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De vuelta al ruedo

LA MENCHÚ Y LA GAVIOTA

Martha Figueroa

Escribo esta columna con paz absoluta en cuerpo y alma, porque ya me dijo Rigoberta Menchú que el mundo no se va a acabar. ¡Qué bueno! ¡Qué alivio!

Yo, la verdad, tenía dudas, pero la cosa cambia después de escucharlo de labios de una Premio Nobel. Dice doña Rigo que ella es maya y sus antepasados nunca anunciaron la desaparición del planeta, sino el fin de una era en la que ‘morirá el sol, pero nacerá un solecito’. Claro, es lo malo de las profecías, que todo el mundo las interpreta a su manera.

Francamente, le creo a la doctora Menchú porque hace dos noches se ganó mi confianza cuando la encontré en el evento Mujeres en el Arte, una subasta silenciosa para recabar fondos pro mujeres indefensas, que organiza mi amiga Maruca.

No me pregunten por qué, pero la vi y quería gritarle “¡creo en ti, Rigoberta!, ¡creo en ti!”. Es que dio un discurso precioso, lástima que yo no estaba en un día de gran retentiva, pero lo que escuché fue bellísimo (ya les contaré, cuando lo recuerde). Por fortuna, cuando estaba a punto de echarle la porra, sonó mi teléfono y me distraje.

Pero, a lo que iba es que el mensaje de buena energía de la guatemalteca (paisana de Arjona), me llegó justo cuando pensaba dedicarle la columna de hoy a Angélica Rivera, nuestra Primera Dama. Nuestra ‘First Lady’, para los lectores allende las fronteras.

Es que, hablando de cambios y eras, hemos entrado a una era llamada “Yo conozco a La Gaviota”, en la que todos quieren hacerle saber a los demás que conocen de cerquita a la esposa del Presidente. ¿Se han fijado? ¿Lo han hecho? (confiesen, confiesen, no me obliguen a revelar nombres y apellidos). Últimamente tengo cara de ‘buzón de comentarios’ o algo porque las personas se me paran enfrente y me sueltan todo tipo de anécdotas ‘Gaviotales’. Por ejemplo, “conocí a Angélica cuando conducía TNT” (un programa de videos), “yo le hice unas fotos en traje de baño”, “yo me la encontraba en Acapulco”; pero la que me encanta es esta: “¡yo estuve con ella en el CEA!”. Como si eso te garantizara ‘palancas’ en Los Pinos (jaja).

Personalmente, lo que compartí con ella fue instrumental médico y uno que otro momento de la vida. Me parecía una mujer simpática. Eso sí, la prefería cuando era rubia de melena lacia... Gustos, gustos.

Nadie se quiere quedar atrás en los nexos con la esposa del primer mandatario porque sienten que les da status. ¿De qué o qué? Es como si yo les contara que hace 20 años Angélica y yo coincidíamos en el consultorio del ginecólogo y ahí intercambiábamos experiencias en lo que nos tocaba turno.Misma salita de espera, codo con codo. Compartimos a un doctor alto y guapo, pero inexperto y medio tonto, que nos ponía el disco Aries, de Luis Miguel, como música de fondo para los exámenes pélvicos, pero luego se equivocaba con los diagnósticos. Lo anterior arroja datos importantes como que el mismo hombre trajo al mundo a nuestros hijos, pero en la actualidad no es ningún boleto para acercarse al mayor círculo de poder.

Claro, es una lástima porque se me irá otro sexenio sin regresar a la residencia presidencial y tenía curiosidad por ver las remodelaciones recientes. Ya saben, que si pintaron de amarillo, que si le hicieron a cada niña un clóset, que si el gimnasio, que si la cocina, que si las cortinas. De esa información bastante inútil, pero que entretiene mucho.

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