Las normas de civilidad se inventaron para hacer más fácil la convivencia humana. Una de las primeras normas de este tipo fue no subir los pies, ni quitarse costras, callos u otras protuberancias de los pies en la mesa o mientras otros comían.
Otra muy importante fue no limpiarse la boca con las vestimentas del vecino sino con las propias, etcétera. Muchos duelos y muertos a espada se evitaron gracias a estas normas mínimas de convivencia social. Luego les dio por exagerarlas a tal grado que existía todo un manual para ello.
El Manual de urbanidad y buenas maneras para uso de la juventud de ambos sexos, escrito por el venezolano Manuel Antonio Carreño Muñoz, mejor conocido como el Manual de Carreño, fue escrito y publicado por entregas en 1853 y enseñado en escuelas hasta los años sesenta (mi generación sólo reconoció como instructora de buenas costumbres a otra Carreño, doña Meche, instructora de muy buenas costumbres).
Ante la creciente descortesía por el uso y abuso de celulares y diversos aparatos de comunicación personal un grupo de ciudadanos está promoviendo el siguiente "Acuerdo de civilidad en favor de la convivencia y la comunicación cara a cara", una especia de decálogo o manual e-Carreño para el siglo XXI , mismo que suscribo y comparto:
1. La persona que está conmigo en una conversación cara a cara tiene prioridad en mi atención.
2. No estoy obligado a contestar inmediatamente todas las llamadas o mensajes que reciba si estoy conversando con alguien cara a cara.
3. Si verdaderamente necesito responder, tendré la amabilidad de disculparme por la interrupción.
4. Si fue absolutamente necesario responder le diré a la persona que me contactó que estoy con otras personas para asegurar que la conversación (oral o escrita) sea breve.
5. Dado que reconozco la importancia de mirar a la persona con la que estoy conversando, evitaré tener la mirada fija en una pantalla.
6. Si estoy participando en una actividad grupal en un espacio cerrado, pondré mi aparato en modo silencioso y si necesito contestar saldré del mismo, para no interrumpir ni distraer la conversación.
7. Este punto aplica especialmente si estoy en el presidium, independientemente cuánta autoridad o fama tenga.
8. Cuando esté en lugares públicos cerrados (especialmente aviones, restaurantes y cines) pondré el sistema sonoro de alerta de mi aparato con el volumen más bajo para no agredir acústicamente a las demás personas.
9. Cuando tenga personas a mí alrededor evitaré hablar gritando para que me oiga la persona al otro lado de la línea, ya que de lo contrario todo mundo se enterará de lo que digo.
10. Si estoy manejando, tampoco interrumpo la conversación con mis pasajeros, esa llamada o mensaje puede esperar a que no esté ocupado manejando, ¡no pongo en riesgo la vida de los demás!