En la reunión de amigos todos se quejaban del sueño tan ligero que tenían sus respectivas cónyuges: cuando ellos llegaban tarde a casa, por más que se esforzaban en no hacer ruido las señoras despertaban, y se les armaba la gorda. Declaró don Cornulio: "Los compadezco, amigos. Mi mujer, en cambio, tiene un sueño pesadísimo. El otro día me fui de parranda. Le dije que me iba a quedar a trabajar en la oficina, y que llegaría a las 3 de la mañana. La farra acabó antes, de modo que llegué a la una. Entré de puntillas para no despertarla. Apenas iba a subir por la escalera cuando bajó corriendo un tipo. ¡Y a ninguno de los dos mi esposa nos oyó!''... Pepito le preguntó al maestro que lo acababa de reprobar: "Oiga, profe: ¿qué sucedería si un alumno le dijera a su maestro que fuera a tiznar a su mamá?''. "Bueno -responde el mentor, amoscado-. Seguramente el grosero alumno sería expulsado de la escuela''. "¿Y qué pasaría -vuelve a preguntar Pepito- si el alumno no le dijera al profesor que fuera a tiznar a su mamá, sino que nada más lo pensara?''. "En ese caso -responde el maestro más picado todavía- creo que no podría hacerse nada''. "Bueno -dice entonces Pepito-. Pues ahí se la dejo''... Después del pasional trance de amor el galán observó que su amiguita se tomaba una pastilla. "¿Qué es eso? -le preguntó-. ¿Es la píldora anticonceptiva?''. "No -respondió ella-. La píldora se me olvidó tomarla. Es un tranquilizante''... Por uno de esos milagros de la vida Babalucas logró que Curvina, la muchacha más guapa del lugar, accediera a otorgarle sus favores. ¡Venturoso gaznápiro! Todos los hombres habían pretendido inútilmente los encantos de aquella hermosa mujer, y he aquí que los gozaba el más simplón entre ellos. Al día siguiente Babalucas les contaba la experiencia a sus amigos. "Ella cerró los ojos -dijo con orgullo- y empezó a fantasear". "¿A fantasear?" -se asombraron ellos. "Sí -precisa Babalucas-. Me dijo que se puso a imaginar que yo era otra persona"... Entre todas las cosas oscuras que vemos estos días hay una que es muy clara: los partidos políticos de México -todos- están muy por abajo de los mexicanos. No hablemos de los cuatro partidejos que son negocio de familia o empresa personal. Los electores autorizaron con su voto que sigan existiendo, y debemos por tanto tolerarlos velis nolis, que es la forma latina de decir "a huevo". Alguna razón ha de haber para que existan, pues reunieron los votos necesarios para su subsistencia. Refirámonos a los tres partidos principales: PAN, PRI y PRD, que muestran por igual no estar a la altura de la calidad que mostraron los ciudadanos en la jornada electoral, tanto los que acudimos en número alto a sufragar como los que en las casillas electorales llevaron a cabo la elección. El PAN, tan desmigajado ahora, no es ya ni sombra de lo que antes fue. Desde el tiempo de las famosas "concertacesiones", cuando legitimó el dudoso triunfo de Carlos Salinas de Gortari, el que otrora fue "el partido de la gente decente" entró en concilio de malos, y adquirió y ha puesto en práctica, siquiera sea desmañadamente, muchos de los vicios que antaño reprobó en el PRI. El partido de la Revolución, por su parte, conserva sus atávicos usos: el asunto de las tarjetas de Soriana es evidencia clara de manejos indebidos que la autoridad electoral debe investigar y sancionar en los términos de ley. El PRD, por su parte, tribal y dividido, sigue atado a un liderazgo caudillista que, de persistir, hará grave daño a la izquierda que México necesita, una izquierda liberal y democrática, semejante a las que en otros países han alcanzado el poder y lo han ejercido bien. Así las cosas, está puesto en razón asegurar que en la escena política de México los ciudadanos han actuado con altura, y preguntar si acaso los partidos podrán superar algún día sus bajuras. El jefe de personal interrogaba a la joven aspirante a secretaria. "¿Puede mencionar algunos logros en su vida?". "Tengo gemelitos" -respondió la muchacha con orgullo. Acotó el entrevistador: "Me refiero a logros en el trabajo". "Precisamente -replicó ella-. Los concebí en horas de oficina"... Y para terminar, he aquí "El Chiste de Viejitos más Breve (y más Pelado) que se ha Contado Aquí''... Llegó un ancianito a la farmacia y le pidió con feble voz al encargado: "Deme por favor un paquetito de condoncitos. Pero que sean de los que no se doblan, ¿eh?''... (No le entendí)... FIN.