En el veloz reacomodo político, el presidente Calderón esmera su cercanía con el electo Enrique Peña Nieto. Vicente Fox se regodea por su apoyo al priista ganador, Josefina Vázquez Mota se distancia de Calderón y a López Obrador lo abandona hasta quien iba a ser su secretario de Gobernación, Marcelo Ebrard.
Muy pronto surgió una alegre amistad entre el mandatario saliente y el que llega. Calderón felicitó a Peña en cuanto el mexiquense fue declarado ganador por el IFE y volvió a congratularse luego de que el Tribunal Electoral entregó la constancia de mayoría al ganador.
Peña Nieto, por su parte, felicitó a Calderón con motivo de su sexto informe y Vicente Fox exhortó a López Obrador a no perturbar la marcha del país y permitir al nuevo gobierno plantear sus ideas, así como cumplir el decálogo de propósitos presentado en campaña por el entonces candidato priista.
En el inusitado cruce de parabienes es evidente que Felipe Calderón quiere estar cerca de Peña, radicar en México sin contratiempos y “servir a la patria”. El cambio del michoacano es revelador.
Durante su sexenio fue insistente la versión de que por nada entregaría el poder a un priista porque su señor padre lo enseñó a odiar al partido tricolor.
Peña Nieto, por su parte, se ha fogueado en la política y sabe más de cuanto suponen algunos. Fueron variados e intensos los ataques en su contra, antes y durante la campaña. Hoy sabe sortear cada situación. No le conviene la cercanía de Calderón debido a tantos y tan graves problemas que heredará, en particular el de la violencia. Peña asumirá políticas que no gustarán a Felipe Calderón y éste las interpretará como contrarias a cuanto hizo y surgirán las dificultades. Podría repetirse la historia de Fox y Calderón. ¿Vale ese riesgo?
Calderón no va a cambiar. Anteayer presumió que con aciertos, errores y ¡limitaciones! “pusimos una parte de la semilla de ese nuevo México que viene y vendrá, un México competitivo, ganador, generador de empleos…”
La parte de una semilla no germina, debe ser entera y, según ese criterio, Peña no tendrá mucho que hacer, si Calderón ya sembró y diseñó el futuro.
UN PRIMER ACUERDO del presidente electo fue nombrar a su equipo de transición. Eran esperadas las designaciones de LuisVidegaray, Miguel Osorio Chong. Alfonso Navarrete Prida y Alfredo Castillo Fernández, pero sorprendió la de Rosario Robles, quien recibió inmediatos ataques de sus excongéneres perredistas, Jesús Zambrano y Alejandro Encinas.
Circularon preguntas molestas: ¿por qué Roberto Campa Cifrián?, ¿acaso por ser incondicional de la profesora Elba Esther Gordillo, a quien ya le contaron más de 22 mil “aviadores”?
LÓPEZ OBRADOR, por su parte, debe empezar a contar cuántos amigos le quedan. Marcelo Ebrard, a quien calificó como gran político de México, dijo que por ley ¿…? hubo de acatar el fallo del Tribunal Federal Electoral.
No dijo cuál ley lo obliga, pero fue el pretexto para romper con el tabasqueño.
Los cálculos de ambos fueron que López Obrador sería presidente de la república y luego seguiría él, Marcelo. Pero el dos veces perdedor se niega a dejar la política, mientras la patria no sea de todos los mexicanos.
Fantástica ilusión. Mejor que piense en la propuesta de Peña Nieto, de que si lo reconoce dialogará con él.
Los Chuchos, Ortega y Zambrano, piensan llevar a su PRD a otro lado y los coordinadores perredistas de la nueva Legislatura insisten en acuerdos políticos con las otras fuerzas, el PRI en primer término. Parecen dar el adiós a AMLO, ya disfrutan de cómodos escaños. En fin…
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