Mr. Palmery Hogan era muy aficionado a esa tortura disfrazada de juego que es el golf. Yo intenté jugarlo alguna vez, sin resultados. El médico me aconsejó que jugara golf, y el profesional del club me aconsejó que no lo jugara. Removí cielo y tierra -más tierra que cielo- para tratar siquiera de hacer un tiro de 10 yardas, y nunca jamás lo conseguí. Difícil juego es ése. Muchos que empezaron a jugar golf para olvidarse de las dificultades del trabajo empezaron luego a trabajar más para olvidarse de las dificultades del golf. Mr. Hogan, en cambio, había alcanzado un buen nivel de juego. No es que jugara bien; es que contaba mal. Cierto día debió salir en viaje de negocios. Tan ocupado iba a estar que ni siquiera llevó consigo sus palos de golf. Tres días llevaba ausente de su casa cuando recibió una llamada telefónica de Pancho, su chofer y asistente personal. "Señor Hogan -le dijo Pancho a su patrón-. Le hablo para informarle que se murió el gato de la casa". Palmery se entristeció: "¿Murió Catbird Seat, mi finísimo Kurilian ruso? ¿Qué le sucedió?". Responde Pancho: "Comió carne de caballo, y le dio una congestión". "¿Carne de caballo? -se sorprendió Hogan-. ¿Qué carne de caballo era ésa?". "La de Horsh It, señor Hogan" -contestó el chofer-. "Holy cow! -se consternó el americano, que en su turbación no dudó en mezclar vacas con caballos-. ¿De qué murió mi finísimo ejemplar arábigo, por el que pagué 3 millones de dólares, más lo de las herraduras?". Le dijo Pancho: "Reventó por el esfuerzo que hizo cuando lo puse a estirar la pipa de agua". "¿Cuál pipa de agua?" -inquirió Palmery. Contestó Pancho: "La que usé para tratar de apagar el incendio". "¿Qué incendio?" -se inquietó el rico señor. "La de su casa, mister Hogan -replicó Pancho-. Ardió hasta los cimientos". "¿Y cómo fue que se quemó la casa? -se afligió el propietario. Declara Pancho: "Tumbé una de las cuatro velas que pusimos junto al ataúd". "¿Qué ataúd?" -tembló Hogan. "El de su esposa, señor. Murió el día anterior". "¡Qué barbaridad! -dijo mister Palmery-. Pero en fin: sea por Dios. Me resigno a la soledad en que me deja esa santa mujer que siempre estuvo conmigo en las buenas y algunas veces en las malas. Me resigno igualmente a la desaparición de todos los preciados bienes que me has dicho. El Señor dio; el Señor quitó; hágase su santísima voluntad. Pero dime, buen Pancho: ¿de qué murió mi esposa?". "Salió al jardín de noche -relata el asistente-. Yo pensé que era un ladrón; tomé un palo de golf, el que compró usted recientemente, y le pegué con él en la cabeza". "¿Mi nuevo palo de golf? -tembló mister Hogan-. Pancho: si dañaste mi Tiger Woods' Nike driver ahora sí vas a estar en problemas conmigo". Le preguntaron a Vasconcelos si la Constitución era roja o era blanca, es decir socialista o capitalista. Respondió el gran oaxaqueño: "No es ni roja ni blanca: es violada". Con la reforma laboral la ley máxima queda un poco más blanca y un poco menos roja. La premura con que los cambios hechos se efectuaron da motivo a suspicacias. Esperemos que de esta acelerada acción legislativa no deriven situaciones de injusticia, y que la reforma sirva en verdad para impulsar el desarrollo del país sin daño para los trabajadores. Un oriental marcó un número telefónico. "¿Bueno?" -le contestó una voz de hombre. "¿Quién habla?" -preguntó el que llamaba. Responde el de la voz: "Habla Melesio". Replica el oriental gritando a voz en cuello: "¡¿QUIÉN HABLA?!"... Silly Kohn, vedette de moda, le dijo a su amiga Nalgarina: "Anoche hice el amor con un hombre de 70 años, y estuvo como un toro". "¿De veras?" -se asombró Nalgarina-. "Sí -confirma Silly-. Como un toro de 70 años". Una señora le contó a otra: "Desde que mi marido se jubiló se pasa todo el tiempo de pie, mirando tristemente a través de una ventana de la casa". Hizo una pausa y concluyó: "Supongo que algún día tendré que dejarlo entrar". Don Frustracio, el esposo de doña Frigidia, le pidió al doctor Ken Hosanna que le recetara Viagra. "Está bien -concedió el médico-. Pero recuerde que deberá esperar media hora antes de que la pastilla le haga efecto". "Entonces no me sirve -dijo don Frustracio-. En media hora mi esposa ya se habrá desatado". FIN.