Permanente. Las carretillas con productos como miel, son ya permanentes en la zona Centro.
El mes de diciembre se ha convertido, tradicionalmente, en el de más informalidad: las calles se llenan de vendedores de época, comerciantes se apropian de esquinas ofreciendo sus mercancías y por banquetas circulan carritos con cualquier cosa vendible.
En Durango esa realidad se replica en prácticamente todas las zonas: en colonias, ciudadanos se hacen de ciertos insumos propios de la época y los ofrecen a los vecinos, mientras que en Centro se hace evidente la mayor presencia de informales.
En un recorrido realizado por El Siglo de Durango, se comprobó que el incremento de vendedores temporales es evidente; aún más, a las prácticas no permitidas están sumados los comerciantes establecidos.
Además de los ambulantes, quienes cuentan con un local decidieron extender sus instalaciones a la calle, en una decisión que poco a poco se va generalizando.
Buscan con ello, según explican, dar competencia a los desleales y dejar la mercancía más a la vista del público, ante el aumento de circulante.
Algunos, incluso, modifican -sin avisar- el giro en que están inscritos para ofertar otro tipo de productos, con la intención de obtener mayores ganancias en la temporada navideña.
"Así es cada año; no se trata de romper las reglas, sino de que todos nos veamos beneficiados", dice un comerciante al que se le pregunta sobre la posible ilegalidad de las acciones.
Pasa cada año y seguirá pasando, remata.
