La empresa jabonera La Esperanza, creada en 1887, icono emblemático de Gómez Palacio y del Estado de Durango, fue fortalecida, en 1892, con la dirección de John Francis Clemens Brittingham, identificado respetuosamente como don Juan Brittingham, realizando una reestructuración empresarial vanguardista con sentido social, modificando en 1898 su razón nominativa: "Compañía Industrial Jabonera de La Laguna, S.A.", negociando con el Gobierno del Estado de Durango una exención de impuestos y beneficios por un plazo de 25 años.
Compañía exitosa en la industrialización del algodón, a principios del Siglo XX llegó a ser reconocida como la mejor fábrica de América Latina en su género, exportando sus productos a varios países de Europa.
La baja en la rentabilidad del algodón, las innovaciones tecnológicas en materia textil, el desvío de la atención empresarial local hacia otros polos de desarrollo y los cambios en su estructura administrativa y sindical, afectaron y produjeron, paulatinamente, deterioro en el porvenir de la fábrica, cuya nueva razón social era "Industrial Jabonera La Esperanza", dando por resultado el emplazamiento a huelga por parte del sindicato en agosto de 1993, que posteriormente derivó en la declaratoria de quiebra por parte de la empresa.
Con la finalidad de presionar a las autoridades, los ex jaboneros iniciaron una huelga de hambre en la plaza principal de Gómez Palacio. El 23 de agosto 1995 consiguieron firmar un convenio con la empresa, que dio al conflicto laboral un ligero respiro. La administración municipal de Rafael Villegas Attolini facilitó al Sindicato de Trabajadores del Jabón y Similares un millón 327.6 mil pesos, que luego el sindicato cubriría al Ayuntamiento, entregando en donación un terreno de siete mil 727.3 m2, el cual, formaba parte del patrimonio de la empresa en quiebra.
Datos notariados del fallo y desglose del terreno embargado a favor del sindicato antes citado: "Para los efectos de la autorización otorgada por el Juez de la quiebra, el ING. GUILLERMO CONTRERAS DE LA PAZ, con fecha 28 de mayo de 1997 emitió su dictamen pericial respecto de una fracción del inmueble propiedad de la empresa fallida y que fue embargado a favor de El Sindicato, con superficie total de 7,727.3 metros cuadrados, ubicado en avenida Vergel s/n entre Río Esperanza y avenida Central con vista al poniente de la ciudad de Gómez Palacio, Durango, con las siguientes medidas: MEDIDAS Y COLINDANCIAS SEGÚN DATOS PROPORCIONADOS POR EL SOLICITANTE, Nte. 133.00 m, con resto de la propiedad de la Cía. JABONERA LA ESPERANZA. Sur 133.00 m, con Fracc. del Bosque. Ote. 58.10 m, con resto de la propiedad de la Cía. JABONERA LA ESPERANZA. Pte. 58.10 m, con Av. Vergel. ÁREA TOTAL: 7,727.3 m2. Como precio del inmueble el Perito en cita fijó el valor de un millón 656 mil pesos, tal cual consta en el avalúo adjunto".
Siguieron años de incertidumbre laboral y carencias para los trabajadores jaboneros, de acusaciones del sindicato hacia los dueños por incumplimiento al convenio de 1955, repercutiendo en el desmantelamiento y saqueo de todos los bienes e instalaciones de la fábrica. La necesidad y el hambre habían podido más que preservar esta finca considerada monumento histórico inmueble de Gómez Palacio desde 1999, registrada ante el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), durante la gestión de don Carlos Antonio Herrera Araluce, bajo la clave 1000070010025. Aún y con esto no pudieron evitarse las acciones lacerantes realizadas en todas las instalaciones de la fábrica, que afectaron el patrimonio cultural de nuestro Municipio.
Transcurridos casi 13 años, en abril de 2008, en la Notaría Pública No. 5 del licenciado Sergio Estrella Ochoa, el sindicato y el Ayuntamiento en turno finalmente formalizaron el "Contrato de Transmisión de Propiedad en Dación de Pago" y el "Contrato de Donación a Título Gratuito", dando así sustento legal al terreno comprometido 13 años atrás.
Sorpresivamente "el tiempo paró el reloj en la ciudad, el cielo resplandeció con su mejor atardecer, las palomas revolotearon y las palmeras danzaron al ritmo del repicar de las campanas", ese mismo mes de 2008, el gobernador Ismael Hernández Deras y el alcalde Ricardo Rebollo anunciaron públicamente la conclusión definitiva del añejo problema de la compañía jabonera, destinando de manera inmediata 44 millones de pesos con mezcla de recursos públicos, entre los que el Estado invertiría 10 millones 600 mil, y además entregaría al gobierno de Gómez Palacio una cantidad por 12 millones 475.9 mil pesos, sumando 23 millones 75.9 mil, aportaciones provenientes del ramo 23 (por supuesto, fondos federales), entregadas a la representación legal de la propietaria. De esa manera, feliz y finalmente se cerraba el telón. ¿Quién cubriría el resto a pagar? ¿A quién y en qué cuenta se cargaría la erogación pendiente? ¿A quién se escrituraría el terreno?
Mientras se aclaraba lo anterior y como venían tiempos de elección, había que prometer y hacer más promesas. De inmediato la administración de Ricardo Rebollo anunció la construcción del Parque La Esperanza, contratando para efectuar el proyecto al Grupo de Diseño Urbano (GDU/México). Como dice el dicho popular, "el prometer no empobrece, dar es lo que aniquila". Total, ¡amarrada la diputación y sin dinero el municipio, el culpable sería el sustituto!
Con el alcalde sustituto Mario Calderón continuó el revolotéo de las palomas, y en la danza las palmeras se convirtieron en millones. En la Cuenta Pública 2009 (Presupuesto de Egresos), sección: Obras Públicas Municipales, partida "Terreno Jabonera", se acota una erogación por 17.9 mil pesos y otra en la partida "Parque La Esperanza" por un millón 140.8 mil pesos. En la Cuenta Pública 2010 (Presupuesto de Egresos), a dos años de anunciada la conclusión del conflicto, en la sección: Obras Públicas Municipales, partida "Terreno Jabonera", se menciona una erogación por ocho millones. Más aún, en el infausto préstamo por 182 millones, partida: Adquisición de Reservas Territoriales, aparece una realización con valor de 24 millones 597.9 mil pesos, sin que ambas partidas puedan desglosarse, pues la falta de una verdadera transparencia y rendición de cuentas municipal lo imposibilita.
Llega septiembre del año 2010, inicio de otra administración con apellido Rebollo. ¿Y la prometida obra del Parque desde 2008? ¿Quién tendrá palabra para construir el parque? Continuará en la segunda parte.
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Hasta la próxima.