Dejan todo por estar con el bebé y evaden críticas
Estas mamás decidieron lanzarse a ese mundo donde se detiene el tiempo y no hay impedimentos para que el contacto corporal con sus niños pequeños sea permanente, conscientes de que esa hazaña es invisible a los ojos de los demás y que en ese territorio no recibirán reconocimiento ni apoyo, han decidido ser ellas quienes sean testigos cercanos del crecimiento de sus hijos.
Regresaron al origen desde sus partos. Tuvieron a sus hijos de forma natural y en un parto humanizado, algunas de ellas en sus propias casas y sin anestesia ni químico alguno, lactaron hasta los dos años como lo recomienda la Organización Mundial de la Salud y se olvidaron de dar biberones o papillas enlatadas.
Hilsya, psicóloga y pedagoga; Gretel, dentista y asistente, y Viviana, odontopediatra, son tres mujeres jóvenes, guapas y mamás de día y de noche. Comparten un modelo de crianza que poco se ve en las culturas occidentales, pero que poco a poco está tomando fuerza en algunas grandes ciudades que tratan de imitar modelos europeos donde estar en contacto permanente con sus bebés es parte de criarlos.
Decidieron dejarlo todo el día que tuvieron por primera vez en sus brazos a Luciana, Nicolás, Tiare, Ray y Andy, el mismo día que en su vida apareció una mezcla de emociones: angustia, alegría, pérdida de identidad, deseos de desaparecer, cansancio, orgullo, sueño y excitación.
Gracias a que sus maridos las apoyan económicamente son mujeres que pasan horas a solas con el niño en brazos, encerradas en un su departamento. Sus hijos las sumergen en un mundo lejano de la vida social, el tiempo, la conversación entre adultos, el dinero, la autonomía, la libertad, pero que han desarrollado una capacidad de construir una conexión emocional con el niño y con la totalidad de su "yo" interior.
Algunas como Viviana y Gretel han tenido que reformular su identidad y buscarse actividades laborales que se lleven bien con el tiempo que dedican a sus hijos.
Laura Gutman, terapeuta familiar, dice en su libro "Mujeres visibles, madres invisibles" que las mujeres modernas viven en un malentendido pues creen que su yo se perdió en pañales y que su verdadero yo está en el trabajo pues una verdadera parte de su ser se ha desarrollado ahí, pero otra parte de su ser interior está escondido y permanece irreconocible para ellas.
"El trabajo nos salva", dice Gutman. "Nos devuelve la identidad perdida. Nos coloca en un estante visible y ordenado, a la vista de todo mundo somos empleadas, secretarias, bailarinas, doctoras o recepcionistas. Afuera volvemos a ser, por eso muchas mujeres regresan a trabajar después de 40 días de incapacidad antes de buscar alternativas laborales porque adentro con el niño en brazos y solas, nos tornamos invisibles".
Gretel, de 30 años, y mamá de dos niños es asistente de parto por lo que ve a unas dos mujeres en promedio por semana en un parto natural, muchas veces en agua, y dice que las mujeres que se preocupan por involucrarse en sus partos de una forma natural y desean traer a sus hijos al mundo sin la intervención invasiva de muchos médicos es ya un modelo que poco a poco comienza a tomar fuerza entre las capitalinas.
"Un 80% de las profesionistas que deciden tener un parto humanizado, suele, una vez que tienen a sus hijos, abandonar su trabajo y dedicarle su tiempo a los niños", dice.
Ante muchos ojos no hacemos nada. Estar en casa, dice, es no hacer nada, es ser ama de casa y nada más cuando la verdad es que estamos en proceso de formar niños amorosos y buenos ciudadanos, estamos cumpliendo con un modelo de crianza ideal e incluso antropológico.
Dice que somos especies de acarreo. "Los mamíferos pueden pertenecer a dos tipos, madriguera o acarreo. Los primeros dejan a sus crías durante largos periodos en una madriguera mientras la madre va en busca de alimento.
"Las especies de acarreo mantienen un contacto continuo con sus crías y las alimentan con frecuencia. El ser humano pertenece a esta segunda categoría. Nuestros hijos pequeños precisan estar en contacto con nosotros el máximo tiempo posible", dice.
Hilsya dejó de percibir un sueldo de 15 mil pesos. "Ahora mi esposo trabaja más que nunca, pero los dos estamos conscientes de que nuestros hijos, Luciana de tres años y Nicolás de nueve meses nos necesitan cerca y a mí nadie me paga la dicha de estar, siempre estar disponible para ellos", señala.
Gretel y Viviana combinan el trabajo con sus tiempos de mamá. El tiempo que sus hijos van a la escuela es el que ocupan para emplearse, ir al gimnasio o apoyar a otras mujeres que suelen sentirse invisibles por ser mamás al 100%, actividad que aún suele ser extraña en estos tiempos.