E N la historia de este país, desde aquellos lejanos tiempos de Cyrano de Bergerac no se había escuchado como una persona es ultrajada, zaherida, escarnecida de manera tal que uno extraña que el aludido no se haya levantado y tomando sus mitones por un extremo, haya cruzado el rostro del atrevido, tuviera razón o no, retándolo a duelo con espada en una fría madrugada, en algún lugar arbolado de la localidad.
Todavía puede ser. Pedro Ferriz de Con acusa a Fidel Herrera Beltrán de ser autor de campañas difamatorias en su contra. Fidel un viejo conocido nuestro, afortunado jugador de lotería, político veracruzano al que le dirige una catilinaria de muy señor mío y padre nuestro. Nada más le dice que desconoce los escrúpulos, la ética, la honradez y lo que significa el honor; que después de seis años sigue gobernando de trasmano la entidad de la que es oriundo; por todo ello lo llama mal nacido. Dice Pedro que no alcanza a entender cómo asaltante tan visible pueda mantener tal grado de impunidad que asusta.
No terminan ahí los calificativos, sino que agrega que Fidel es un pájaro de cuenta; un bicho ladino y peligroso; lo acusa de quebrantar las finanzas públicas (obviamente de Veracruz), así como de abuso de poder. (Dice Pedro que sus allegados le recomiendan no publique esas acotaciones, considera su deber hacerlo). Hace un razonamiento contundente y devastador: "aunque sé que nadie levantará un dedo contra él. Aunque sé que nadie en la sociedad se atreverá. Aunque sé que ni el mismo Presidente, ni el Poder Legislativo ni el Judicial dirán que esta boca es mía. Con todo, sé que es una vergüenza de nuestro tiempo y será mi obligación levantar la voz. Aunque no tenga eco. Aunque sea para nadie. Aunque no sirva para nada."
Y señala a Fidel como el cerebro de ataques en Internet para hacerlo ver como extorsionador. Acaba por señalar su falta de escrúpulos, el brutal endeudamiento de Veracruz y la pobreza a la que llevó al estado que gobernó por seis años.
Esto haría, si fuera cierto, decir a mí finada tía Segismunda, bueno ¿pues que estos señores no tienen "llenadera"?. Por asociación de idea recordé a un personaje de la mitología griega al que llamaban Caco que era un gigante mitad hombre y mitad sátiro que vomitaba torbellinos de llamas y humo. En la puerta de su cueva colgaban las cabezas sangrantes de los humanos que devoraba. Este amante de lo ajeno robó cuatro parejas de bueyes, con la circunstancia de que eran propiedad de Heracles. (Este pasaje aparece en la Eneida escrita por el poeta Virgilio). A pesar de que Caco tomó la precaución de conducir el ganado arrastrándolos de espaldas, para despistar, sin dejar huellas. Heracles que dormía, despertó, escuchando que el ganado que le quedaba empezó a mugir lastimeramente hacia la cercana cueva desde donde una vaca respondió delatando el lugar a donde Caco las había conducido. Heracles furioso entró a la cueva y según el poeta Ovidio, que narra el evento en su obra Metamorfosis, mató a golpes de porra al osado robavacas.
Apenas una asociación de chanchos se enteró de que Ferriz de Con se refería a Fidel como un marrano convocó a una urgente reunión en una de las muchas zahurdas que hay en este país para celebrar una junta urgente en la cual cedieron la palabra al puerco letrado, quien había pasado algún tiempo en las porquerizas de una universidad, el que alzándose por encima de los demás hizo un detallado panegírico del porqué, aun viviendo entre el lodo, sus conciencias estaban limpias, cierto, tenían cola, pero nadie podría pisárselas, tenían trompa que usaban para hollar en el fango no para hablar pestes de sus semejantes. Sus apéndices dorsales, los traían enrollados, su carne alimentaba a los paladares más exigentes, sus trompas servían para abastecer de trufas, con las que los humanos rellenan guajolotes a fin de año. Las trufas son una variedad muy aromática de criadillas de tierra. En fin, por vida suya, Pedro Ferriz de Con, absténgase de volver a hacer tales comparaciones en las que no se sabe quién es quién.
