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De vuelta al ruedo

PRIMERO MUERTA

Martha Figueroa

Este fin de semana decidí retomar una actividad que había dejado de lado y que podría titularse “Persigamos a Luis Miguel”.

Así que me subí a un avión con rumbo al sitio más alejado del mapa y llegué a Mexicali, que me pareció ideal para reanudar mis actividades persecutorias por el grado de dificultad natural que encierra: la temperatura ambiental era de 40 grados.

Cuando aterrizamos pensé: “voy a respirar muy hondo para llenarme de vida, absorber otros ambientes y cambiar de vibra”. Pues ahí estaba esta columnista, sintiéndose Michelle Obama en la escalerilla, dos horas más joven por el huso horario, pero cuando jalé la primera bocanada de aire ¡se me petrificaron los pulmones!, por el golpe de calor, y sangré de la nariz como en Apocalipsis (jajaja). Sin ningún glamour tuve que bajar en cuclillas, pensaba hacerlo de sentón, pero el metal estaba a punto para freír huevos.

La bienvenida me la dieron un soldado y su perro. Uno registraba mi maleta minuciosamente mientras me hacía 37 preguntas enfocadas a descubrir si yo era narcotraficante, ‘mula’ o vendedora minorista de drogas ilegales. Y el otro, olfateaba y caminaba alrededor del equipaje con la lengua de fuera, ávido de acción.

Con todo y todo, Mexicali es una maravilla desértica. Pero en cada palmo de terreno árido había espectaculares con la elegante figura de Luis Miguel, trajeadísimo, anunciando “The Hits Tour”.

Decidí que tenía que alimentarme bien para soportar las inclemencias del viaje, así que fui directo al Yui Shao Reng, que es un restaurante chino muy bueno en el que no le entiendes nada a los meseros porque te hablan en mandarín de alta velocidad y nunca sabes bien qué te estás comiendo, porque los animales no tienen forma, pero es una delicia.

Como verán, todo iba perfecto para el concierto cuando de repente empezó a bajar el sol, se nubló, descendió la temperatura ¡y arrancó un tornado! Como el de la película Twister, igualito (¿se acuerdan? La de Helen Hunt). Volaron techos, se cayeron espectaculares y hubo tormenta de arena como la que persigue a Tom Cruise en Misión Imposible 4. Hagan de cuenta que empezó el fin del mundo, que según los guionistas de Hollywood siempre es en Nueva York o en Mexicali.

Con todo y todo, yo dije: “primero muerta que dejar de ver a Luis Miguel”. Y allá voy. Llegando al estadio, empezó a llover y, justo cuando los organizadores evaluaban si se cancelaban el show... ¡tembló! No es metáfora, hubo sismo de casi 4 grados. Fue ahí cuando pensé: “Micky querido, la vida nos quiere separar”. Lo bueno es que soy bastante necia y no me moví hasta que pasó la emergencia, y como por arte de magia se despejó el cielo, dejó de temblar, el público abarrotó el lugar y, al fin. ¡Apareció Luis Miguel! O como dirían en los periódicos al día siguiente: ‘salió El Sol’. Y de qué manera.

“The Hits Tour” es un concierto fantástico porque LM canta sus mayores éxitos.

Además, aunque se empeñen en decir que está en mal momento y se le derrite el bronceado, sigue teniendo la mejor voz en español del mundo, sigue guapo, huele delicioso y está más simpático y cercano con el público que nunca.

Personalmente, le vi cara de enamorado o, mejor dicho, de hombre emocionado en pleno enamoramiento. La suertuda es una mujer parecidísima a Liv Tyler... pero yo me parezco a ¡Steven Tyler! cuando se quedó chimuelo luego de tanto embate de la naturaleza.

(Columna dedicada con cariño a María Elvia Amaya de Hank, porque le gustaba leerla).

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