Si al presidente saliente sólo se le calificara por los resultados generados en la Bolsa de Valores tendría un 10 absoluto, y es que no es fácil lograr en un sexenio que se generen incrementos en el IPC por 60.05% (de 24,962 puntos a 39,950.9 en lo que va del sexenio) o presentar el resultado que en materia de precios se logró al mantener la inflación anual siempre abajo del 5.3% o menos (por lo menos hasta este momento), o hablar del logro obtenido en reservas al alcanzar un incremento de 91.33% al pasar de 69 mil millones de dólares (mmd) al récord histórico continuo que ha mantenido el sexenio al llegar a este momento a 161.2 mmd, o mantener a raya la depreciación del tipo de cambio al presentar una variación de tan solo del 22% moviéndose el valor del dólar interbancario de 10.77 a 13.16, y si bien es cierto que en materia de empleo en lo que va de la gestión de Calderón donde se han creado 2,181,500 espacios laborales según el Instituto Mexicano del Seguro Social el doble de los creados en el periodo de Vicente Fox (aquel que le dijera a CNI canal 40 ¿Y yo por qué? les tendría que resolver su problema).
Desafortunadamente, un gobierno se analiza más por lo que dejó de hacer que por los logros obtenidos, y ante este número de éxitos a nivel macroeconómico, no podemos perder de vista que la mayoría de los que leemos estas líneas seguramente no tenemos inversiones en la bolsa, por lo que los beneficios no están aquí, ni en millones de mexicanos que tampoco tienen la posibilidad de invertir su dinero, entonces, la pregunta natural seria: ¿quién ganó? ¿a quién se benefició con estos resultados?. La respuesta es evidente, Felipe Calderón al no haber podido hacer que estos logros macroeconómicos permearan a población en general provocó que el gran beneficiado del sexenio fuera el PRI (y si no chequen el número de elecciones que ganó el partidazo en este periodo).
Decir nadamás que hay empleo sólo por las cifras del IMSS resulta inmoral, pues cualquier especialista sabe que el nivel de empleos generados es insuficiente ante las elevadas tasas de crecimiento de la PEA y la población en general, ya el Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (IMEF) en varios estudios presenta estas precisiones; y es que, desgraciadamente para Calderón, no podrá quitarse nunca el estigma de "presidente del empleo", una loza que él mismo se puso en la espalda, en función de esta consideración es oportuno recordar que deja a 14.2 millones de mexicanos en la informalidad, más otros 4.5 millones subocupados y otros 2.3 millones de desempleados aproximadamente para cerrar en número en 21 millones aproximadamente de mexicanos que viven al margen de actual modelo económico.
Así como otros 32.5 millones de personas que viven con ingresos inferiores a 2 salarios mínimos es decir que son pobres, en el sexenio el incremento en salario mínimo fue de un 23.5% que en términos brutos es un incremento de solo 11 pesos en promedio durante todo el sexenio.
Definitivamente el rumbo que tomó el gobierno de Calderón se definió cuando perdió a Juan Camilo, su brazo derecho y seguro sucesor, quien tenía la responsabilidad de consolidar en un solo liderazgo todas las fuerzas panistas tanto en el partido como en el gobierno y así cosechar los éxitos del sexenio. A raíz de este "golpe de mala suerte" el PAN se fracturó y para Calderón fue imposible imponer su visión al interior de Acción Nacional pulverizando los intereses políticos del partido, lo que a la postre haría perder al partido en el gobierno su principal objetivo… la sucesión.
Otro golpe de mala suerte que tuvo que sortear el actual Presidente fue recibir el impacto de la peor crisis mundial que haya enfrentado el sistema capitalista moderno y como dijo Carstens, no se creó aquí, pero, como nos dolió el "fregazo", pues fuimos el país con el peor desempeño sólo debajo de Rusia.
Es innegable que en este periodo el modelo económico vigente en el mundo está siendo seriamente cuestionado para mala suerte de los gobiernos con sistema económico neoclásico, y que eso también jugó en contra de los postulados económicos que pretendía desarrollar el actual gobierno.
Cuando Felipe Calderón se saca "La rifa del tigre", nunca dimensionó el nivel de putrefacción de las instituciones y en general del tejido social, obligándolo a enfrentar una guerra, que si bien es cierto muchos creemos que no fue la mejor manera de ser abordada era inevitable, y para mala suerte de Felipe, la situación del país obligaba a tomar decisiones drásticas, lo que llevó a convertir su plan de gobierno en sólo un apéndice de su estrategia contra el narco, minimizando temas como educación, empleo, infraestructura, inversión y muchos otros.
No se debe olvidar el problema que generó la influenza AH1N1 restándole algunos puntos al PIB; también se enfrentó la sequía más severa de los últimos tiempos que el norte del país haya vivido creando una crisis humanitaria como hace mucho no se veía en este país.
En este sexenio se tuvo que enfrentar la creación del muro fronterizo y de golpe se crearon en México de forma anual medio millón de desempleados adicionales a la carga que había estado teniendo la economía mexicana debido al cierre de las fronteras de parte de EUA, súmele la mala suerte de que a los vecinos del norte se les ocurre mandar armas al país acrecentando el problema de seguridad, la mala suerte de que al final del sexenio se creara una crisis internacional por el atentado a personal diplomático de otro país.
Se podría decir cuán mala suerte tuvo Calderón en su sexenio, pero algo que no fue obra de la casualidad fue su pésimo desempeño negociador para acercar aliados que necesitaba después de la manera en que tomó la banda presidencial y el serio cuestionamiento de legitimidad que cargaba a cuestas, el escaso capital político con el que llegó pareciera ser que nunca lo trató de utilizar para hacer alianzas sino más bien para aislar enemigos políticos desgastando muy rápido su margen de maniobra indispensable para consolidar la transformación económica del país y que nunca pudo negociar.
Además cuando hablamos del rumbo de millones de personas que dependen de decisiones tomadas por gobiernos, éstas no pueden ser categorizadas en el terreno de la fortuna, sino que son acciones concretas que definen el rumbo de un país. A través de este recuento nos podemos dar cuenta que el sexenio fue atípico y sumamente difícil sin embargo ¿qué sexenio no lo es?, desgraciadamente todo lo que pretende ser reconocido debe ser cuantificado para poder ser evaluado y en su momento juzgado por la historia; ya que en nuestro carácter de parte podemos sesgar el análisis.