mota el mundo se me vino encima. Cuando escribí que observaba una corriente de opinión favorable a López Obrador, corriente que no se apreciaba en las encuestas, el mundo se me vino encima. Quizá eso se pueda interpretar como reflejo de imparcialidad. Significa que finalmente he aprendido a no darle gusto a nadie. Eso sí: modestia aparte, me acerqué más que las casas encuestadoras al resultado final de la elección: dije que Peña Nieto ganaría por cinco puntos, y ganó por seis. Por si eso fuera poco mi vaticinio sobre la otra importante jornada que se vivió el primer día de julio fue acertado: ganó España. A lo mejor estoy aprendiendo ya este oficio que da de comer, pero a veces quita el apetito... Bustolina Grandchichier, muchacha de enhiesto y redondeado busto, estaba en un bar de solteros. Se le acercó uno y le dijo: "Te apuesto 50 pesos a que puedo tocarte el busto sin tocarte la ropa". Ella, sabiendo que cumplir eso era imposible, aceptó divertida la apuesta. Entonces el tipo puso las dos manos sobre las atractivas bubis de la chica, y las toqueteó cumplidamente: "¡Oye! -le dice la muchacha-. ¡Tocaste mi ropa!". "Ya lo sé -contesta, feliz, el individuo-. Aquí tienes tus 50 pesos"...La maestra les estaba contando a los niños el cuento del pollito. "Entonces -relató- el pollito fue corriendo con el granjero y le dijo: '¡El cielo se está cayendo! ¡El cielo se está cayendo!'. Y ¿qué creen ustedes que dijo el granjero?". Pepito levantó la mano: "Seguramente dijo: '¡Uta! ¡Un pollo que habla!'"... Llegó a la perfumería un individuo y le pidió a la dueña que le mostrara algún perfume, pues quería obsequiarlo a una chica a la que cortejaba. Le dijo la mujer: "Tengo un aroma que está muy de moda. Cuesta 4 mil pesos, y se llama 'Quizá'". "Oiga -responde con impaciencia el otro-. Por 4 mil pesos quiero uno que se llame 'A huevo'". Don Añilio, señor de edad madura, les contó a sus amigos: "Con los años mi esposa y yo hemos logrado una absoluta compatibilidad sexual: a los dos nos duele la cabeza por la noche"... FIN.