Representantes diplomáticos de Colombia, Panamá y Chile reforzaron sus gestiones para que el papa Benedicto XVI visite alguna de esas naciones cuando viaje a Brasil en julio de 2013, con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ).
En las semanas pasadas y de diversas formas, emisarios de esos tres países negociaron en El Vaticano la posibilidad de que el avión papal desvíe su trayectoria en camino a Río de Janeiro, donde está previsto el máximo encuentro de jóvenes católicos del 23 al 28 de julio de 2013.
Aunque todavía no está confirmada de manera definitiva la asistencia de Benedicto XVI a ese evento, tras la exitosa visita a México y a Cuba en marzo pasado, en el entorno papal se considera la posibilidad de que la gira del próximo año sume otro destino, además del brasileño.
Colombia fue el primer país en invitar al obispo de Roma, propuesta que reforzó la cúpula de la Conferencia Episcopal de ese país el 22 de junio pasado durante un encuentro con el sumo pontífice en El Vaticano, al concluir un grupo de obispos su visita a Roma.
Pero las gestiones colombianas podrían verse afectadas por un embarazoso incidente diplomático tras el anuncio del presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, del cambio de embajador ante la Santa Sede.
En fecha reciente y sin contar con el visto bueno del Vaticano, Santos anunció de manera pública el nombre del nuevo representante diplomático de su país.
Pero por protocolo, cualquier país que quiera cambiar a su legado ante una contraparte, debe tener la aprobación de la misma.
Santos se adelantó e hizo pública su decisión de dar ese cargo a Germán Cardona, quien fue su ministro de Transporte, sin tener luz verde de Roma, una decisión que sorprendió en el Palacio Apostólico y causó malestar.
Otro de los gobiernos seriamente empeñados en lograr una visita papal es Panamá, que tiene como argumento que en 2013 se cumple el quinto centenario de la creación de la primera diócesis en tierra firme del continente americano.
Se trata de Santa María La Antigua, ubicada en territorio panameño, y para cuyo aniversario se convocó a un especial año jubilar.
Las celebraciones por esa efeméride comenzarán el próximo 28 de noviembre y, para la ocasión, el papa designará como su enviado al cardenal Marc Ouellet, prefecto de la Congregación para los Obispos y presidente de la Pontificia Comisión para América Latina.
A finales de mayo pasado el vicecanciller de Panamá, Francisco Álvarez De Soto, visitó El Vaticano, saludó al papa al final de una audiencia general y lo invitó a su país, de nuevo la respuesta fue: “todo depende de Dios”.
El funcionario panameño se reunió también con Ettore Balestrero, subsecretario para las Relaciones con los Estados de la Sede Apostólica.
Durante el encuentro no sólo se habló del “intenso interés” del gobierno por la eventual visita papal, también se analizó la construcción de la nueva sede de la nunciatura en la capital panameña cuya ubicación actual, en el centro de la ciudad, quedó en medio de rascacielos.
Chile también aprovechó por su parte para sumarse a la lista de los eventuales anfitriones de Joseph Ratzinger.
La embajada chilena logró que el papa diera la bendición a una obra de arte monumental: la Puerta de la Cruz del Tercer Milenio.
La bendición, efectuada el 20 de junio pasado al finalizar la audiencia general, fue la oportunidad para que el embajador chileno Fernando Zegers y el intendente de Coquimbo, Sergio Gahona, reiteraran la invitación al papa, hecha ya por el presidente Sebastián Piñera en marzo de 2011.
Las gestiones de los tres gobiernos podrían no bastar para que Benedicto XVI decida visitar alguno de esos países. Según se conoció, en la Curia Romana existen escépticos a esa posibilidad.
Fuentes consultadas al respecto recordaron que el pontífice no ama los viajes largos y cada vez que asiste a la JMJ no se distrae con otros itinerarios.