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El alto costo de vivir con diabetes

La diabetes cobra una alta factura a nuestra salud y bolsillo

El alto costo de vivir con diabetes

El alto costo de vivir con diabetes

por María Elena Olguín

Por su alta incidencia y por todas las complicaciones que de ella surgen, la diabetes es el foco rojo en el ámbito de la salud para nuestro país, al igual que ocurre en todos aquellos considerados emergentes o subdesarrollados.

Es en este tipo de economías en las que, hoy por hoy, los recursos son insuficientes para atacar la enfermedad y todas sus derivaciones, tanto para los sistemas de salud, que están a punto del colapso, como para los pacientes que, desde lo individual, deben absorber el costo físico y monetario de esta epidemia mundial.

La diabetes es una costosa enfermedad; basta considerar que solamente el Instituto Mexicano del Seguro Social le dedica el 35 por ciento de todo su presupuesto. Pese a ello, el IMSS está muy lejos de proporcionar a los enfermos una atención integral que los mantenga controlados y sin riesgo de sufrir complicaciones.

Hasta ahora, los resultados apuntan a que las estrategias se han equivocado y que lejos de mantener bajo control esta enfermedad, los casos –prevenibles en su totalidad- seguirán aumentando.

Para darnos una idea

La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce a la epidemia de la diabetes mellitus como una amenaza mundial. Actualmente afecta a casi 400 millones de personas en todo el planeta y las expectativas no son nada alentadoras, pues se prevé que para 2025 el número habrá crecido a 540 millones.

Son los países en vías de desarrollo los que registran el mayor número de casos, así como el 80 por ciento de todos los fallecimientos provocados por la diabetes.

En México, se estima que la población de personas entre 20 y 69 años de edad con diabetes fluctúa entre siete y diez millones (un siete por ciento de su población total) aunque casi dos millones de ellas no han sido diagnosticadas.

Es también la principal causa de muerte al atribuirse en 13 de cada cien casos, mientras que en uno de cada tres fallecimientos figura como una causa secundaria. Cada hora se diagnostican 40 casos nuevos.

Nuestro país ocupa el noveno lugar mundial con mayor incidencia y se estima que dentro de 13 años ascenderá al séptimo, debido a su nada honroso segundo lugar mundial en índices de obesidad, condición que se presenta en dos de cada tres habitantes. De hecho, se considera que casi la totalidad de las personas con diabetes son previamente obesas.

La población menor de 20 años no está exenta de esta pandemia, pues conforme ha crecido la incidencia de obesidad en niños y jóvenes se ha disminuido también el rango de edad para el diagnóstico de la enfermedad. Hoy en día es más frecuente detectar diabetes mellitus o tipo dos en jóvenes de 18 o incluso de 15 años.

La diabetes mellitus es también de las pocas enfermedades que afectan más a las mujeres que a los hombres, aunque son ellos quienes mueren a edades más tempranas. En ambos casos, la esperanza de vida se reduce entre diez y 15 años a comparación de la del resto de las personas, que es de 75.

El impacto de las complicaciones

El 30 por ciento de los pacientes diabéticos pierden la vista por enfermedades como retinopatías, glaucomas y cataratas; en igual proporción, llegarán a sufrir alguna falla renal o nefropatía en algún momento de su vida. Los enfermos también están expuestos a sufrir amputaciones de miembros inferiores por mala circulación, infecciones o daños nerviosos. La diabetes es la principal causa de pérdida no traumática de dichos miembros.

Todas éstas son las complicaciones crónicas más frecuentes que pueden ser causa de muerte y de discapacidad, en la medida en que los pacientes diabéticos no mantienen bajo control los niveles de azúcar en la sangre.

Por desgracia, se estima que sólo una quinta parte de los casos diagnosticados están controlados, mientras que el resto sólo sobrelleva las consecuencias de estos altibajos, pues aunque reciben medicamentos no tienen un tratamiento integral o, en el peor de los casos, son los mismos pacientes quienes subestiman los efectos de su enfermedad o no tienen acceso a los servicios de salud.

Un paciente con diabetes ingresa a las urgencias hospitalarias hasta cuatro veces más a comparación de quienes no lo son; como la mayor incidencia se presenta en la etapa productiva, suele también ser la causa de incapacidades laborales.

