Estaba leyendo que Julio Iglesias, el hombre del eterno bronceado, el cantante español con más propiedades en el extranjero, el galán que ha tenido sexo con 3 mil mujeres (según las estadísticas), el cantante latino más influyente del mundo, el marido de la rubia con nombre de hamburguesa, amenizó la boda del abogado Juan Collado y la actriz Yadhira Carrillo.
Quienes usan la palabra “amenizar” ya podrían haber dicho “es el invitado de honor” de los novios o algo con más categoría, ¿no? Yo digo. Para “amenizar” llevas a los Joao y todos bailamos “vamos a la playa oh oh oh oh oh...” haciendo trenecito.
Hasta parece que no conocen el nivel de mi Julio que ha triunfado hasta en Japón. Allá, aunque no lo crean, los lugareños cantan todo el día “tiré mi pañuelo al río para mirarlo como se hundía...”.
¿Ustedes creen que Julio le iba a decir al agente de migración que venía a México “a amenizar” el casorio? ¿A cantar mientras los elegantes invitados comían ‘fantasía de salmón’ y los meseros se atravesaban frente al escenario haciendo ruido con los platos? No, Julio habrá explicado: “Mire, oficial, vengo a dar un gran concierto, un recital de lujo en el Palacio de las Vizcaínas. Vengo de una gira Mundial a mi México que tanto amo” (y el de migración se dobló de risa y le estampó el sello de entrada). Ya sé, ya sé que es Convento, no Palacio, pero al cantante le gustan las cosas con más glamour.
Lástima que no fui a la boda. Por dos razones muy importantes. Primero, porque me quedé leyendo “El Misterio de Alma Rossi”, y luego, porque no me invitaron. Que no me lo explico, ¿eh? A la novia no la conozco, es verdad. Bueno, un día coincidimos en el vestidor de una tienda departamental, entre pijamas y camisones, calzones, medias y batas. Estaba esta columnista tan concentrada tratando de embonar en la diminuta lencería, cuando escuché una voz que decía: “Es que ya está embarazada”. Confieso que pensé “traigo la nota, Yadhira espera un hijo”. Pero no. La que iba a ser mamá era la santa mujer que estaba en el tercer probador. El vientre de Yadhira y mi útero estaban libres de embriones. La culpable era la otra. Y el “Ya” no era el diminutivo del nombre de la actriz, sino que la mujer desconocida se adelantó a las cuentas (según me enteré).
Pero al novio, a Juan, claro que lo conozco. Bueno, nos hemos cruzado en muchos pasillos (la casualidad une mucho) y es muy amigo de un amigo que ya no es tan mi amigo. Por ahí podía haberme colado a la lista de invitados, total, entre 800 almas, qué más daba. Es que Collado es muy amiguero, supongo que porque todos debemos tener un abogado y un médico de cabecera. Hasta me extraña que no fueran 2 mil 500 invitados. No hay nada más bonito en el mundo que una boda con mucho presupuesto.
A lo que iba es que yo hubiera sido una gran invitada. Por otras dos razones importantes (soy mujer de razones). Porque soy muy cómplice de la felicidad de otros y de las parejas de enamorados. Y después, porque Nancy Reagan y yo siempre hemos sido fans de hueso colorado de Julio Iglesias.
Es más, si un día me caso otra vez, pienso fusilarme la idea de Juan y Yadhira. Por dos cosas básicas. Porque en estas épocas el español se las ve canutas para encontrar trabajo y porque ¿qué es más romántico que en el día de tu boda alguien cante “To all the girls i’ve loved before”?
Tengo mucho talento para encontrar momentos hermosos.
¡Felices vacaciones!