Finalmente el profesor Humberto Moreira Valdés decidió dar a conocer su información acerca del escándalo de la deuda. La dichosa información consistió en un video en el que aparece el propio exgobernador Moreira, Sergio Fuentes y el exadministrador de Políticas Públicas del desaparecido Servicio de Administración Tributaria de Coahuila, quien era comandado por el prófugo Javier Villarreal.
En la grabación, palabras más palabras menos, Fuentes se confiesa asumiendo la responsabilidad de la contratación ilegal de parte de la megadeuda que hoy agobia a Coahuila. Él dice que la conciencia lo atribula e incluso ha meditado acerca de suicidarse por las acciones cometidas a espaldas de quien gobernaba el Estado.
Con esa información divulgada, Humberto Moreira cree que ha sido exculpado ante la opinión pública y que el video simplemente lo reivindica, y que su papel en la comisión del desfalco a las arcas de Coahuila, pasa de responsable a víctima.
Se necesita mucho más que la exposición de ese video para que Humberto Moreira pudiese al menos apaciguar el malestar generalizado que existe entre los coahuilenses por el estado que guardan las finanzas estatales. En los días subsecuentes a la revelación de la cinta, el exgobernador además ha declarado que la mayoría de los créditos contratados con documentos apócrifos ocurrió cuando él ya había solicitado licencia para dejar de ejercer el cargo de gobernador, pero justamente ayer -hoy- surge una nota citando como fuente informativa a la Procuraduría Fiscal, que señala que al menos cuatro créditos fueron obtenidos con documentación falsa cuando Moreira todavía era gobernador.
La denuncia donde se aclaran estos datos, fue presentada ante la Procuraduría General de la República, con lo cual se refuta los dichos anteriores del profesor, de que la deuda se contrajo cuando no era más gobernador.
En el cuerpo de la denuncia, se especifica que entre 2009 y 2011, el gobierno de Coahuila solicitó cinco créditos por un monto de 5 mil 300 millones de pesos con documentación falsificada. Cuatro de los empréstitos, que ascendieron a 4 mil trescientos millones de pesos se solicitaron cuando Humberto Moreira todavía gobernaba; para ser preciso uno de ellos ocurrió en diciembre de 2009; mientras que en julio, septiembre y diciembre de 2010 los tres restantes. En marzo de 2011, siendo ya gobernador Jorge Torres, fue solicitado el quinto crédito.
Si se hace un análisis real de la deuda, las cifras no cuadran por ningún lado. Si en el último informe que Moreira rindió como gobernador en funciones, que era precisamente el quinto de su mandato, y el único que presentó Jorge Torres, la deuda nunca fue aclarada. Entre la suma de la propia deuda que supera los 35 mil millones de pesos contraídos en el sexenio pasado, y si se le descuentan las obras que aparecen en los informes anuales, simplemente hay un faltante de más de diez mil millones de pesos.
No es novedad entonces saber que la situación del estado de Coahuila y por demás precaria debido a la gigantesca deuda que será pagada por los coahuilenses dentro de dos décadas. Poco importa que la Procuraduría General de la República tenga órdenes de aprehensión contra Javier Villarreal y Sergio Fuentes. El daño al erario está ya hecho y no importa si parte de los empréstitos fueron conseguidos de manera ilegal, si el Congreso de Coahuila, dominado por el priismo, legitimó todos los créditos, los que se adquirieron corriendo todos los requisitos de ley, así como los que hoy Humberto Moreira quiere responsabilizar únicamente a Villarreal y Fuentes. La fría realidad es que los acreedores recibirán su capital y sus intereses y ésos los va a pagar el pueblo.
El tema ahora es que el profesor está mostrando una cara que nunca había dejado ver. Hoy como nunca, el expresidente nacional del PRI se atreve a dar informaciones y entrevistas con argumentos tan frágiles que ni siquiera tienen que ser cuestionados con cierta severidad, las inconsistencias brotan apenas don Humberto comienza a hablar del tema.
Es comprensible lo que le está sucediendo al otrora todo poderoso gobernador. Él con su familia está sufriendo el dolor por el cobarde asesinato de su hijo José Eduardo, y eso lo ha hecho perder el cálculo político que antes siempre le favoreció. Además de tener que cargar con su dolorosísimo duelo, Humberto Moreira al atreverse a hablar de la deuda en la que dejó al Estado, se está exponiendo a que la realidad sea cada vez más difícil de ocultar para el moreirismo: el que se hipotecó el Estado en aras de comprar voluntades y favores políticos de toda índole, además de ciertamente disparar la inversión pública y los programas asistenciales, que no pudieron ser mantenidos para siempre.
Humberto Moreira hoy está devastado, y es comprensible. El problema es que él es un cimiento del proyecto político de un grupo, que hoy lidera Rubén, pero que seguramente los vapuleos públicos a que se está exponiendo, debilitan al gobierno de su hermano.