La realidad, es que los sistemas sanitarios no están proporcionando una atención completa a los diabéticos, pues los recursos sólo alcanzan para medicamentos pero se dejan de lado otros aspectos importantes en el control de la enfermedad, como pruebas de laboratorio, asesoría nutricional y de activación física, así como apoyo psicológico.

Hoy en día, el control no radica únicamente en mantener en equilibrio los niveles de glucosa en sangre, sino también la presión arterial y el colesterol; en un paciente con diabetes es necesario vigilar que no se arrojen proteínas por medio de la orina, además de medir la hemoglobina glucosilada.

Aunque todos estos estudios son necesarios por lo menos cada mes, para nadie es desconocido que en muchas ocasiones las instituciones de salud no los practican regularmente por falta de insumos; generalmente, algunas de estas pruebas se difieren hasta por seis meses, periodo en el que los pacientes suelen elevar el riesgo de sufrir complicaciones que los colocan en peligro de muerte.

Invertir en prevención

Se considera que a nivel mundial, el gasto dirigido a la salud humana se dedica en un 12 por ciento a la diabetes tipo dos. A diferencia de los países subdesarrollados, los de primer mundo aplican mayores recursos a estrategias de prevención y detección masiva.

En México, los programas institucionales dedicados a prevenir la diabetes no han dado los resultados esperados, lo cual se refleja en el crecimiento de las estadísticas y en la disparidad de la población obesa y con sobrepeso.

Los recursos, de antemano insuficientes, siguen dirigiéndose a atacar los efectos y no el origen del problema: modificar los factores que condicionan la aparición de la enfermedad, principalmente los hábitos alimenticios y la actividad física.

Campañas de detección masiva también son necesarias para un mayor diagnóstico y control, de manera que si alguien está en condición de prediabético, su estado se puede llegar a revertir si recibe a tiempo toda la información y los medios para no convertirse en una persona con diabetes, la que no es curable y sólo se puede controlar.

En el caso de la población infantil y juvenil, las medidas adoptadas por las escuelas para tratar de modificar los hábitos alimenticios, son aceptables pero llegaron tarde, de manera que tardarán años en reflejar resultados y disminuir la incidencia de sobrepeso y obesidad.

Un mexicano con diabetes, se gasta en promedio un 40 por ciento en medicamentos, un 30 por ciento más en atender las complicaciones, mientras que otro 11 por ciento en consultas médicas y el resto en estudios de laboratorio. Generalmente, no dedicó parte de su presupuesto a prevenir, antes de ser diagnosticado.

Partiendo de que una persona con diabetes debe dedicar el 10% de sus ingresos a atender su enfermedad, concluimos que un mexicano tendría que ganar por lo menos 20 mil pesos al mes para estar controlado sin sacrificar otros satisfactores:

Tiras reactivas: $350 por mes

Agujas desechables: $100 por mes

Medicamentos: $300 al mes (genérico); $1,500 (de marca)

Pruebas de laboratorio: $350 al mes

Consultas médicas: $1,000 mensuales

Más otros gastos adicionales, como asesoría nutricional.

Ante este panorama ¿qué podemos hacer? La clave está a nuestro alcance, ya que la Organización Mundial de la Salud destaca que se ha demostrado que medidas simples relacionadas con el estilo de vida son eficaces para prevenir la diabetes de tipo 2 o retrasar su aparición.

La acciones a seguir son:

*Alcanzar y mantener un peso corporal saludable.

*Mantenerse activo físicamente: al menos 30 minutos de actividad regular de intensidad moderada la mayoría de los días de la semana.

*Consumir una dieta saludable que contenga entre tres y cinco raciones diarias de frutas y hortalizas y una cantidad reducida de azúcar y grasas saturadas.

*Evitar el consumo de tabaco, puesto que aumenta el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares.

Un mexicano con diabetes gasta en promedio:

40 por ciento en medicamentos

30 por ciento más en atender las complicaciones

11 por ciento en consultas médicas

El resto en estudios de laboratorio.

Fuentes: Doctor Óscar Hernández García, médico internista y de Terapia Intensiva; Federación Mexicana de Diabetes, AC. American Diabetes Association.

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