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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

En la plaza del pueblo estaban dos amigos, el uno oriundo del lugar, el otro visitante. Advirtieron de pronto que venía corriendo un individuo astroso, de ojos desorbitados y ropa hecha jirones. El hombre blandía amenazante un enorme cuchillo de carnicero. "Huyamos -le dijo el lugareño a su invitado-. Ese loco, llamado 'El mochagüevos', le corta los éstos al que tenga tres o más". "¿Y por qué hemos de huir? -preguntó con extrañeza el visitante-. Yo no tengo tres o más, y supongo que tú tampoco". "Te digo que corramos -insiste el lugareño iniciando la presurosa fuga-. El loco primero corta y luego cuenta"... En la fiesta se hablaba de infidelidades matrimoniales. "Lo que es yo -declara un señor- estoy absolutamente tranquilo. Mi esposa es una mujer virtuosa". Una de las señoras presentes le dice en voz baja a otra: "La conozco, y no es precisamente virtuosa. Pero debo reconocer que es muy lista"... La madura actriz invitó a su departamento al joven y guapo actor. Le dijo con insinuante voz: "¿Recuerdas esa escena en la obra en que me tomas en los brazos y me besas apasionadamente? Si quieres puedes hacer aquí eso mismo". Cauteloso, pregunta el muchacho: "¿Y también me pagará?"... Pirulina admiraba en el gimnasio la musculatura de un fortachón adonis. El tipo, muy pagado de sí mismo, hacía jactancia de sus atributos. "Mira -le dijo a Pirulina-. Siente mis bíceps... Siente mi tórax... Siente mi cintura... Siente mis muslos". Le indica Pirulina: "Te brincaste"... Reforma energética, reforma educativa, reforma política, reforma administrativa, reforma fiscal, etcétera. Importantes reformas son ésas, ciertamente. Lejos de mí la temeraria idea de desestimarlas. Me viene, sin embargo, la mala ocurrencia de pensar que tales reformas tienen cierto parecido con la hipotética situación en la cual un hombre se está ahogando, y quienes se hallan en el muelle, en vez de arrojarle una cuerda o madero para que se salve, debaten sobre si el hombre debe decir: "¡Auxilio!" o más bien debe gritar: "¡Socorro!". Vuelvo a repetir: las reformas que mencioné revisten importancia; incluso algunas de ellas son impostergables ya. Pero el mayor problema de este país es la pobreza, y no lo estamos atendiendo más que por medio de sinapismos y cataplasmas que toman la forma de dádivas y subsidios tendientes sólo a evitar un estallido social causado por las condiciones de extrema pobreza en que millones de mexicanos viven, por no decir que apenas sobreviven. Háganse enhorabuena esas reformas. Pero la más urgente es una profunda reforma social que busque remediar las indignas situaciones por las cuales el reloj de la justicia está trágicamente atrasado en México. Si no vamos hacia los pobres de México, lo he dicho muchas veces, ellos van a venir contra nosotros. Esto no es ominosa profecía. ¿Quién soy yo para andar por ahí molestando a la gente con ominosas profecías? Es cosa de sentido común. Y el sentido común a nadie debe molestar... Don Bueysolo Bienselame era un irredento solterón. Le preguntó una de sus sobrinas: "¿Por qué nunca te casaste, tío?". "Te lo diré -explica el solitario caballero-. Las mujeres a las que les propongo matrimonio me rechazan porque en ese momento ando borracho. Y cuando ando sobrio no cometo el error de proponerles matrimonio"... En una fiesta le dijo un muchacho a una linda chica: "¿Cuántas copas necesitas para perder la cabeza?". "La cabeza no sé -respondió ella-. Pero con tres o cuatro me da por perder otras cosas"... El hijo de familia llegó de su primer día de clases en la costosa universidad privada donde iba a cursar una maestría. "¿En qué la vas a hacer?" -le preguntó su padre. "En Educación Sexual" -respondió el chico. "¿Educación Sexual? -se indignó el paterfamilias, hombre chapado a la antigua y muy conservador-. ¿En eso gastarás mi dinero y desperdiciarás tu tiempo? ¿A aprender inmoralidades?". El estudiante, disgustado, salió de la habitación sin contestar y dejó a su padre con la palabra en la boca. Poco después su mamá fue a buscarlo a su cuarto. Ahí estaba el muchacho, haciéndole apasionadamente el amor a la criadita de la casa. Sin turbarse le dice la señora: "Hijo, cuando acabes la tarea ve a hacer las paces con tu papá"... FIN.

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