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El aburrimiento como dogma

PATRICIO DE LA FUENTE
"Mejor es la esperanza; pues produce paciencia, arma fuerte para la decepción temprana". — Miguel Ángel Retana

"He dejado de seguirte en Twitter. Y la verdad, cuando hablas de política no te leo. Mira, no es personal; lo que pasa es que a mí ese mundo me tiene sin cuidado y francamente, urge que terminen las elecciones. Pareciera como si todo lo demás no fuese importante. Creo que hay otros temas de conversación; además tú y yo sabemos que las cosas nunca van a cambiar en México", espetó en recientes fechas un viejo conocido al que me encontré en una reunión de amigos. Cabe aclarar que desde ese día pienso mucho en sus palabras, en lo lacónico de aseveraciones compartidas por muchas personas.¿Será el aburrimiento colectivo un mal de las actuales generaciones? La fatiga crónica ante la cosa pública,¿una constante entre los mexicanos? ¿Sentimiento compartido por nuestros vecinos del orbe? Bueno, hasta el mismo Andrés Manuel López Obrador expresó su deseo de irse a "a La Chingada"-así se llama su rancho chiapaneco- en caso de no salir victorioso en la contienda.

¿No te parece, querido lector, que aún sin haber comenzado formalmente, el proceso electoral está siendo tremendamente aburrido? ¿Que salvadas las formas, todos los candidatos proponen más o menos lo mismo? ¿Qué ninguno de los tres -porque la participación de Quadri es de carcajada- realmente inspira y convence? ¿Que tu papel como ciudadano se limitará a votar "por el menos peor" para después persignarte y esperar cualquier cosa? ¿Que ya ni siquiera "las fuerzas vivas" de los partidos políticos -los acarreados, pues- muestran el entusiasmo de antaño? Cuando las generaciones que nos acontezcan quieran evidenciar qué tan aburridos éramos, probablemente mostrarán el video de la toma de posesión de Josefina Vázquez Mota y un Estadio Azul con gente precipitándose a salir en estampida.

Lejos estamos del año dos mil. En aquel entonces asistimos a un momento histórico sin precedentes en la vida democrática de México: después de siete décadas de hegemonía priista, con sus bondades y fracasos, los ciudadanos nos vemos frente a la coyuntura de optar por la continuidad o elegir la alternancia; entre el candidato del PRI - la figura de Cuauhtémoc Cárdenas había sufrido un lógico desgaste- o Vicente Fox, dueño de un estilo llano y franco y nuevas formas de hacer campaña que inspirarían a millones. Con el ímpetu y la fascinante sinrazón propias en todo joven, a mis veintidós años quise inventarme un nuevo país, otra realidad menos incierta, horizontes distintos y un futuro más halagüeño. En lo que sería el voto más razonado en mi corta vida, elegí al candidato del PAN. Si bien, a la larga el gobierno foxista terminó decepcionándome, jamás me arrepentiré de haber votado como voté. Quise experimentar cómo se sentía la democracia.

Seis años después, las cosas fueron muy distintas y la historia es ampliamente conocida. Un país polarizado como pocas veces en los tiempos modernos se ve obligado a optar entre los estilos y visión de gobierno diametralmente opuestos de Felipe Calderón, el hijo desobediente, y AMLO, mal llamado por sus detractores "un peligro para México". En lo que fue el proceso electoral más cuestionado desde 1988, varios meses después un diferencial del 0.56 porciento decidiría la elección presidencial. En tanto quedaban los resabios de un México dividido, una avenida Paseo de la Reforma tomada y dos gobiernos: el de facto y uno autodenominado "legítimo"; para Ripley...

De doce años a la fecha, la circunstancia del país -y por qué no decirlo, también el panorama a nivel mundial- dieron un giro de trescientos sesenta grados. Las viejas banderas: el concepto de estado-nación, la lucha por los derechos civiles y el movimiento feminista, el miedo e incertidumbre que supuso la amenaza de la Guerra Fría y el comunismo, ciudadanos altamente politizados y el deseo intrínseco de alcanzar y defender la democracia; de todo ello, poco queda. Aunque está comprobado que el capitalismo es la única vía posible, lo cierto es que el sistemático abuso y prostitución de dicho sistema ha decepcionado a muchos. La indignación frente a las instituciones y hacia los políticos, crece. La desconfianza hacia todo lo inherente a la cosa pública, aflora. ¿Será el desencanto y el desinterés la constante que nos une en la era digital? ¿Ciudadanos altamente tecnológicos en búsqueda de nuevas vías de interacción y desarrollo? ¿Seres humanos hartos de la lentitud, parsimonia y promesas incumplidas por parte de aquellos que los gobiernan?

Cierto: tú y yo estamos cansados, sin embargo nada se logra bajo la presunción equivocada de que todo tiempo pasado necesariamente fue mejor. Aunque poco quede de aquel ímpetu juvenil por cambiar la historia del país, prefiero morir en el intento sin importar cuántas veces me decepcionen. Estoy a la espera de que termine una veda a todas luces absurda y comiencen las campañas hacia la Presidencia de la República y así escuchar los distintos posicionamientos para votar en consecuencia. Se antoja como un circo mediático donde antes que las propuestas,imperarán las descalificaciones. En tanto, así es la política: un lodazal. Y en efecto, elegiré al menor de los males. En doce años yo también cambié, y mucho. Ni me cuezo al primer hervor ni voy por la vida arrullado por el canto de las sirenas.

COROLARIO

En recientes declaraciones a esta Casa Editora, el gobernador de Coahuila, Rubén Moreira, afirmó que los treinta y cuatro mil millones de pesos de deuda que tendrán que pagar los coahuilenses y que son producto de la imprudencia, irresponsabilidad y malos manejos de la administración de su hermano, son cosa juzgada y pide olvidar el asunto. Suponer que lo haremos es vivir en el error.

Twitter @patoloquasto

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