La cuñadísima acaba de publicar un libro. Y yo, que soy tan abierta a escuchar lo que tienen que contar las personas con buen trasero, pienso correr a comprarlo.
La obra se llama “Celebrar: Un Año de Fiestas para Familiares y Amigos”.
La autora, Pippa Middleton, declaró que sigue asombrada de la fama que ha ganado gracias a su hermana, su cuñado y sus pompas (las suyas, no las del cuñado). Pero lejos de aprovecharse de dichas circunstancias, escribió una obra dedicada a otras cuestiones que no tienen nada que ver con la realeza. Lo primero que pensé fue “uy, pues qué aburrido”, pero ya le encontré el chiste y aprenderé de Pippa los secretos para hacer pasteles, papiroflexia, figuras con catsup y asar salchichas que, según la hermana de mi Kate, tiene su ciencia.
Me siento en la necesidad de aclarar que lo del buen trasero de Pippa no es apreciación de esta columnista, sino de los creadores de la página de Facebook elegantemente titulada “Sociedad para la apreciación del culo de Pippa Middleton”. Así es la vida y hay cosas que te marcan o definen.
Por ejemplo, el otro día estuve en una ceremonia donde develaron las huellas de mis manos en el Paseo de las Luminarias de la Ciudad de México. Honor que agradezco muchísimo, pero que me hizo descubrir que tengo extremidades muy chicas, hábiles, pero pequeñas, prodigiosas, pero ‘petit’. Tanto que cuando alguien pase por ahí dirá “¡mira las huellas de Margarito!”. Claro, si me hubieran pedido plasmar otros atributos, me confundirían con Pippa o con Lyn May, gracias a las clases infantiles de hawaiano a las que fui sometida desde los años 70.
Pero lo que en realidad quería contarles es que entre los homenajeados esa tarde estaban el productor de telenovelas Nicandro Díaz (que me saludó poco), el actor Carlos de laMota (que es encantador), Platanito (que salió tan rápido que sólo le vi volar la peluca), Eiza González, Crystal, Imelda Miller, el inolvidable Fito Girón y la venezolana Marjorie de Sousa. Como verán, lo que es una mezcla de vivos y muertos.
El más feliz era Fito, quien nos invitó a todos a ver su espectáculo nocturno de música disco que debe ser como un tour antropológico. Dice que tú llegas y tomas unos tragos (Tom Collins, medias de seda, París de noche, Bull o Tequila Sunrise) mientras él y su ballet giran al ritmo de “Boogie Nights”, “Funky Town” o “Disco Inferno”, por ejemplo, y luego el público entero se para y baila ¡como si estuviéramos en 1978! Qué maravilla, ¿no? Personalmente ya hice reservaciones para ir al show, total, sigo bailando igual. Es que con tanto trabajo, a veces no da tiempo de actualizarte en la pista. Lo malo es que bailar antiguo es de las cosas que luego te marcan ante los demás. A una amiga le decimos ‘la Braniff ’ por eso.
A Marjorie, poseedora de un cuerpo que paraliza el tráfico (cosa que no tiene mucho mérito porque el tráfico siempre está parado, digo yo), me la encontré tres veces la última semana, por eso creo que la vida quiere mandarme un mensaje que todavía no descifro. ¿Qué será? O tal vez sólo sean ganas de humillarme, un “¡toma!, ahí te va la rubia” del destino. Si yo fuera la responsable del Paseo de las Luminarias inmortalizaría otra cosa de la actriz, menos las manos. Es que si abres uno de sus calendarios nunca le ves las manos. Por eso, mejor le haría una estatua inflable o un busto de gel, que son mejores que los de bronce, que nunca se parecen y son fríos. Como la estatua de Heydar Aliyev, el ex líder de Azerbaiyán, que nos lo encasquetaron con todo y silla. Tonterías que nos definen.