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Economía informal

Gas de lutitas

Macario Schettino

A mediados de 2008, entre la caída de Bear Stearns y la de Lehman Brothers, es decir, en la prehistoria, el precio de un barril de petróleo rondaba los 130 dólares.

En un cierto día de julio el West Texas alcanzó 145 dólares, y el Brent 144. Ese mismo día 3 de julio, el gas natural costaba 13 dólares (por millón de BTUs, más o menos lo mismo que por millar de pies cúbicos).

En los primeros días de enero de 2012, el West Texas se vende en 101 dólares por barril, y el Brent en 111 (por problemas de abasto relacionados con Libia e Irán). El gas natural, en cambio, se vende en 2.80 dólares. Es decir, mientras que el petróleo ha recuperado casi el precio que tuvo antes de la crisis, el gas natural se vende hoy a menos de la cuarta parte de lo que valía en aquel entonces.

El precio del gas al que me refiero es el vigente en Estados Unidos, y la razón de la caída es un incremento muy significativo en la oferta. De 2000 a 2007, se vendían mensualmente alrededor de 1.6 billones (12 ceros) de pies cúbicos de gas natural. En 2011, el promedio mensual es prácticamente de 2 billones. Un incremento de 20% en la oferta de gas natural, producto de las nuevas tecnologías que permiten la explotación de mantos que previamente se consideraban inútiles.

Este gas se llama gas de lutitas (shale gas, en inglés, y a veces en español gas de esquisto), y no se podía explotar debido a que se encuentra atrapado en esa piedra, la lutita. La tecnología que permite su explotación consiste en romper la piedra para capturar el gas. Lo complicado de romper la piedra es que eso ocurre a varios kilómetros de profundidad, y la tecnología que ha permitido esta explotación se conoce como fracking, que es una especie de contracción de hydraulic fracturing, es decir, fractura hidráulica.

Como podrá usted imaginar, se trata de meter agua a presión (mucha presión, para que se note a esa profundidad), y con eso romper la piedra. Pero no basta con el agua, la tecnología puede incluir el uso de químicos. Por eso, y por costumbre, desde que empezó el uso de esta tecnología hay serias presiones de grupos ambientalistas en su contra.

Un último detalle acerca de la tecnología que es de gran importancia. No sólo se trata de este nuevo tipo de explotación, sino que también se utiliza ahora la perforación direccional, esto es, no nada más vertical, sino horizontal. La combinación del fracking y la perforación direccional ha permitido un incremento en producción como el que le mencionaba, con la reducción consiguiente en precio.

Más importante aún, con una reducción relevante en la producción de gases de invernadero. Aunque el gas es un combustible fósil, y por lo mismo al utilizarse produce bióxido de carbono, la cantidad que genera es mucho menor a la de cualquier otro combustible de este tipo. Para que pueda usted imaginarlo mejor, hay que recordar que la energía que obtenemos de estos combustibles proviene de la combinación del hidrógeno que tienen con el oxígeno disponible en la atmósfera. Estos combustibles tienen hidrógeno retenido en combinación con carbono, por eso se llaman hidrocarburos. Mientras mayor sea la relación entre carbón e hidrógeno, mayor la contaminación producida al quemarlo. Como es fácil imaginar, el combustible fósil más contaminante es el carbón mineral, seguido del petróleo, y finalmente del gas. No existe ningún combustible fósil menos contaminante que el gas natural.

En consecuencia, si pudiéramos reducir el uso del carbón y del petróleo, y sustituirlo con gas, el riesgo del cambio climático se reduce significativamente. Eso, precisamente, es lo que está ocurriendo desde hace 4 años. Es tan poco el tiempo, que no se ha comentado mucho al respecto, pero vale la pena que lo vaya usted considerando. De acuerdo con las estimaciones de la agencia de información de energía de Estados Unidos, en los próximos 20 años el gas será el combustible de mayor crecimiento en su consumo, cerca de 50%, frente a un incremento de 15% en consumo de petróleo y 23% de carbón.

Con un poco de suerte, estas cifras pueden cambiar en beneficio del gas.

La suerte, por cierto, está en manos de todos. La tecnología que ha permitido este incremento en producción de gas en Estados Unidos poco a poco se difunde. Esto es de gran importancia porque, a diferencia de los mantos de gas natural convencionales, que son escasos y están distribuidos de forma desigual, los mantos de gas de lutitas están en todas partes.

Así, de la misma forma en que Estados Unidos muestra un punto de inflexión en materia energética, y desde 2006 en adelante es cada vez menos dependiente de importaciones, se podría lograr que otros países que hoy queman carbón y petróleo en grandes cantidades, se muevan al gas. Piense en China, por ejemplo.

Si las cosas siguen bien, estamos frente a una transformación mayúscula. Si el siglo XX fue el siglo del petróleo, esta primera mitad del siglo XXI puede ser del gas natural. Y si la tecnología se difunde bien, a diferencia de los grandes conflictos generados por el petróleo, el gas de lutitas podría explotarse en todas partes. Finalmente, mientras los energéticos alternativos se vuelven en verdad una alternativa (algo que no parece que pueda ocurrir antes de 2050), el tránsito al gas puede reducir en mucho el riesgo de la catástrofe climática.

Una buena noticia, pues, que conviene que usted conozca y vaya siguiendo.

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