Por su alto costo, la enfermedad renal crónica terminal representa en el País un reto tanto para el sector salud como para los pacientes que no cuentan con derechohabiencia de cobertura médica.
Mientras que a un paciente le cuesta entre 6 y 10 mil pesos una terapia dialítica, el sector salud necesitaría entre 10 y 11 mil millones de pesos al año para lograr una cobertura universal de los pacientes con enfermedad renal crónica terminal.
Actualmente el Gobierno sólo invierte alrededor de 3 mil millones de pesos, explicó Malaquías López Cervantes, profesor de la Facultad de Medicina y coordinador de la Unidad de Proyectos Especiales en Medicina Social de la UNAM.
El incremento de este padecimiento, advierte el académico, está relacionado con dos enfermedades en alarmante ascenso en el País: la diabetes mellitus y la hipertensión arterial.
El aumento de casos es preocupante. Se estima que cada año 129 mil personas la padecen y que para 2025 habrá 212 mil nuevos casos.
Anualmente mueren alrededor de 60 mil personas y para 2025 se proyectan 160 mil muertes relacionadas con esta enfermedad.
La situación es especialmente alarmante para las personas de bajos recursos que además no cuentan con la cobertura médica de alguna institución pública.
Frente al alto costo de la terapia dialítica, detalló López, los pacientes sin derechohabiencia tienen dos opciones: morir a corto plazo por falta de recursos para rehabilitarse o recibir un tratamiento deficiente.
Y es que las unidades de hemodiálisis están saturadas debido a la demanda de atención que rebasa la infraestructura hospitalaria, otro obstáculo son los conocimientos a veces insuficientes de los médicos para detectar a pacientes con problemas de enfermedad renal crónica.
