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El conflicto normalista de Michoacán

JÓVENES COLUMNISTAS

ÓSCAR HOMERO GONZÁLEZ JR.

Esta semana ha trascendido en todos los medios informativos nacionales, el conflicto generado por los estudiantes normalistas en el estado de Michoacán. Todo se originó desde el pasado 21 de agosto al entrar en vigor la reforma curricular de la educación normal, es decir, cambios en las materias que se imparten en la licenciatura en educación, para los próximos profesores de las escuelas primarias.

El cambio curricular introduce, entre otras cosas, la enseñanza del inglés, tecnologías e informática, así como la extensión de tres a cuatro años del plan de estudios. Los estudiantes normalistas michoacanos rechazaron dicha reforma, pidiendo por el momento su aplazamiento.

Uno de los principales argumentos de los estudiantes normalistas consiste en que, las reformas no son aplicables en comunidades rurales, porque se carece de los medios necesarios para llevarlos a cabo, además que dichas reformas ponen en desventaja a sus próximos alumnos en relación a las necesidades del país puesto que los formarán en un sistema neoliberal. En una entrevista en un medio de televisión nacional uno de los estudiantes normalistas afirmó que las reformas atentan contra la ideología marxista de sus instituciones educativas.

El panorama no es fácil para Michoacán, un estado que además del acecho del crimen organizado y de los conflictos fanáticos de la Nueva Jerusalén, sufre este tipo de situaciones que van más allá de una simple protesta ya que se toman carreteras, se secuestran automóviles y se daña la economía, entre otros actos vandálicos. Algunos políticos han afirmado que más que un problema meramente educativo tiene un trasfondo diferente.

Este conflicto sólo es una simple expresión de la situación en la educación en nuestro país, en donde parece que la enseñanza está sometida a intereses de algunos maestros. Según un informe de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos en 2009, México ocupa el lugar número 48 de 65 países en calidad educativa, los aspectos evaluados fueron: lectura, resolución de matemáticas y conocimientos en ciencias; Además en el presente año la misma organización informó que nuestro país destina un 6.3 % del Producto Interno Bruto al rubro educativo, sin embargo el 92% de ese gasto es destinado a los sueldos de maestros y personal.

Por todo lo anterior, parece impensable que algunos normalistas rechacen implementar el estudio del inglés, que es una lengua de conocimiento universal, el aprendizaje en informática que es tan necesario en el mundo tecnológico en el que vivimos y la duración de su licenciatura de 3 a 4 años. La pobreza de las comunidades a las que servirán no es justificación para oponerse, al contrario, se trata de que ellos formen personas más capaces, con aspiraciones de superación y sentido de lucha. Es cierto que no hay empleos suficientes, pero ese tema tampoco es justificación por tratar de mejorar la educación.

Los argumentos para rechazar dichas reformas curriculares se escuchan, desgraciadamente, como: "son pobres, no tiene caso enseñar más de lo necesario, siempre serán pobres". ¿No es un argumento pesimista e inclusive discriminatorio?

Otro reclamo es que la reforma curricular eliminó materias sociales y filosóficas importantes, para poner en su lugar al inglés y la informática, si es tanta la preocupación de los normalistas por recuperar esas materias ¿Por qué no proponen que aumenten de 4 años (como la reforma indica) a 5 años su licenciatura? Estarían mejor preparados. Pero no, parece que los normalistas michoacanos y quienes los apoyan prefieren las cosas fáciles. Es más fácil marchar por las calles, afectar a ciudadanos que trabajan, a quererse superar.

Resulta alarmante que el día de mañana esos normalistas se convertirán en profesores de muchos niños mexicanos. Si desde ahorita toman calles, bloquean autopistas, y lo más grave, no tienen sentido de preparación académica, imagínese usted, amigo lector, lo que le depara a la educación de este país.

Los estudiantes normalistas formarán, algún día, parte de las escuelas michoacanas, en las que los profesores de dicho estado han impedido la evaluación de maestros, no han permitido que se apliquen las evaluaciones para la medición académica de los alumnos y son de los que más faltan a impartir sus clases. Lo anterior no es un secreto, todo el país lo sabe.

Quedan muchas dudas por resolver en dicho conflicto, sin embargo, es preocupante que al final de cuentas los únicos afectados siempre serán los niños mexicanos que son el futuro de nuestro país. Hablamos de la importancia de la educación, pero realmente ¿qué se está haciendo para mejorarla? ¿Es verdad lo que los normalistas michoacanos buscan una educación de calidad? La última palabra la tiene usted amigo lector.

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Escrito en: jovenes columnistas

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