El destino de tu bronceado
El sol ya se ha dejado sentir en todo su esplendor y muchos preparan el traje de baño y la toalla para tirarse a tomar el sol, buscando el bronceado ideal. No obstante, antes de hacerlo es preciso tomar en cuenta que asolearse trae a nuestra apariencia más que un color tostado.
Desde que el frío comenzó a alejarse, incontables personas han comenzado a hacer planes para lanzarse cuanto antes a la piscina o viajar a la playa más cercana no sólo para zambullirse sino también para tomar el sol. A muchos les resulta irresistible la idea de broncearse, luego de salir de los días helados. Esto ocurre a pesar de que ya hace años venimos escuchando que asolearse en exceso trae consecuencias a nuestra salud. Pero más allá de ello, también tiene efectos a nuestra imagen, más allá del color dorado en la piel.
LOS RAYOS EN ACCIÓN
Para entender cómo se refleja el sol en nuestra dermis es necesario comprender antes que la aptitud o capacidad de las personas para conseguir una pigmentación rápida y homogénea es muy variable: dependerá siempre de las características individuales, el tipo de piel, su estado de humectación y nutrición, el tiempo de exposición e incluso la situación geográfica en donde se busque asolearse.
Las radiaciones ultravioleta (UV) representan un cinco por ciento de la radiación que emite el Sol y se dividen en UVC, UVB y UVA. Las llamadas B son las que alcanzan la epidermis, ocasionan pigmentación indirecta y son los culpables de la insolación y eritema (inflamación y manchas rojas) en la piel. Las A son más penetrantes, agresivas a largo plazo, atraviesan los cristales y nos provocan aumento de la pigmentación directa, sin causarnos eritema.
Es importante distinguir el tipo de radiaciones a las que estamos expuestos en forma diaria y hacer conciencia de que los rayos que nos broncean son los mismos que nos causan lesiones dérmicas, además de insolaciones, golpes de calor y en casos extremos (pero no menos frecuentes) cáncer.
Según el tipo de piel que tengas (hay hasta seis, que reaccionan en diferente forma), el bronceado se producirá en forma uniforme o desigual, es decir, logrando el tostado perfecto o por el contrario ocasionando hiperpigmentaciones (oscurecimiento sólo en algunas zonas) y acelerando las pecas.
Es preciso tomar en cuenta que existe una serie de factores climáticos, ambientales y geográficos, que modifican asimismo la intensidad de las radiaciones. Por eso quienes se doran al sol a menudo descubren que al paso de un par de semanas su tez se ve completamente desigual, con descamaciones superficiales y resequedad, dando la impresión de tener manchas blanquecinas (similares a una avitaminosis) sobre todo en hombros y brazos, ya que estas áreas son más sensibles y reciben los rayos más directos.
Cabe decir que un mito frecuente en el tema del bronceado afirma que cuanto mayor sea el tiempo que se expone al sol, más fuerte quedará el tono de la piel, lo cual no es cierto. Está comprobado que al cabo de tres horas la dermis ya no se broncea, ya que tras ese lapso la hipófisis se niega a trabajar más en la producción de tirosina, necesaria para generar melanina. Lo que sí ocurre es que como se está expuesto a los rayos UVB, la piel tiene una reacción de defensa, engrosándose. A la vez, al aumentar el grosor disminuye su humectación y por ende su protección.
¿SOL O NO SOL?
Las consecuencias estéticas de broncearse al sol son variadas. Podemos decir que las más comunes son:
-Que la piel enrojezca pero no se broncee.
-Que enrojezca y después se vea tostada.
-Que adquiera un tono dorado sin problema.
Pero en definitiva, con cualquiera de las anteriores va también la siguiente: se acelera el proceso de envejecimiento de la dermis, es decir, se favorece la aparición de arrugas prematuras.
El mejor bronceado es el que se consigue tras algunos días bajo el sol, pero protegiéndose de efectos eritematosos a través de la aplicación de humectantes y pantalla protectora, para evitar quemaduras y así estimular poco a poco la producción de melanina, sin saturarla.
Si bien en general lo mejor es preferir lo natural, tratándose del bronceado es fundamental tener presente que en la actualidad el planeta está muy deteriorado y exponernos en forma directa al sol pone en riesgo nuestra salud, ya que los rayos UV llegan más profundos, con un alto riesgo de provocarnos quemaduras y/o dejar nuestra piel manchada y deshidratada. Dicho de otro modo, hoy por hoy querer llevar a cabo este tipo de bronceado, realmente es un atentado a tu belleza y bienestar, porque los efectos nocivos ya mencionados causarán un daño a tu piel y ésta tardará semanas o hasta meses en recuperarse. Además, tratándose de las arrugas (que como dijimos saldrán más rápidamente), como sabes te acompañarán de forma permanente.
Te aconsejamos considerar que:
-Mientras más tempranamente te expongas a las radiaciones solares, más daño presentará tu piel.
-El bronceado que se obtiene por el sol, si es en forma progresiva y lenta, es más difícil de corregir.
-Los cambios de coloración no se dan uniformes, la tez adquiere tonos diversos, lo que sin duda es poco estético.
-El tostado se eliminará en forma de despellejado con resequedad, dando una apariencia por demás desagradable.
-Colocarte bajo el sol causa deshidratación a la piel y acelera el proceso de envejecimiento, propiciando que aparezcan arrugas y tu dermis se vuelva hipersensible.
-Aumenta la probabilidad de desarrollar hiperpigmentaciones (sobre todo en la cara) e incluso cáncer en la piel.
LUCE BIEN, CUÍDATE
El Sol es nuestra fuente de vida, pero en cuestión de belleza resulta un peligroso enemigo. Si estás decidido a broncearte, cuida siempre que se trate de un proceso controlado: utiliza pantallas protectoras y prepara previamente tu piel con humectantes y nutrientes. Quienes no disponen del tiempo necesario para realizar la preparación que proteja la dermis, tienen una alternativa que consiste en tomar sesiones de sol artificial, provocando así la activación natural de la melanina. También son recomendables las cremas que te llevan a un bronceado controlado. Pero en definitiva, mejor aún es lucir el tono auténtico de tu piel, sin cambiarlo. A menudo quienes desean lucir tostados, luego de un tiempo empiezan a buscar con desesperación cremas blanqueadoras o aclaradoras... ¿Quién los entiende?
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