LA PREOCUPACIÓN DEL BANXICO
En una decisión ampliamente esperada por los mercados, la Junta de Gobierno del Banco de México (Banxico) anunció el viernes de la semana pasada que mantenía sin cambio la tasa de interés objetivo (interbancaria a un día), la cual permanece en 4.5 por ciento desde el 17 de julio de 2009.
Al contrario de la expectativa en abril pasado, cuando varios analistas e inversionistas consideraban muy probable una reducción en la tasa referida, en esta ocasión fueron muy pocos, si es que los hubo, quienes preveían ese recorte.
Este cambio en las percepciones obedeció principalmente al deterioro notable en la situación de la deuda soberana de varios países de la Eurozona, particularmente Grecia, cuyas elecciones a principios de mayo arrojaron un resultado incierto sobre su permanencia en la unión monetaria.
El retroceso de los dos partidos tradicionales, conservador y socialdemócrata, comprometidos con el plan de rescate de la economía griega aprobado por la Unión Europea, el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional en febrero pasado, y el avance de los partidos opuestos a las condiciones de ese rescate, acrecentaron las dudas sobre el futuro de Grecia y la eurozona.
A lo anterior se agregó el cambio de gobierno en Francia que, junto con Alemania, ha impulsado las principales iniciativas para enfrentar la crisis de deuda soberana y tratar de contener los daños sobre la unión monetaria europea. La llegada de un presidente socialista al gobierno francés, en lugar del conservador Nicolás Sarkozy, presagia más roces con la conservadora canciller alemana.
El nuevo presidente francés, François Hollande, ofreció en su campaña que cambiaría el énfasis de la austeridad en los programas actuales de rescate y de prevención para las economías de la eurozona, por un enfoque orientado más hacia el crecimiento.
Este posible giro en la política económica europea y la convocatoria a nuevas elecciones en Grecia para este domingo 17 de junio, más el agravamiento en la situación económica de España y su sector financiero, provocaron un nuevo episodio de incertidumbre en los mercados financieros internacionales y presionaron hacia la depreciación de nuestra moneda frente al dólar.
La cotización del dólar rebasó de nuevo los 14 pesos a fines de mayo y se ha mantenido alrededor de ese precio desde entonces.
Esto, como lo he señalado en diferentes ocasiones, está impidiendo que Banxico adopte una política monetaria más relajada, como la que aplican la Reserva Federal en Estados Unidos y el BCE, además de otros bancos centrales en países emergentes, como Brasil.
De hecho, es interesante observar que la Junta de Gobierno de Banxico está claramente preocupada por el efecto que pudiera tener sobre el crecimiento de los precios en México la reciente depreciación del peso.
En particular, se advierte en el comunicado que "en cuanto al balance de riesgos para la inflación, por una parte no puede descartarse el riesgo al alza derivado del reciente ajuste cambiario…".
Esta preocupación hizo que, por primera vez en varios años, nuestras autoridades monetarias abrieran la posibilidad de elevar las tasas de interés, al comentar que el comportamiento de los determinantes de la inflación, donde el tipo de cambio juega un papel crucial, "podría hacer aconsejable ajustar la política monetaria para hacerla más o menos restrictiva dependiendo del escenario que se presente".
Este comentario precautorio reduce la probabilidad de un relajamiento de la política monetaria en el futuro cercano, ya que para ello se necesitaría una reversión convincentemente de la tendencia hacia la depreciación del peso mexicano frente al dólar y que la inflación dé señales claras y sostenidas de acercarse al punto central de la meta del 3 por ciento anual.
Dado que la presión sobre el tipo de cambio obedece a factores externos, particularmente las tribulaciones por la deuda soberana y la solidez del sistema financiero de varios países en la eurozona, considero que será difícil evitar nuevos sobresaltos en nuestro mercado cambiario y, de paso, observar una tendencia decreciente en la inflación.
En consecuencia, me parece que en el futuro inmediato es más aconsejable que Banxico continúe manteniendo una actitud prudente en el manejo de su política monetaria. Esto significa que, por ahora, es mejor dejar las tasas de interés en sus niveles actuales y, si la depreciación del peso llegase a exacerbar las presiones inflacionarias, considerar la posibilidad de elevarlas.