Torreón Calidad del aire Peregrinaciones Tránsito y Vialidad

Dedican su vida a salvar la de otros

Tuvimos  que evacuar a mucha gente y llevar alimentos, eso me motivó  más para seguir en el socorrismo'. CARLOS
VÁZQUEZ ZAPATA socorrista

Tuvimos que evacuar a mucha gente y llevar alimentos, eso me motivó más para seguir en el socorrismo'. CARLOS VÁZQUEZ ZAPATA socorrista

EDITH GONZÁLEZ

Es muy loable la labor de quien se dedica a ayudar a los demás, pero lo es más de quienes han dedicado toda su vida a ello.

En Gómez Palacio y Torreón, las delegaciones de la Cruz Roja Mexicana cuentan con 250 socorristas y Técnicos en Urgencias Médicas (TUM), 187 son voluntarios. Desde que ambas delegaciones comenzaron sus funciones, las condiciones han cambiado en el ejercicio del socorrismo, pues mientras que en sus inicios el empirismo y la escasez de recursos eran las limitantes que enfrentaban los voluntarios, actualmente es su propia seguridad uno de sus retos diarios. Cuatro socorristas que dedicaron gran parte de su vida al ejercicio de este noble oficio y continúan en él, cuentan cómo nació su vocación y las experiencias que han vivido.

Descubre su vocación en la tragedia

A sus 82 años Carlos Vázquez Zapata continúa prestando sus servicios en la Delegación Gómez Palacio de Cruz Roja, como desde hace 46 años.

Su vocación nació luego de presenciar una tragedia, la muerte de decenas de personas tras una explosión registrada en Guayuleras por el choque de un camión con un tren que transportaba explosivos.

"Anduvimos varios por las labores ayudando a buscar personas con vida para ayudarlos, pero yo quería seguir ayudando, en aquel entonces, tenía mucho trabajo, hasta que un día me puse a reflexionar y decidí entrar como voluntario", contó.

Su ingreso fue en el año de 1966. Dos años después le tocó cubrir la inundación de 1968, con lo que su deceso de continuar esta noble labor se incrementó.

"Tuvimos que evacuar a mucha gente y llevar alimentos, eso me motivó más para seguir en el socorrismo", dijo.

Para Vázquez Zapata la Cruz Roja no sólo le dio la satisfacción de ayudar a la gente, sino también de heredar esta noble vocación a su esposa e hijos.

"Mi señora me traía de cenar y cuando se abrió la convocatoria para el socorrismo femenil, ella me dijo que si podía entrar, y yo le dije, que si yo le daba permiso sí -se ríe- ella fue comandante de socorrismo, llegó más lejos que yo" platica con un dejo de nostalgia.

Además de su esposa, María Antonia Flores de Vázquez, dos de sus hijos, Carlos y Jorge, también fueron voluntarios de la benemérita institución.

Carlos Vázquez Zapata combinó durante más de tres décadas su trabajo con el socorrismo, él tenía un taller de piedra artificial en donde se construían lápidas.

Actualmente continúa de voluntario.

Su pasión supera cualquier riesgo

María Teresa Reza Galván ingresó a la Cruz Roja de Gómez Palacio para hacer su servicio social, tal y como lo mandaba el CETIS 47, en donde estudia auxiliar contable y después de 25 años sigue ahí.

"Es mi pasión servir, ayudar y no recibir nada a cambio, me queda la satisfacción de hacer algo por el prójimo, desde la primera vez que vine, me fui con una gran satisfacción, tanto que decidí no irme".

Entre los servicios que atendió, el que más le impresionó fue una intoxicación masiva.

"Unos intoxicados en Ciudad Nazas nos hablaron que eran 10 personas, luego que 20 y 30, pensamos que era una broma, pero nos habló el alcalde y nos dijo que hubo una boda y la comida estaba mala, fuimos nosotros, Cruz Roja Torreón, Matamoros, ambulancias del ISSSTE y el IMSS, atendimos a más de 300 personas", cuenta.

Reza Galván dice que anteriormente las carencias económicas era su principal obstáculo, pero la unión entre los mismos voluntarios era lo que ayudaba a salir adelante al área.

"De poquito en poquito íbamos a pedirle a las enfermeras a los médicos para completar para gasolina para acudir al servicio, ahorita no tenemos este problema, si no corremos un riesgo latente por la situación que se vive".

