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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Al poco tiempo de casado el joven Tapiano se percató, alarmado, de que tenía dificultades para oír. Le dijeron, por ejemplo, que a su sobrino de 10 años le iban a hacer una piñata, y comentó: "A los 10 años yo ya me la hacía solo". Su esposa lo llevó con un otorrinolaringólogo tan bueno que podía decir sin trabarse el nombre de su especialidad. Después de un breve examen el facultativo le preguntó a su paciente: "¿Fuma usted?". Tapiano confesó, apenado: "Una cajetilla diaria". "En adelante fume nada más media cajetilla" -prescribió el doctor. "¿Oíste, Tapiano?" -lo amonestó, severa, la muchacha. El médico siguió con su interrogatorio: "¿Bebe usted?". "Una cerveza al día" -respondió el muchacho. "Suspenda esa costumbre -le ordenó el galeno-. En adelante tómese solamente una cerveza los domingos". "Ya lo sabes, Tapiano -volvió a decir la esposa con severidad-. Nada más una cerveza semanal". Seguidamente el otorrino le preguntó a Tapiano: "¿Cuántas veces a la semana le hace usted el amor a su mujer?". "Cuatro" -contestó el muchacho. "Desde ahora -le indicó el médico-, deberá hacérselo nada más una vez a la semana". "¡Ah no! -prorrumpió con enojo la muchacha-. ¿Todos esos tremendos sacrificios sólo para que pueda oír un poquitillo mejor?"... Picio, muchacho rico pero feo y tonto, se dirigió emocionado a Rosibel. Le preguntó, vehemente: "¡Vida mía! Si nos casamos ¿aprenderás a amarme?". "Supongo que sí -contestó ella-. Después de todo también aprendí álgebra, geometría, trigonometría y cálculo infinitesimal"... Doña Panoplia acudió a una agencia de colocaciones, pues necesitaba a una chica que le cuidara a su niño esa noche mientras ella iba con su marido a una fiesta. El encargado le dio el nombre y el teléfono de una muchacha que vivía en la misma colonia. "¿Es responsable, seria y cuidadosa?" -preguntó doña Panoplia. "Sí, -respondió el de la agencia-. Ya la hemos ocupado en otras ocasiones, y nunca hemos recibido quejas de ella". Inquirió la señora: "¿Sabe karate?". "¿Karate? -se preocupó el de la agencia-. ¿Acaso su hijo es violento?". "Es un ángel -replicó doña Panoplia-. Pero la muchacha necesitará saber karate cuando mi marido la vaya a dejar a su casa"... Los priistas deben estar frotándose las manos de contento. Ciertamente serán necesarios los servicios de un cirujano plástico para quitarles la sonrisota de la cara. Más que a nadie al PRI beneficia la inevitable y esperada decisión de López Obrador de convertir su Morena en un partido. Eso de que el caudillo hará una consulta entre su gente para ver si la idea es aceptada es una chupaleta a fin de dar apariencia de colectiva a una determinación unipersonal. No le quedaba a AMLO otra salida -aparte de la de echarse al monte- que convertirse en empresario de la política. El PRD se iba deslindando cada vez en mayor medida de él; las principales corrientes del perredismo lo veían ya como un lastre del partido, sobre todo ahora que han surgido en él nuevas figuras. Tendrá su franquicia López Obrador -éramos muchos y parió la abuela-; propondrá por tercera vez su candidatura en el 2018, y con eso dividirá a la izquierda y le restará posibilidades de victoria. El PRI, claro, baila de contento, pues la división de las izquierdas hace crecer sus posibilidades de mantener la Presidencia. Los priistas deberían publicar un mensajito de agradecimiento a López Obrador, como hacen los devotos de San Juditas Tadeo para darle gracias por los favores recibidos... Silly Kohn, vedette de moda, le contó a su amiga Nalgarina: "Solía yo tener una espantosa pesadilla. Soñaba que 15 hombres hacían fila para gozar mi cuerpo, y al final cada uno me pagaba con una moneda de 10 pesos". "¡Qué cosa tan horrible! -dijo Nalgarina-. Y ¿qué hiciste?". Contesta Silly: "Me recomendaron a un hipnotizador, el famoso doctor que se anuncia como 'La Sombra de Cagliostro'. Me hipnotizó en varias sesiones, y ya no tengo ya ese mal sueño". Le pregunta la amiga: "¿Ya no gozan tu cuerpo los 15 hombres?". "Sí lo gozan -responde Silly Kohn-. Pero ahora sueño que cada uno me paga 10 mil pesos"... Capronio, hombre incivil y majadero, le dirigió un piropo de mal gusto a la joven y guapa mujer que mostraba evidentes señas de embarazo. "Señora -le dijo con acento untuoso-. Cuando el cuarto se desocupe me gustaría hacerme cargo de él". "Cómo no -respondió ella-. Agárrele la llave a mi marido"... FIN.

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