DICHOSOS CUARENTA
Cuarenta años de edad es fácil llegar a tenerlos, cuarenta años en una profesión es un gran logro, esa misma cantidad de años dentro de una misma empresa es algo encomiable, pero ¿cómo podríamos definir o clasificar 40 años de casados?
Aproximadamente he tenido conciencia de 30 de esos cuarenta años, escuchando en ocasiones cómo los viernes por la noche se juntaban algunos matrimonios medio locos, pertenecientes al movimiento familiar cristiano o modo fácil de cenar dirían ellos mismos, en los que se incluían consejos para mantener unido el matrimonio aderezados con uno que otro chiste, que me enseñaron con el ejemplo a intentar ser mejor pareja y padre.
A lo largo de este tiempo han existido viajes que quedaron grabados en mi mente, en donde me dormía la parte posterior de la camioneta escuchando casi en sueños la voz de ellos conversando sobre sus proyectos, sueños, deseos y preocupaciones.
En este tiempo también he sabido de la preocupación, y sobre todo entenderla ahora como padre cuando uno de sus hij@s estaba enfermo, que a mí porque los doctores no encontraban la raíz de las convulsiones o las frecuentes alergias, a mi hermano por las cuantiosas heridas en su cabeza por descalabros o accidentes propiciados por su inquietud o la enfermedad de mi hermana que durara largas semanas sin llegar a ser diagnosticada.
Mucha gente desea que sus padres estén abrazados todo el tiempo, que se besen frecuentemente, que se digan que se aman en público y que parezcan amantes perpetuos, quizás esto sería lo ideal y por ideal inalcanzable, sin embargo tuvimos la dicha de ver unos padres que se aman con el ejemplo, una pareja que si no se dice que se ama, lo demuestra y además comparte y derrocha amor hacia sus amigos y parientes lejanos y no tan lejanos.
Hemos aprendido que como pareja se puede asistir con el terapeuta más reconocido, con el sacerdote más avezado, con el consejero más audaz, pero siempre, y por decir siempre no exagero, encontraron en ellos mismos la capacidad de dirimir sus diferencias, que me recuerda cuando yo envuelto en angustia y preocupación pensaba que mi matrimonio estaba acabado por ciertas discusiones, y ellos con la calma del mundo me decían que esto pasaría y con compromiso y comunicación las cosas se arreglarían.
Existieron también los días cómicos, los difíciles, los complicados, en el que los hijos y mis hermanos no me dejarán mentir, mi padre terqueaba todo el tiempo y mi madre explotaba en 2 segundos, para volver a la calma original en la misma cantidad de tiempo, después de que mi padre se sentara en su sillón favorito de la sala sin pronunciar una sola palabra en señal de enojo.
Cómo olvidar los domingos en que ya sabíamos que surgiría alguna diferencia sobre el trabajo, sobre el pan para desayunar, el cansancio de mi madre, la poca ayuda de mi padre, la paciencia de éste y la explosión de aquélla, simplemente han hecho inolvidables los domingos con su frase famosa incluida "Es domingo, siempre es lo mismo". Desde luego también de esto hemos aprendido.
Sé que al leer esto mis hermanos estarán de acuerdo y no me dejarán mentir, existe una frase que dice mi madre en la que explica que todos los seres humanos escogemos lo que vivimos, incluyendo a la familia y estoy totalmente convencido que de ser cierto esto, mis hermanos y su servidor tomaríamos la misma elección.
Por todo esto y más. Como dice la canción, queremos agradecer a esos señores que con esfuerzo, dedicación, empeño, coraje y sobre todo convicción han permanecido juntos estos 40 años, y no sólo para salir en la foto y tener una fiesta envidiable, sino por demostrar con hechos el amor por ellos y el enseñarnos a nosotros la inmensa capacidad de amar que tienen.
Por lo tanto mi estimado lector, y abusando de este espacio le pido un aplauso en silencio, un reconocimiento personal a dos seres humanos que han hecho de su escritor divanero y su descendencia mejores seres humanos... gracias Sr. Antonio Miranda Ramírez y Sra. Concepción Hernández Magallanes... misión cumplida, han hecho las cosas mejor que nadie y eso, mis queridos y amados padres es AMOR no fregaderas.
¡Felicidades!
Por: Lic. José Antonio Miranda Hernández