A pesar de que la situación es peligrosa, María Teresa, dice que continuará ayudando a los demás.

"Cuando salgo de casa, sólo me encomiendo a Dios porque no sé si regrese por la situación que se está viviendo, yo vengo con el mismo entusiasmo, con el mismo amor que le tengo a la cruz Roja".

Una colecta despertó su interés

Hugo Godínez Romo, ingresó a la Cruz Roja Torreón desde 1974. Fue una casualidad la que lo llevó a descubrir esta vocación.

"Estaba cursando la primaria, yo tengo en mi casa en Torreón Jardín, mis papás me llevaban y traían, pero el carro se descompuso, me daban dinero para la ruta, pero como me lo gastaba me venía caminando y pasaba por la Cruz Roja. En una ocasión me tocó presenciar una colecta y decidí ayudarlos, así empecé".

La actividad altruista que desempeñaban las personas que en esos momentos estaban en Cruz Roja, fue lo que cautivó su atención y lo motivó para quedarse.

Godínez Romo recuerda que en sus inicios los recursos eran limitados.

"En aquel entonces, en las ambulancias lo que traíamos era tela de manta y cartón, con el cartón y tela inmovilizábamos, hacíamos vendajes y nos las ingeniábamos, hubo una temporada en el que nos juntábamos y nos cooperábamos para echarle gasolina a las ambulancias de turno", platica.

Entre los servicios que más recuerda en sus 38 años de permanecer en la institución, los eventos que recuerda con más cariño son tres partos que atendió.

"En aquel entonces no estaban los servicios de salud como ahorita, nos tocaban a veces atender partos, a mí me tocaron tres arriba de la ambulancia", dijo.

De los eventos desagradables recuerda un descarrilamiento de un tren cerca de Cuencamé, un lugar que se llama Yerbaniz, Durango.

"Hubo muertos y heridos, nos tocó estar trasladando a la Presidencia de Cuencamé cadáveres", dijo.

Sobre la situación actual de los socorristas coincide en que es peligrosa.

"Antes lo peor que nos pasó algunas veces es que nos sacaban a pedradas, ahora no, ahora no usan piedras", dijo.

Durante toda su vida, Hugo Godínez Romo además de dedicarse a ayudar a salvar vidas, también ejerció la administración de empresas.

Actualmente es miembro del grupo de Veteranos de la Cruz Roja Delegación Torreón.

Casi medio siglo de servicio

Uno de los veteranos de mayor antigüedad y de los que más vitalidad refleja en la Cruz Roja de Torreón es Jesús Ríos Rivera, también conocido como Don Chuy.

Don Chuy tiene 72 años, 49 de ellos los ha dedicado a ayudar a los demás. Es hijo del tercer socorrista de la delegación Torreón, José de los Santos Ríos Cázares.

"Cuando yo ingreso a la Cruz Roja, me dice mi padre, 'para entrarle a la Cruz Roja necesitas tener mucha voluntad, vas a durar un tiempo y si vemos que vas bien te quedas, si no te sales' y me quedé, pero fueron muchos años de mucho trabajo porque fui a desastres muy grandes".

Don Chuy acudió a apoyar en desastres como el terremoto de México, de 1985, huracanes, inundaciones, explosiones y otros eventos de gran magnitud.

"Para mí los más difíciles de todos los eventos que cubrí fue un trenazo en Real del Catorce, el otro, el terremoto del 85 y una explosión en carros de ferrocarril. En el terremoto recuerdo que había mucha gente que estaba muy mal herida y muchos muertos, tuvimos que juntar en la plaza de Acatzingo, Puebla, muchos cadáveres, porque ya andaban los animales comiéndoselos", dijo.

El olor a muerte fue una constante en los días que permaneció tanto en México como en los otros eventos fuertes.

Don Chuy actualmente es coordinador de Veteranos y uno de los socorristas más queridos y respetados en la institución.

Él coordina a 29 veteranos que continúan colaborando de manera voluntaria para la institución con la única intención de ayudar.

Leer más de Torreón

Escrito en: Dia del socorrista Cruz Roja

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Tuvimos  que evacuar a mucha gente y llevar alimentos, eso me motivó  más para seguir en el socorrismo'. CARLOS
VÁZQUEZ ZAPATA socorrista

Clasificados

ID: 756695

elsiglo.mx