El diagnóstico fue certero, implacable, como la realidad obliga, como tenía que ser:
"En efecto, esta rémora criminal evolucionó sigilosamente durante décadas. Primero como pandillas, operando con un bajo perfil, controladas por las policías locales. Con los años, las nefastas bandas pasaron a un proceso de enquistamiento en la sociedad, con la colaboración de la propia autoridad.
En la dilatación de este proceso, la situación se tornó aun más grave. En algunas regiones del país, la delincuencia organizada se apropió de las instituciones del Estado y ya en ese apoderamiento, diversificó sus ominosas actividades para despojar a la sociedad de lo que por derecho le corresponde, generando un clima de violencia inusitado. Es evidente que en aquellas latitudes del territorio nacional, el espacio de la seguridad pública está totalmente rebasado. Es menester reconocer que es la seguridad interior la que hoy se encuentra seriamente amenazada".
Éstas fueron algunas de las palabras que el titular de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), general Guillermo Galván, pronunció en la ceremonia conmemorativa del 99 aniversario de la Marcha de la Lealtad, el pasado 9 de febrero. El significado de este mensaje es de enorme trascendencia, sobre todo a estas alturas del sexenio y dado el proceso electoral en el que nos encontramos y dan oportunidad para dos grandes reflexiones.
1) Política de Estado en materia de seguridad. México no cuenta con una política de Estado en esta materia, lo que ha tenido enormes costos. Lo sucedido en este sexenio es tan sólo un ejemplo. Primero fue la decisión presidencial, después la acción de gobierno, luego la construcción de acuerdos con diversos actores, posteriormente acciones de Estado y aún no tenemos una política de Estado. La sociedad, los gobernantes y los partidos políticos debemos apurar el paso para pasar a soluciones compartidas.
El Ejército mexicano, con independencia de sus grandes fortalezas (entre ellas el reconocimiento y confianza que la gente tiene de él), no estaba preparado logística, técnica, presupuestal, legal y doctrinariamente para desarrollar las labores que le fueron encomendadas por el Presidente.
Es un hecho que la actuación legal del Ejército en una parte importante de las acciones que ahora desempeña está "colgada con alfileres". Los militares lo saben. Debemos lograr el equilibrio entre combate eficaz a la delincuencia y fortalecer el régimen democrático y los derechos que nos hemos dado, asumiendo y enfrentando que el crimen opera desde las instituciones.
A su vez, es obligado atender las debilidades presupuestales que para su operación sufre la Sedena. Indigna y preocupa ver, en ocasiones, en qué condiciones duermen, comen y laboran los soldados mexicanos. La verdad es que sólo su amor a este país e inventiva les permiten responder a las órdenes. Hay que revisar asignaciones presupuestales y distribuciones de las mismas.
2) Avanzar en derechos humanos (DH). El fortalecimiento de las Fuerzas Armadas (FA) pasa, entre otras vías, justamente por el respeto y la promoción de los DH. Qué importante que el general Galván reconoció que se han cometido errores.
En el caso de violaciones a los DH, lo que se espera de los hombres de Estado es que encabecen la indignación, no la negación. Lo anterior, en el entendimiento de que los preceptos constitucionales del debido proceso y presunción de inocencia también incluyen, por supuesto, a servidores públicos.
En un Estado democrático de Derecho, el fuero militar tiene sentido, lo que no tiene lugar es el abuso del mismo. Debe de quedar establecido, sin lugar a dudas, que los militares que violen DH de civiles deben ser procesados en instancias civiles. Simultáneamente, a fin de evitar venganzas, debe quedar claramente estipulado que en caso de ser condenados puedan purgar la pena en instalaciones militares.
También es lealtad saldar las cuentas del pasado, aun hoy, en términos generales, las violaciones a los DH del pasado siguen cobijadas bajo el manto de la impunidad.También es vital que las FA rompan la autorreferencia y aislamiento que durante años imperó.
La realidad actual de México requiere una mayor interacción con academia, sociedad civil y medios de comunicación. Es de celebrarse y reconocerse que la Sedena ha realizado importantes y significativos ejercicios en años recientes.
Los planteles educativos militares deben abrir sus puertas a una mucho mayor presencia civil y a la formación de pensamiento que, por ejemplo, incluya a legisladores (futuros y actuales). Las estructuras administrativas de las FA requieren urgentemente de presencia y aporte civil. No sólo quienes portan uniforme están comprometidos con
México. Defensor de los derechos humanos.