Los días de gloria y fasto se fueron, uno tras otro. La banda tricolor que orgullosamente lucía en su pecho la guardará en un cajón como algo que fue grandioso, para él, en algunos momentos que quedaron atrás. La vida, él sabe, está hecha de momentos. No hay amargura en lontananza pues considera que cumplió su alto cometido. Nunca dudó lo que debía de hacer y lo hizo. Quizá uno de sus pecados, cuyo recuerdo lo seguirá durante los años siguientes, fue no dar órdenes estrictas de que se vigilara con la mayor acuciosidad el manejo de los recursos públicos puestos al cuidado de sus colaboradores más cercanos. Uno de los casos más emblemáticos, sin duda, es la Estela de Luz del Bicentenario -del inicio de la guerra de Independencia- cuyo costo inicial, se dijo, sería de 400 millones de pesos que posteriormente se elevó hasta las nubes (hablo del costo, no de la edificación). Tan es así que hubo un sobrecosto de más de mil millones de pesos. Una obra de arte de inigualable belleza. Una pieza única de la arquitectura mundial, como obra de arte y como pieza de ingeniería. Una estructura de 104 metros de alto y 9 de ancho, elaborada en una estructura de acero inoxidable comprado en Finlandia. Moldeado y forjado en tubos sobre los cuales se montaron 500 placas de cuarzo translúcido que sólo existe en Brasil, laminados en Italia. Se dijo en aquel entonces, cuando aún no principiaba la magna obra.
¿Qué se consiguió con el uso de la fuerza bruta? Es una pregunta que quedará flotando en el aire y pervivirá mientras no se encuentre un mago que usando una de sus fórmulas mágicas ponga fin a las hostilidades. Aunque a decir verdad no se necesite tanto, únicamente sentido común, amor a la patria y en especial a sus semejantes. Voltear a los días transcurridos para evaluar lo que se hizo bien o mal no los llevará a ningún lado, todo será cuestión de leer a Ramón de Campoamor, en su poema Humoradas: "Busqué la ciencia, y me enseñó el vacío/ Logre el amor, y conquisté el hastío/ ¡Quien de su pecho desterrar pudiera,/ la duda, nuestra eterna compañera!/ ¿Qué es preciso tener en la existencia?/ Fuerza en el alma y paz en la conciencia./No tengáis duda alguna/felicidad suprema no hay ninguna./Aunque tú por modestia no lo creas,/ las flores en tu sien parecen feas. / Te pintaré en un cantar/ la rueda de la existencia. / Pecar hacer penitencia/ y, luego, vuelta a empezar./ En este mundo traidor, nada es verdad, ni mentira,/ todo es según el color/ del cristal con que se mira.
En el sexenio que hoy termina, permeó, como en ninguna otra administración federal, la libertad de expresión. Los que nos dedicamos a este oficio gozamos de una franqueza en cuya expresión no hubo más limitación que el respeto a la investidura presidencial. Hubo sí, una autolimitación, pero sin ningún interés en quedar bien con quien estaba al frente del poder ejecutivo en pretendido afán de obtener prebendas o canonjías. Sin que se diera el caso de que a los chicos de la prensa tuvieran acceso a un "chayote", puede decirse que hubo un absoluto respeto de aquí para allá y a la inversa. En una palabra no hubo intento de parte de la autoridad por reprimir el trabajo de quienes se han impuesto la tarea de informar diariamente con estricta veracidad .
En el año 2011 la entonces diputada Leticia Quezada del PRD, presentó ante la Secretaría de la Función Pública denuncia escrita en la que exhibe casos de corrupción en la Secretaría de Seguridad Publica por el supuesto desvío de recursos. Igual la simulación en sorteos de Melate donde empleados infieles elaboraron un plan para obtener en su provecho personal 106 millones de pesos, premio que cobraron, despareciendo a continuación.
En fin, así están las cosas en estos asuntos de la información escrita. Todo es cierto aunque nada sea verdad; según el color del cristal con que se mira.
NOTA
El título de este artículo, Adiós a las Armas, se basa en el nombre de la reconocida novela de Ernest Hemingway narrando una historia de amor. Es la historia de un conductor de ambulancias, voluntario en el ejército italiano, de la Italia de la primera guerra mundial.