Mientras mis amigas siguen enganchadas al libro “Cincuenta Sombras de Grey”, yo sueño que soy Sofía Vergara. ¿Alguien nos puede ayudar?
El otro día le llamé a una de mis cercanas para ir a tomar café (hermosa costumbre que no se extingue, aunque ahora ingerimos té, porque la cafeína dura nos pone más arrugadas), pero me mandó a volar porque me dijo que estaba leyendo cómo Anastasia le hacía un “fellatio” a Christian y que, de ninguna manera, cambiaría un vil té por un ‘coito per os’ (o sea, por boca). Mi amiga tan vivencial.
Ella forma parte de los millones de mujeres, mamás y amas de casa que están descubriendo el género literario “porn mummy” y no sueltan ni un segundo la literatura prohibida. Uy, qué divertido suena eso.
Cuando sus hijos necesitan ayuda. “Mamá, ¿me ayudas con la tarea?”, ellas contestan: “No puedo, ¡estoy ocupadísima!”. Si el pobre chamaco (que seguramente reprobará por falta de ayuda materna) supiera que su santa madre no lo atiende porque está obsesionada con la trilogía del señor Grey, leyendo cosas como: “Su respiración es entrecortada, como la mía, y levanta la pelvis cuando yo bajo, haciéndome subir de nuevo. Cogemos el ritmo. Arriba, abajo, arriba, abajo, una y otra vez. Entre mis jadeos, la penetración honda y desbordante”. Qué maravilla. Lo malo es que después tendrán que leer “La Vida en la Antártida” para enfriarse (Ay, señoras mías, el día que lean a Toni Bentley se mueren).
Por fortuna, esta columnista ha superado la etapa de los relatos eróticos y se ha sumado a la técnica “Eduardo Verástegui” de la abstinencia sexual, misma que piensa abrazar por los siglos de los siglos, amén.
La que escribe, o sea yo, soy más normalita que mis amistades, porque no leo porno, sólo. ¡Sueño que soy Sofía Vergara! Por favor, no se rían. Bueno, sí (ja ja). No crean que es un sueño ni una obsesión recurrente de: “Quiero ser Sofía, quiero ser Sofía”, lo que pasa es que estaba viendo la entrega de los premios Emmy a lo mejor de la televisión estadounidense yme quedé dormida.Meimpresionó tanto su paso por la alfombra roja, que supongo que se me grabó en el subconsciente. Qué cuerpazo, qué guapa, qué divertida.
Qué culpa tengo de que el programa fuera tan largo y aburrido. En una cabeceadita inocente, caí profunda y soñé que era la colombiana. La verdad es que fue muy aleccionador porque la vida se ve muy diferente adentro de un cuerpo como ése.
Además, fue precioso porque, cuando un hombre se me acercaba, yo le decía: “Hola, soy Sofía. He ganado 19 millones de dólares este año, soy una bomba sexual y enmi casame dicen ‘Toty’”. Sí, hasta dormida manejo información que en un momento dado puede ser útil.
Lástima que no tomé fotos en el sueño, porque me hubiera encantado guardar una de recuerdo. Y como va la vida, en lugar de verme como la actriz de Modern Family, cada vezme parezco más ¡a Lucía Méndez! Y lo sé porque, hace unos días, cené con Lucía y, comparando nuestros hábitos, llegamos a la conclusión de que somos igualitas afrontando los embates de la edad mediana.
Por ejemplo, a las dos nos gana el sueño a las 8:45 de la noche (aproximadamente), evitamos los compromisos nocturnos porque una sola desvelada nos mata toda la semana, a veces nos quedamos dormidas en el teatro y ya sólo nos persiguen los hombres o muy jóvenes o muy viejitos. No te preocupes Méndez, disfrutemos. Que según los científicos, luego se pone peor. ¿Leyeron lo de la incontinencia en hombre y mujeres? Ok. No.