¡Perdón que cuente el final de la película! Pero es un final que ya sabemos. Cómo saber que el Titanic se va hasta el fondo, que Cenicienta se queda con el príncipe, que King Kong se avienta del Empire State y que el Poseidón se hunde.
En Colosio, El Asesinato los matan a todos. Bueno, sólo quedan la ex esposa y el hijo del protagonista, pero estoy segura que los liquidaron más tarde, antes de que yo llegara al estacionamiento del cine.
Triunfó el mal y ganaron los malhechores pero, el “final-final” es precioso. Visualmente, digo. Que después de ver la película de Carlos Bolado, sales con el corazón en el suelo y el susto en la garganta.
Oigan, no es que yo sea una veleta o una persona altamente influenciable y sugestionable, pero Colosio te aleja del PRI, fijo (o te une si eres perverso).
Aunque en los cortos Andrea Legarreta y el ‘Negro’ Araiza te presionan para votar ‘verde’. ¡Verdes salimos de tanta sangre! En estos días de elecciones, ya no se puede ir al cine tranquilamente. A despejarte, a pasar el rato, a comer palomitas (nachos, pelones, ponpons, hot dog, gaznate, chamoyada y esquite) sin agobio. No, ahorita hay que hacer “corte de caja y examen de conciencia”, como decía don Jorge.
Debo confesar que yo, que tengo clarísimo por quién votar y nada ni nadie me hará cambiar de opinión (¡hay días que se me sube la autoestima y la seguridad a niveles insospechados!), sí disfruté la tarde de cine.
Francamente, me gustó mucho la película y aunque mi amigo Héctor diga que Daniel Giménez Cacho es el peor actor de México, yo soy su fan y le creo todo. Vale la pena ver en acción a Chema Yazpik y saber por qué trae vuelto loco a Almodóvar.
También a la Gidi, a Odiseo Bichir, al Güero Franco, a Sefami, a Enoc Leaño, a Emilio Echevarría, a Rodarte, a Ximena Rubio, a Raúl Méndez (¡Guapo!), a Marco Pérez -que es una joya en plan de malo- y a Dagoberto Gama. ¿Saben qué? ¡Amo a Dagoberto Gama!
Por supuesto, también me dio gustó ver a Kate del Castillo, pero me quita la paz que ya no pueda gesticular como antes.Me pone tan nerviosa lo que le ha pasado en las comisuras de la boca, que me distraigo y pierdo el hilo de la historia. Así de obsesiva soy cuando huelo el bótox. No me juzguen.
A lo que iba, es que me encantaría tomar café con Bolado. Primero, porque siempre he admirado a los valientes y luego, para contarle la reacción de los espectadores. Pero, dado que actualmente no estoy para citas, se lo cuento por aquí.
Mira, Carlos, querido, el público era multi-edad y multi-clase. Algunos se reían y gritaban cosas con los anuncios del Partido Verde, pero cuando empezó la peli, silencio absoluto. Ya en el tercer muerto, el ambiente era sepulcral (tanto que tuve que deglutir los nachos para que no tronaran). La única risilla fue mía, que cuando me pongo nerviosa no lo puedo evitar.
Al final, todos se salieron deprisa y calladitos del cine, con cara de espanto. “Uy”, pensé, ahí va la “mayoría silenciosa” a la que le tienen tanto miedo los candidatos.
También le quería decir al señor Bolado que lo vi en un programa del Canal 11, En Materia de Pescado, y me divertí mucho. Sobre todo, para que sepa que su trabajo no sólo provoca miedo y conciencia colectiva, sino risas buenas.
Por cierto, siento que soy como el Canal 11: ¡a veces me veomuy bien y a veces muy mal!
