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Dos noticias

ARNOLDO KRAUS

Hace poco más de una semana, algunos medios publicaron dos noticias cuyo eje conductor versaba sobre la cruda realidad que siguen enfrentando incontables mujeres en la mayor parte del mundo. Dos noticias: del Marruecos africano y de la Argentina latinoamericana.

Dos noticias acerca de dos jóvenes mujeres de 16 y 15 años, una sobre el suicidio de Amina Filali, obligada a casarse tras haber sido agredida sexualmente, y otra sobre A.G., niña violada desde los 11 años por su padrastro.

No fue la serendipia la responsable de publicar el mismo día ambas notas; la responsable fue la realidad. Dos noticias que sí son noticias y que no son noticias. Lo son porque alcanzaron la prensa; no lo son porque incontables sucesos similares no se difunden. No se cuenta, en ocasiones por temor, por falta de información muchas veces, por aceptar un destino escrito in utero, por asumir que la vida es así y no de otra forma y porque en algunos casos, como el argentino, el poder político busca consenso y aprobación de la cúpula eclesiástica para continuar ejerciendo su poder autoritario. Dos noticias cuyo eje rector es el agravio contra mujeres indefensas y la violación de derechos humanos básicos. En el caso marroquí, las costumbres ancestrales del pueblo no justifican el menosprecio a mujeres; en el caso argentino, el ejercicio de leyes anacrónicas y absurdas expone a mujeres a efectuar abortos clandestinos. Ambas noticias se publicaron el 14 de marzo, seis días después del aniversario del Día Internacional de la Mujer.

Dos noticias, un cúmulo de reflexiones. Amina Filali, explican los medios de comunicación, ingirió matarratas en casa de sus suegros, donde vivía con Mustafa, su marido, que además de ser su esposo fue su violador (y ahora su asesino, indirecto para algunos, directo para otros). Tras haberla violado, y con tal de evitar ser juzgado y encarcelado, las familias de Amina y Mustafa acordaron recurrir al artículo 475 del Código Penal marroquí que permite al violador de una menor casarse con su víctima y así evitar el juicio. Como sucede en estos casos, los familiares de Mustafa consideraron que la culpable de la violación fue la joven. Las feministas marroquíes, sostienen otra versión: "Amina no se suicidó, la han suicidado".

El caso marroquí no es privativo de esa nación. Incontables mujeres violadas en todo el mundo no denuncian el acto. Pena, pobreza, subejercicio de derechos humanos y la mediocridad o falta de marcos jurídicos apropiados facilitan las labores de los violadores. Imposible saber cuántas mujeres siguen el camino de Amina. Imposible, aunque hay quienes sostienen que no es correcto opinar desde Occidente acerca de las tradiciones de otros países -infundibulación, matrimonios de niñas con adultos mayores- no reprobar esas prácticas. Por fortuna, en la nación africana soplan nuevas ideas: enmiendas al Código de Familia permitirán que las niñas violadas no tengan que contraer nupcias con su violador.

El caso argentino expone otros sinsabores. A.G. quedó embarazada a los 15 años. En Argentina es válido abortar cuando exista peligro para la vida o la salud de la madre. En otras circunstancias, abortar por vía legal es una práctica "casi" totalmente prohibida. Las comillas del casi se explican por la inentendible ley del Código Penal argentino, redactada en 1921 y que sostiene, "…si el embarazo proviene de una violación o de un atentado al pudor cometido sobre una mujer idiota o demente. En este caso, el consentimiento de su representante legal deberá ser requerido para el aborto". La ley, casi centenaria, es absurda: las mujeres violadas con déficits intelectuales tienen derecho a abortar, el resto carece de ese derecho. En el caso A.G., la Corte Suprema falló a favor de la niña y le otorgó el derecho de interrumpir el embarazo.

A partir del caso A.G., las menores de edad podrán recurrir al aborto por vía legal cuando fueron violadas. Ese avance es bienvenido. De acuerdo con Human Rights Watch, en Argentina la tasa de abortos es del doble que la del resto de América. Cada año se interrumpen entre 400 mil y 600 mil embarazos en forma clandestina. Hablar del número de niñas y adolescentes muertas no es adecuado: imposible conocer la realidad.

La distancia entre Marruecos y Argentina es grande. La distancia entre A.G. y Amina es corta. Las similitudes entre las desgracias de ambas niñas son muchas. La tragedia de ambas es una de las tragedias del siglo XXI. Bregar por la justicia y aspirar a la felicidad son las dos grandes metas de la ética. Vivimos en el siglo XXI. ¿Cuántos faltarán para cumplir esas metas?

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