"La igualdad tal vez sea un
Derecho, pero no hay poder
Humano que alcance jamás
A convertirla en hecho."
Honoré de Balzac
México es uno de los países del mundo en los que más ha aumentado la desigualdad en los últimos años. Esto lo señala la Organización Internacional del Trabajo, la OIT, en su World of Work Report 2012, el cual se dio a conocer este pasado 29 de abril. El aumento no es muy importante, pero las gráficas del informe señalan que la desigualdad en México fue mayor en el período 2007-2011 que en 2002-2006.
La crisis económica de 2009 ha tenido un papel importante en este aumento en la desigualdad. Pero como bien lo había señalado ya el Informe de Desarrollo Humano México 2011 de las Naciones Unidas, el problema fundamental es la aplicación en nuestro país de políticas públicas que en lugar de disminuir la desigualdad, como ocurre en otros países del mundo, particularmente los de Europa occidental, la incrementan.
Los subsidios en México están hechos para beneficiar a los ricos en lugar de a los pobres. Según el informe de las Naciones Unidas, "destaca la regresividad de los apoyos a la electricidad y los combustibles". Al otorgar a los usuarios de vehículos privados un subsidio mucho mayor que todos los que se dan a los pobres el gobierno incrementa la desigualdad.
El sistema fiscal mexicano está hecho para favorecer a los trabajadores de mayores ingresos, a las clases medias y a los empresarios con buenos abogados y contadores frente a los pobres. Ahí está como ejemplo la deducción fiscal a los intereses de las hipotecas, que favorece a quienes tienen recursos para comprar una casa propia con un préstamo bancario y descuida a quienes por no tener recursos deben alquilar una vivienda o tienen que pedir prestado a familiares y amigos en cuyo caso no pueden deducir el pago de intereses.
Otra razón de la desigualdad es la legislación laboral mexicana. Los líderes sindicales han pretendido hacernos creer que tenemos leyes laborales progresistas que deben ser protegidas de los esfuerzos por promulgar leyes regresivas. La verdad es muy distinta. Tenemos una legislación laboral que protege los puestos de trabajo de quienes ya tienen empleo, pero pone obstáculos a la creación de nuevos empleos. El costo de indemnización, por ejemplo, disuade a los empresarios de despedir trabajadores, pero también hace que muchos hagan todo lo posible para no contratar nuevos trabajadores. Esta situación afecta particularmente a los más jóvenes. Una legislación laboral que protege a quienes ya tienen empleo, pero castiga a los desempleados es regresiva.
Los trabajadores formales y sindicalizados, que son los que más ganan, tienen tratos de privilegio. Una parte de su ingreso queda libre del Impuesto sobre la Renta, por ejemplo a través del pago por vales, mientras que los trabajadores de pequeñas empresas, los que menos ganan, tienen que pagar el impuesto completo.
Lo peor de todo es que nuestros actuales políticos, en lugar de impulsar medidas que hagan más justo y sencillo el sistema fiscal, lo complican con medidas para favorecer a unos cuantos. Ahí está la decisión reciente del Senado, impulsada por el panista Jorge Ocejo, de otorgar una exención del Impuesto sobre la Renta para los pensionados hasta un monto de 28 mil pesos. Los pensionados son personas relativamente prósperas en la sociedad mexicana. La medida, por lo tanto, aumenta la desigualdad con un costo importante para el erario.
No nos quejemos después de que en México aumenta la desigualdad. Los políticos que se asombran de ello son los mismos que la promueven con malas políticas públicas y fiscales.
INCONCLUSA REFORMA
Concluye para todos los propósitos formales la LXI legislatura. Los diputados y senadores se van de vacaciones pagadas hasta el próximo 31 de agosto. Queda sin aprobar una nueva ley laboral que, si bien no es perfecta, mucho habría ayudado para mejorar mejores condiciones y oportunidades de trabajo en el país.
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