Al entregar al Presidente Electo de México la "Agenda Transexenal" preparada por el Consejo Coordinador Empresarial, (CCE), su presidente, Gerardo Gutiérrez Candiani, rompió viejos moldes expresando el deseo del sector empresarial de que el Plan Nacional de Desarrollo, eje de los programas de gobierno, sea un documento "vivo" y no uno de mero trámite. Fue más allá y dijo que dicho Plan Nacional debe contener "metas específicas revisadas año con año enmarcadas en una visión de largo plazo".
El señor Gutiérrez Candiani expresó que el sector empresarial desea participar a profundidad en el proceso de planeación y evaluación hecha por el equipo de transición para ayudar a la administración entrante a "promover el desarrollo económico, fortalecer la democracia y el estado de derecho y aumentar los ingresos públicos requeridos para financiar la trascendente agenda social que el futuro gobierno se propone realizar."
La declaración del CCE se apartó de las muy conocidas posiciones del sector privado que consistían en sólo pedir, y por cierto obtener, del gobierno condiciones favorables para sus negocios a cambio de colaborar.
La tónica parece cambiar. Ahora parece que los empresarios no se limitarán a señalarle al gobierno lo que esperan de él, sino comprometerse a contribuir con un sincero sentido de solidaridad social, a que puedan cumplirse metas definidas y cuantificadas, y no por mera conveniencia publicitaria.
El título de "transexenal" ya indica el propósito de la agenda de enfatizar continuidad en los programas de gobierno para integrar un proceso concatenado y sostenido de avance nacional.
Viene a cuento la experiencia de la India en esta materia. Desde 1950 ha venido ejecutando sucesivos Planes Quinquenales preparados por una Comisión de Planeación, presidida por el Primer Ministro. En los once Planes aplicados hasta ahora, se ha estado reteniendo un elemento de continuidad, independientemente de banderas políticas, sin dejar de incorporar las prioridades y ajustes que la coyuntura del momento ha impuesto.
El conjunto de los diecinueve rubros de la Agenda del CCE preparados por más de 250 expertos propone como posible meta alcanzar en el próximo sexenio un crecimiento del PIB del 6% anual creando un millón de empleos al año.
El que tales metas se realicen requiere mucho más que acciones simplemente paralelas por parte del gobierno y los empresarios. La presión que el sector privado ha venido ejerciendo para que el Congreso apruebe reformas estructurales implica a su vez el compromiso correspondiente de acordar una estrategia compartida hacia el logro de metas convenidas. Se trata de un cambio diametral en nuestro concepto del desarrollo que radica responsabilidades donde corresponden: No es el gobierno quien crea empleos o pone en su nómina a los millones de jóvenes que esperan empleo, sino que esto es responsabilidad de los empresarios. Los cambios estructurales que se piden al gobierno tienen que ser operados por sus destinatarios para que cobren sentido y realidad.
Por contra, es el gobierno quien tiene la responsabilidad de orientar los esfuerzos del país señalando rumbos con visión, como lo pide el CCE, a largo plazo.
Una tarea del gobierno, por ejemplo, es definir una política de comercio exterior que equilibre las legítimas demandas de los trabajadores y los intereses de los consumidores, entre la apertura indiscriminada del mercado nacional y la indispensable defensa del empleo. Para ello, una clara política industrial es necesaria y la reforma laboral en curso de aprobación va en esa dirección. La tarea no se completará sino hasta que se concrete la estrategia determinando de común acuerdo las ramas prioritarias y las respectivas metas y calendarios de cumplimientos.
La Agenda Transexenal, debidamente integrada, puede ser la Hoja de Ruta que el país requiere para su desarrollo socioeconómico. Con ella el país habrá avanzado en madurez, prosperidad y paz. Se construirá el progreso sobre lo logrado por la administración de Calderón y los millones de mexicanos que esperan mejorar sus niveles de vida saldrán ganando, independientementede banderías políticas.
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