Lo que se dicen entre sí los más altos voceros de MVS y funcionarios y allegados del gobierno del presidente Calderón está mostrando las tripas de algo que el autor de estas líneas identifica desde hace más de tres décadas como el complejo burocráticoempresarial de los medios, que Jorge Hernández Campos prefería llamar "político-empresarial".
Aquellos dichos tienen el efecto de los rayos "X", que permiten ver los interiores de un organismo, en este caso, de un sistema de toma de decisiones que había permanecido blindado. Sin apelar a las rendijas de la filtración o el rumor, tenemos ahora una radiografía que se reproduce en tiempo real. Y no en un discreto laboratorio, sino en los medios masivos y en las redes sociales.
No es el caso tomar partido aquí, conforme a nuestras afinidades, simpatías o diferencias. Podríamos incluso prescindir de la identificación de las personas, porque los que hablan son sus roles como piezas del complejo burocrático empresarial de los medios, a partir de sus patrones de relación. Lo insólito es que lo hagan fuera de su entorno natural que los protegía en las sombras de la discreción, para exponerse hoy a la luz de la comunicación pública, bajo la cual esas pautas de relación no podrán sobrevivir.
MAL CÁLCULO
Son los diálogos en el infierno de un complejo burocrático empresarial en crisis. En ellos, una parte irrumpe con un contundente "Tú me pediste que yo silenciara a una comunicadora incómoda, a cambio de autorizarme un uso más redituable de las concesiones otorgadas décadas atrás". Y la otra responde con un demoledor: "Tú fuiste el que me ofreciste la cabeza de la comunicadora incómoda (a la que antes fichaste para presionarme), con la pretensión de que yo te permitiera pagar menos del 1% del valor de la autorización que le daría a tus concesiones un uso mil veces más redituable del original".
Éste es un hito como el que marcó un presidente hace 30 años con su "no pago para que me peguen", que sacó del clóset la dependencia congénita de nuestra prensa al financiamiento estatal y que condujo a que las empresas informativas fueran aprendiendo a vivir más del mercado que del Estado y a que los medios necesiten ahora menos de los políticos que lo que los políticos necesitan de los medios.
Pero el cambio más relevante es la fragmentación del poder político que trajo el desarrollo democrático y que suele equipararse a debilidad, lo que a su vez suele llevar al mal cálculo de desafiar las potestades que aquel poder conserva.
LA RADIOGRAFÍA
Por lo pronto, ese poder político documentó la presión de la empresa por obtener un recurso del Estado por menos de una centésima de su valor. Y quizá para estas horas MVS ya habrá aportado sus propias evidencias de coacción gubernamental con cargo a las libertades informativas.
Así, en la lectura de la radiografía se aprecian manchas de sospecha de que el gobierno ofreció condicionar decisiones públicas a la supresión de una voz crítica, junto a manchas de sospecha de que la empresa contrató, despidió y recontrató a una comunicadora para sucesivamente presionar, ceder y volver a presionar al gobierno con miras a obtener decisiones públicas cuestionables.
A la vista de estas placas, parece llegado el turno del tratamiento que permita generar pautas saludables de relación entre el sistema político y el de medios. Sí. Que el gobierno no afecte libertades informativas con el poder de quitar una concesión a un medio que recontrata a una comunicadora hostil. Pero que la parte empresarial evite la coacción de la escuela del escarnio periodístico como arma para poner decisiones públicas a su servicio. El Estado no puede pasar del "no pago para que me peguen" al "pago para obedecer", en un "juego de sombras donde el que paga obedece, y el que cobra se las arregla para extraer de la obediencia una rendición cada vez mayor" (lo escribió Monsiváis y vale para todos. Conste).