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El candidato escurridizo

PATRICIO DE LA FUENTE
"El silencio es como el viento: atiza los grandes malentendidos y no extingue más que los

Pequeños".— Elsa Troilet

"Todo hombre es tonto de remate al menos durante cinco minutos al día. La sabiduría consiste en no rebasar el límite".— Elbert Hubbard

Ampliamente conocida es la frase que reza: "El hombre es el único animal que comete el mismo error dos veces". Lo anterior parecen tenerlo en cuenta los priistas y en especial el equipo de campaña de Enrique Peña Nieto, quien a escasos dos meses de la elección presidencial le lleva una cómoda ventaja a sus contrincantes y, en la opinión de no pocas personas, dicha tendencia es irreversible. Quizá dado lo anterior y tras los dislates del candidato en el marco de la Feria Internacional del Libro -donde se mostró incapaz de nombrar a tres autores que lo hayan marcado- y la entrevista con el rotativo español El País -en la cual no supo responder a cuánto asciende el salario mínimo y los precios de la canasta básica- la estrategia actual es no exponerlo a la sorna y el ridículo. Calladito te ves más bonito…

En corto, Peña Nieto es un hombre simpático y muy agradable que está forjado en la vieja escuela política que entrena para seducir y mantener cautiva a su audiencia haciéndola sentir importante y sobre todo, escuchada. El lenguaje corporal, la imagen que proyecta, los ademanes que utiliza, la forma en que saluda, su vestimenta, copete engominado y estilo discursivo: nada de ello es espontáneo, más bien obedece a una sofisticada estrategia mercadológica que apela a los tiempos del presidencialismo de antaño y a la majestad republicana que se sustenta en la sobriedad. El mensaje pareciera resumirse en un: "no soy ése".

Vicente Fox dicharachero y relajiento que socavó la imagen del Ejecutivo Federal y sobre quien manda su esposa; mucho menos el Felipe Calderón adusto, monotemático y malencarado. "Estás tratando con el próximo Presidente de México y como tal me comporto".

A Peña se le encapsula como a un producto que no admite imperfección alguna, pero la bronca, querido lector, es que ni tú ni yo estamos en búsqueda de un refresco para consumo de muchos, sino de quien encabezará los destinos de la República Mexicana y el futuro de millones de personas. Si queremos elegir acertadamente -cabe destacar que hoy por hoy no hay mucho de dónde hacerlo- el contraste de ideas y el debate entre los suspirantes se vuelve fundamental, necesario en aras del perfeccionamiento de nuestra joven democracia. De poco sirve la firma de compromisos, repetir de forma indiscriminada miles de spots -aunque estén espléndidamente producidos, no le hace- y recursos dilapidados en espectaculares y eventos de relumbrón entre cuates, al tiempo que el candidato se muestra incapaz de elaborar conceptos y responder preguntas no esperadas sin la ayuda del teleprompter y el tarjeteo.

Si algo caracteriza al equipo de Enrique Peña Nieto es su renuencia a que el candidato asista a ciertos foros o platique con audiencias o medios de comunicación que se distinguen por ser incisivos. En pasadas semanas -y sin explicación alguna, cabe aclarar- el candidato canceló la visita a la Universidad Iberoamericana de la ciudad de México, al tiempo que condicionó su asistencia al Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) previo envío de las preguntas que habrían de hacerle, postura que este columnista no puede sino calificar como insultante a la inteligencia de tan prestigiada comunidad universitaria. Ha recibido invitaciones a diversas mesas de debate con los otros candidatos -a todo dice que no- al tiempo que gustoso acude al programa radiofónico de la comentarista de espectáculos Maxine Woodside a hablar del clima, de lo unida y funcional que es su familia y a aclarar el motivo por el cual despierta pasiones entre el género femenino, y otros asuntos de interés nacional.

Cada uno de los candidatos está en su derecho de elegir aquellos foros a los cuales estima conveniente o políticamente redituable explorar; ello no está a discusión. En tanto, sabiéndose observados con lupa y bajo el escrutinio de una opinión pública que no perdona los errores, si algo ha brillado por su ausencia durante esta contienda -calificada por muchos como tremendamente aburrida- es la espontaneidad al tiempo que reina la paranoia y el miedo a la verdad. Quizá dado a que tiene poco que perder y no es político, hasta ahora Gabriel Quadri es el único de los cuatro que responde sin dilaciones y es entrón cuando de preguntas se trata. Ello motiva que cada vez más personas le pongan atención…

Por y para desgracia de los ciudadanos, los debates será la única oportunidad que tendremos de escuchar un intercambio de ideas y contraste de posiciones entre los cuatro fantásticos, aunque más bien se antoja como un ring de box donde imperarán las descalificaciones, los golpes bajos y la repetición del monólogo aprendido.

Ojalá y Enrique Peña Nieto aproveche para de una vez por todas disipar la noción generalizada de que, como tantas otras cosas, él también es una estrella más del Canal de las Estrellas e invención de mentes mucho más perversas y sofisticadas que la suya cuyo proyecto político es de largo plazo…

Twitter @patoloquasto

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