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Dependencia energética anunciada

EL UNIVERSAL

A pesar de la existencia de este recurso natural, las perspectivas son rebasadas.

Desde la drástica caída de la producción nacional de gas natural, a principios de la década pasada, y el incremento paulatino de su uso en diversas industrias, se podía prever una dependencia de la importación de este insumo para México, aun cuando fuera difícil estimar cantidades y costos, así como el período que durara.

Por paradójico que pudiera parecer, dadas las amplias existencias de este recurso natural en el subsuelo mexicano, las perspectivas fueron rebasadas por la realidad, a la luz de un enorme desajuste que ya no puede ser considerado como temporal. Por el contrario, los requerimientos de gas natural de importación, estimados en más de 600 millones de pies cúbicos por año -algo así como casi 17 millones de metros cúbicos- nos hablan claramente de una dependencia difícil de sortear.

De por sí, las condiciones de seguridad (ahí está el caso de Reynosa) no deja bien posicionado el tema, sin embargo, las autoridades se apresuraron a afirmar que el suministro seguirá garantizado. Pero, sabemos de lo rápido que caminan los acuerdos para importar gas natural, que buscan tapar un hueco que en su tiempo quedó al descubierto.

En los próximos días seremos testigos de la formalización de la dependencia de México en la importación de gas natural, a fin de poder asegurar el suministro al menos hasta el 2015 y quizá hasta 2017. No es la primera vez que se intenta, sólo que ahora resulta imperativo. Y aunque las voces oficiales auguran la suspensión de este tipo de importaciones hacia esos años, no hay, hoy por hoy, condiciones técnicas que avalen tal posibilidad. La dependencia de las importaciones de gas natural es un hecho para el sector energético mexicano, que traerá costosas consecuencias.

Ha sido no solamente reconocida, sino emitida públicamente una alerta -registrada como crítica- respecto a la posible suspensión o, en mejor de los casos, drástico ajuste al suministro de gas natural licuado, achacada a eventos naturales que han provocado daños en la red de distribución, con sus respectivos perjuicios en otros sectores. El llamado oficial llega hasta la profesionalización, capacitación y, sobre todo, el fortalecimiento técnico, sin reconocer del todo el sensible déficit de este recurso, al menos no, en toda su extensión e importancia.

La solución simplista de elevar la producción, para frenar las importaciones, no es ya una opción, sino una quimera, con todo y las reservas naturales que se quieran traer a la mesa de discusión. Lo más, será habilitar técnicamente las plantas necesarias para recibir y distribuir el energético. Quizá a mediano plazo, luego de la tan anhelada reforma estructural del sector, podamos pensar en frenar, al menos en el corto o mediano plazo, la importación de gas natural, cuando, de haber tomado previsiones, deberíamos de estarlo exportando.

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