Estaba leyendo que “Anahí no cantará en la inauguración de los Juegos Olímpicos de Londres”. Pues ya lo sabíamos. De siempre. ¿O no?
Sé que la periodista soy yo y que ustedes son mis queridos lectores. Pero hoy necesito que me ayuden a escribir lo correcto, que me asesoren porque creo que carezco de información.
Tal vez ustedes sepan algo que yo no. O quizás hubo quien, sin la malicia del comunicador, creyera que lo de Anahí sería posible por alguna razón.
Por eso, pregunto, con el encanto de las dudas simples: ¿Iba a cantar? ¿En serio?
¿Alguien se lo propuso? ¿En el evento mundial de los cuerpos atléticos? ¿En el país de los cantantes increíbles? ¿Por?
A mí no me cuenten. Y si yo puse la cara que puse al leer la noticia que no es noticia, me imagino la reacción de Adele, por ejemplo, al enterarse de lo mismo.
Por favor, no me vean con cara de detractora. Para nada. Es más, soy una de esas personas que cuando ve a Anahí comenta: “Ah, pero qué bien me cae la ex RBD”. Pero Adele es la hija más exitosa del Reino Unido en este momento. The one and only. La Embajadora natural. No una mexicana y tan flaquita.
Pero ya lo decía Ibargüengoitia (siempre lo apoyaré Don Jorge): Los Juegos Olímpicos no sirven más que para fomentar el odio entre las naciones. ¡Deveras! Lo que menos necesitamos son problemas internacionales y líos diplomáticos.
Bueno, a lo que iba, ya que hablamos de la talentosa británica, qué maravilla es Adele, ¿verdad? Aunque la canción que me gusta es “I Can’t Make You Love me” (if you don’t...), que es una joya de desamor, no “Rolling in the Deep”. Es que para mí “Rolling in the Deep” es, hagan de cuenta, ¡la nueva versión de “El Flautín del Pastor”! Antes, cuando alguien quería demostrar que sí cantaba, se aventaba el falsete de “El flautííín, del pastooor, ay ay, ayyy, caaantaaa asííí”.
Ahora todos usan el exitazo de Adele.
Por cierto, me escribe un lector para decirme que ‘le debo una disculpa a la cantante ganadora de 6 Grammy por haberle dicho gordita en mi programa de televisión’. Y continúa el buen hombre, alegando que ‘la suerte me favoreció, pero que no olvide que yo fui una gorda’.
Yo lo que digo es: Por ser una gorda (redimida, ja) o una flaca con una gorda adentro o como quieran, puedo hablar (o reírme o llorar) de sobrepeso con toda autoridad y con permisito. Es lo políticamente correcto. Negritos con negritos, gorditos con gorditos y flaquitos con flaquitos. Eso sí, todo en diminutivo para no ofender. ¿Qué quieren que les diga? Los ex obesos que luego somos muy insolidarios.
Sólo tengo otra pregunta, aparte de la que ya formulé sobre Anahí. Ustedes disculparán, pero hay días que la mente es un infierno de frivolidad.
¿Es mi imaginación o Adele siempre usa el mismo vestido en las fiestas? Ya saben, uno negro con brillitos.
Que conste que no la estoy juzgando, es sólo una duda que me asalta.
Yo no fui mujer de un solo hombre, como todas. ¡Yo fui mujer de un solo vestido! Tenía uno tipo cortina destinado para eventos importantes. Es que era una joya. Cubría, disimulaba, combinaba, resaltaba. Y del uniforme no me sacabas, como José el de la Biblia, envuelta en mi túnica multicolor.
Adele, perdón si te ofendí. Y si te queda mi ropón, te lo presto para los premios Billboard. Es divino.
